Friday, October 21, 2011

Las hienas / Capítulo Dos




CARLOS LOPEZ DZURLas hienas



Capítulo Dos
¿Quién es el desquiciado que se sienta allí?

«... y le digo que aquí tienes su partido y aquí tienes su oficina (señalando al Comité Central del PNP). Ahora queda de ustedes, el pueblo estadista, que observen si este nuevo liderato lucha por la ideología en la que se basa este partido, la estadidad. El sueño vive, el sueño vive»: Ex-Gobernador Pedro J. Roselló González, M.D., 2005

«¿Aquel señor es de veras el ex-Gobernador o se parece a él?… ah, estoy confundida».
Una reportera entró a un vertedero.
Después de hacer estudios en New York, con su Maestría en Comunicaciones, ella escribió sobre las elecciones, se quedó en el país y ya no pretende el posgrado... pero el avejentado mandatario ni sombra es del que había visto en fotografías, documentos de prensa, o folletos oficiales de gobierno.
«Esto es deprimente. O ridículo».
Extrambótico. Por un momento, ha pensado que Acevedo Vilá, o tal vez algunos de sus opositores, entre los designados auténticos, juegan una broma pesada o se divierten con el resto del plenario, o con Roselló mismo. Puede que sea. ¿Han enviado a la sesión un actor profesional? Se extiende el teatro. Tal vez un personificador con sentido del humor está en la escena.
El sujeto que representa se rasca la panza. No parece meticulosamente afeitado y, además, si no está desmangaletado, asemeja un viejo, charlatán, flaco y macilento.
«Pero, efectivamente, es el ex-Gobernador, nena», le dicen porque la reportera cavila delirantemente. Creyó que se trata de un payaso.
Aunque hace movimientos de duda con la cabeza, no cree tan fácil que se descodifique lo que es fantasmagoría de lo que es real en el evento. Hace cinco minutos, el ex-mandatario, o suplente farandúlico, roncaba. Fingía que dormía. Cuando despertó se desperezó exageradamente. Bostezaba y se escuchó un gritillo:  «¡El sueño vive, el sueño vive!»
Para matar el tiempo, el viejillo sacó el ipod de su gabán.
El triste hecho es que su anhelo falló. Desde el 2004 es el presidente de los Azules / aún poderoso partido, pero no es el mismo hombre que, de 1993 al 2000, gobernaba a Puerto Rico.
«Entonces sí que fue Pedro Juan Roselló González».
Sí. Lo es. El médico que se inventó la Tarjeta que descompuso el sistema de salud.
Juega con el ipod o celular como niño de escuela y se ríe solo. Está tan distraído que se ha olvidado que la sesión se inició. «El hombre en cuestión no se siente parte de la membresía, ¿será eso?» No obstante, a pesar de que no alcanzó la anhelada presidencia del Senado, es Senador, gústele a quien le guste. Sólo que viene cuando quiere y el salario se lo envían a su casa. A Virginia. A donde él diga.
De entre quienes menos lástima le profesa, mencionaría a la Senadora Norma Burgos, pero es otra vieja loca y embelequera, informan a la quisquillosa e inquisitiva reportera.
Todavía Burgos no puede creer que «ese loco, como ella» le quitara la presidencia del Partido Nuevo, azul-palmita. La sorprende más que hiciera trizas del Lic. Leo Díaz Urbina. «La cordura en el partido se fue a la mierda con el hijo del siquiatra», dice a sotta voce. También estará acabando con la suya. Una locura de codicia y ambiciones desmedidas recorre a Puerto Rico.
Pesquera sigue siendo, dentro del partido, otro crítico del Doctor Cerebro / el hijo frankensteiniano del Psiquiatra. Hay días, sin embargo, en que Roselló se alardea ante la silla que ocupa, o el escaño alcanzado por su locura de poder. «Lo de menos es la forma en que lo obtuve. Es que yo tenía el derecho natural a que Dios me lo asignara».
«No fue justo para Loubriel tal despojo».
«¡Ya se fue pa'l carajo!», dijo el ex-gobernador con arrogancia. Observa todavía, con aflicción, que Kenneth McClintock ocupa la silla que deseara para sí. Aún más, sabe como éste utiliza el cerebro de Jorge de Castro Font para estrategias y cochinadas de McClintock.
«¡Y se llaman auténticos, recua de pilletes!»
El mismo ha mandado recados al FBI para que se les investigue y se les persiga por sus delitos. «¡Que no jueguen sucio conmigo!»
El consenso es que él es la causa de un partido dividido durante su frustrado intento en convertirse en Presidente del Senado. «Falso, falso», grita. Mas la división es profusamente sangrante e innegable. El y su gente le pasaron por encima al arecibeño Loubriel como aplanadora que despachurra lo que encuentra. No hay pena. Adelante.
Un punto de intensa hemorragia surgió con el llamado grupo de los auténticos. En el sector de lo que ya se presumen como el nuevo liderazgo que suplantará a «locos de atar que andan sueltos» están, a saber: Luis Fortuño, Pedro Pierluisi y otros, a quienes la dirigencia acomodaticia pidiera la temperancia y disciplina partidaria interna.
A la segunda vicepresidencia del PNP, renunció la Dra. Ramírez de Ferrer cuando identificó al principal rival de Roselló. Sintió miedo del individuo al que llamó «el más cínico, mentiroso e hipócrita de los azules». Así Doña Miriam Ramírez de Ferrer, reaccionaría al creciente liderazgo de Fortuño. «Efectivo hoy mismo renuncio a la vicepresidencia del PNP y me convierto en ciudadana privada». Se quedó con equipaje listo, pero sin viaje, siendo que anhelaba la Comisionaduría en Washington, D. C. pero hizo el análisis que mucha gente esperaba:

[… Para comprender a un dirigente como Pedro Roselló y lo que hizo o hará, siempre movido por su convicción, sopesará sus tareas impulsivas.

Algunas, como los dos plebiscitos sin aval del Congreso, si parecen impulsivas es por la mucha convicción que como estadoísta él tiene, así lo requerían... y no pedir avales ni permiso, al hacer, es característico de ese tipo de patriotas. Hay otra virtud suya: Es generoso, muy generoso...

Tristemente, un jovenzuelo como Fortuño, que no es mínimamente generoso, no apreció a Rosselló por su generosidad... a él, que le confió la primera Secretaría de Desarrollo Económico. Le dio cargos en turismo, en la industria hotelera, en comercio desde los noventa... ¡para que se crezca como funcionario!... pero él se dejó embaucar por los grandes intereses económicos y, sin compromiso con la estadidad, porque, como dijo Charlie Rodríguez, ese es uno de los que hay que velar, no porque sean estadolibristas, pavirrojos cola'os, sino como liderzuelos que claudican a la lucha por nuestro ideal de estadidad...

El estatus quo es lucrativo y ¿sabe usted? Todos los líderes exitosos del PNP, aún quienes están presos por corruptos, han comido de la mano del Dr. Roselló. Les deben sus carreras... Les dio la oportunidad de servir, aunque hayan preferido servirse a sí mismos mediante el robo, la venta de influencias y otras prebendas...

En 1994, el abogado Jorge Santini Padilla era un desconocido. Y Roselló lo hizo su asesor legal y, desde 1997, vea usted que Santini corre solo. No. Ya vuela...Es Alcalde San Juan. ¿Y quién metió a Lucy Arce desde 1994 en la Comisión de Asuntos de la Mujer, sino la Oficina del Gobernador de Roselló? ¿Y quién antes dio su primera oportunidad de servicio, como Secretario de Gobernación, a Rodríguez Emma?

... Me alarma esta situción, cómo le pagan a él. ¡Cómo infiltraron el Partido y tenemos dentro a los intereses colonialistas y económicos del estadolibrismo. Después alegan que el cáncer es Roselló. Cáncer que advino, con Castro Font en virtud de su vieja militancia en el Partido Popular, y le abrimos las puertas. El PNP abrió el acceso a corruptos desde el año 2002. Fue el Caucus de la Mayoría azul quien hizo a Jorge de Castro Font el portavoz electo del Senado para que ahora en 2004, viendo a Roselló triste, caído como árbol del que todos harán leña, otros se burlen...

Amigo, se burlan. En su sillita roja, McClintock y él, lo miran sentado, cruzado de pena y brazos y los escarnecedores no alcanzan a ver las dimensiones espirituales que el jefe tuvo... La última persona que habría querido que se divida el partido, alegaría que es él; pero, dígale tal cosa a Orlando Parga, Lucy Arce, De Castro Font, Kenneth McClintock, Migdalia Padilla y Carlos Díaz»]

Con su directorio de fieles, Roselló González pidió que estos mencionados auténticos sean expulsados del Partido. Por de pronto, proceso y paciencia. Los viejos recuerdan los días cuando llegó a Puerto Rico, con la alianza y protección de Baltazar Corrada del Río... Hay una afinidad entre la doctora Ramírez de Ferrer y él. Ambos médicos y se explica la simpatía que se tienen en medio del divisionismo. «No creo que a Roselló le molesta que lo crean poco simpático», dice uno. «Es sangre liviana y la gente lo quiere», sugiere quien le supo sus devaneos con Zoé Lavoe. «Y él la colocó bien cuando tuvo el poder».

[… «Porque es generoso», lo defiende Ramírez. Poco antes de su obstinada pretensión contra Loubriel y McClintock, ella le recomendó que se tomara un asueto de calma, nuevo aire, yéndose a Boston, como cuando en el 2000, fecha en que se fue y enseñó en la JFK School of Government en la Universidad de Harvard. Es forma de descansar, organizar ideas. No se lo dijo, con estas palabras, pero, cuando ataca la obsesión de poder, el síndrome de no poder desvincularse de la cosa pública, se teje un cáncer. Ella ha visto con Romero Barceló el ejemplo en su propio partido. De eso sufre Hernández Colón y Doña Sila. Es el peor cáncer.

Oyéndola, echan ojos a Luis Guillermo Fortuño. A éste el poder lo ha llevado a consultar firmas de cabildeo para algo grande. El estratega Edward W. Gillespie, ex-consejero de George W. Bush y la firma Quinn, Gillespie & Associates, por ejemplo.

«Un pediatra sabe si bajar al nivel de significados emotivos del niño; por otro lado, dar confianza a Luis Fortuño no es sencillo». Ambos fueron «niños ricos»; pero, para Fortuño ‘ese niño de Roselló es demasiado canceroso’. Tiene algo mesiánico que no le gusta. Y hace galas anexionistas, esfuerzos exagerados por darse protagonismo anticolonial, y no reconoce mis credenciales»].

En las reuniones del directorio del Partido, Luis Guillermo dice que presidió una organización estudiantil de anexionistas por años hasta 1981 y la cofundó. «Roselló no me admite esas credenciales». Cierto es. Lo reconoce Rodríguez: «Lo estudiantil no vale. Haber sido yafo no vale». Sin embargo, ningún estadista ha sido tan exigente en Washington al demandar respeto a los plebiscitos, compromisos federales con dar las libertades y derechos que se pudieran pedir, como anexionista, que Roselló.
«La soberanía es asunto serio, carajo», han escuchado que lo dice así. Sobre todo, a los congresistas. «Don't push on me!» La soberanía que no es el separatismo, sino la estadidad.
La doctora Ramírez de Ferrer le pidió a Fortuño que, por razones de salud, trate bien a un hombre deprimido. «Es un patriota deprimido y lo destruyen quienes, por desobedecerlo y obstruirlo, no confían que él pueda organizar todavía en medio de esta crisis». Ella admira su liderazgo, valora sus proezas. «¿Cómo estarían las finanzas de este país si no hubiese vendido la Telefónica?»
País y sindicalistas dicen que «the 2 billion dollars-sale price was ridiculously low», ya que la PRTC / la Telefónica / generaba $100 millones de ganancias anuales a la fecha de la venta.
Oyeron el entusiasmo con que defendió la decisión. «Esto dí al gobierno con la transacción con GTE, $1.9 billones». En su opinión, hasta los mismos azules de La Palma no entienden que finanzas mejoradas no vienen solas ni sin opiniones encontradas de diferentes sectores. «Había que vender y vendimos por $1.9 billones». Ante una venta de este monto y sus políticas privatizadoras, Roselló no comió miedo. «Un día un Fiscal Federal para el Distrito de San Juan-Puerto Rico, Guillermo Gil Bonar, dijo que la corrupción tiene un nombre y apellido y se llama el Partido Nuevo Progresista, ¿no hice yo que Gil Bonar se comiera sus palabras?» Hizo que abandonara el cargo de Fiscal Federal porque un fiscal de una colonia, aunque tenga rango federal, a Roselló no lo asusta... Alega que su liderazgo vale, aunque le digan déspota.
Y el pasado 13 de agosto (del 2005) asumió los deberes de senador puertorriqueño. Define el procedimiento no como el inusual despojo al senador Loubriel, electo, sino como parte de «an internal party procedure». El abdicó en favor del ex-Gobernador.
Y, neutralizado éste, fue tras McClintock: «A mí no me harás lo mismo que a Loubriel con ese cuento («of an internal party procedure»); «soy el protector de los derechos constitucionales de los senadores, los mios y los ajenos».
El mongo l demandó al partido. Y Roselló, a los nervios. «Liderazgo es saber y lo hice».
 Busca a Fortuño con la mirada. Va a sacar a McClintock del hemiciclo, «con o sin tu ayuda», dijo. «Si hay reglas / Senate Rules 2 and 6 / requiriendo el consentimiento unánime para el cambio o la remoción de un presidente senatorial, cámbiese la ley. «McClintock shouldn't remain as Senate President just becaise he's a corrupt traitor». Toda ley humana es prescindible.
«Seamos pragmáticos».
«Esos seis senadores son unos payasos. ¿Quién pone su cabeza en el asador por Luz Arce, Migdalia Padilla, Carlos Díaz, Castro Font o Parga? ¡Yo no! y no pongo la cabeza, mi cabeza de médico y pediatra, por ningún líder obrero, por nadie que sea colonialista y delincuente».
Recordaron la época de rebelión de los sindicatos y el paro general que hicieron en el país. «Nada de eso me detuvo». Dijeron que Roselló fue duro con los macanazos contra tales sindicalistas. «Que se entrene en darlos y habitúe la Policía a dar algo más que multas porque esa misma lucha hay que darla contra la criminalidad».
Aunque dijo en 1999, que no buscaría un tercer mandato, esto es, no nominarse para la Gobernación en las Elecciones Generales del año 2000, no dijo: Renuncio a la ética de organización y liderazgo. «Eso no lo dije. La gente que me dio su confianza sabe que yo soy el organizador de Puerto Rico, tenga o no tenga un cargo. El verdadero liderazgo nacerá y morirá conmigo».
Ni sindicatos en protestas ni revoltosos contra la Marina en Vieques, en alianza con rojos de la diversa gama, lo asustan.
«No como miedo», dijo Roselló que fue su mejor promesa para Puerto Rico. «Mas me quieren con las manos cruzadas». Entiéndase que si está triste, apesadumbrado, al grado que mucha gente cree que está loco, es por la falta de confianza que expresa la base cuando se deja influir por rufianes. El Traidor de su propio partido, Kenneth McClintock, le jugó la mala pasada de ser terco y negarle la silla que, por derecho natural, es suya. La silla de la Presidencia del Senado.
«Saquémoslos a todos». Su directorio azul cree que es razonable tal cosa. Fortuño no.
Lo acusan de que cometió el error de anunciar que no competiría por la Gobernación. Fue como suponer que Sila María Calderón no se encarnaría como el 'demonio rojo', capaz de apropiarse del ejercicio del poder. El ex-Gobernador cavila dolorosamente sobre el hecho. A veces se compensa, con alguna batalla en el ciberespacio. Juega a que venció a Sila en el 2000 y no se fue a Boston. Habría sido posible en la vida real tal victoria si el candidato contra ella hubiera sido él.
«Fueron ocho años los que bregó con ladrones», piensa en silencio, «para echarme un tercer término de corrido».
Ella fue la primera mujer electa gobernadora; pero no porque venciera a Roselló. Derrotó a un funcionario palurdo, mediocre, entonces, su Secretario de Transportación y Obras Públicas.
«¡Pesquera!»
Cómodo, ancho en su silla, Fortuño también medita una etapa en que se sentía enfermo, así como 'Roselló, hoy desquiciado', el viejo que se siente ahí, casi mordiéndolo en el codo. Cavila que tuvo unas pesadillas asquerosas e insufribles. Vacas flacas, vacas gordas. «Me molestan. Me inquietan; no que me deprimieran. Jodidas pesadillas, sí, puesto que se repetían en medio de la extraña podredumbre». Sobre tales pesadillas, comentaba con Pedro Rafael Pierluisi, Oyó el consejo. «You must understand the hidden notion of the conflict».
En 1993, cuando Roselló juró como nuevo gobernador, probó que no había roñas con Luis Guillermo. Sensación de ambos saberse dos pedantes, jueyes que no caben en la misma cueva, la hubo. Para este tiempo, Romero fue el Comisionado Residente hasta el 2001 y le dijo a Roselló: «Asegúrate que a Luis se le ofrezcan las posiciones de persona valiosa al Partido. El muchacho vale». Ahora entiende que con Roselló él ha sido menos fiel que con Romero. Tiene razón si el viejo médico se quejara: «Todos los secretarios de gobernación y miembros de Gabinete que seleccioné son como hienas. Ladrones. Infieles. Traidores. Dejan que yo muera solo».
A sus fieles, incondicionales que son tan pocos, siempre les habla sobre el defecto de Carlos Pesquera, «que no supo hacer el trabajo». Sila se lo echó al bolsillo. Uno falló, por incompetente, Pesquera. Otro, en el 2004, el anglicano prieto, el Chino McClintock, por traición. De Fortuño, a sus escasos leales, les ha dicho: «Que su codicia es grande. Aún más grande que la de Rodríguez Emma, quien se fue Miami después de lucrar con la venta de la Telefónica», en magnitudes tan grandes que Roselló no lo quiso creer. Quiso que lo tragara la tierra y se fue al Estado de Virginia a esconderse.
Y, por su parte, Pesquera se queja por la mucha corrupción que hubo en el gobierno de Roselló, «una parte de la culpa es suya» al no cerciorarse a tiempo de lo que había. Mucho fango. En estos tristes días del fracaso ante Acevedo Vilá, Fortuño razona igual que Pesquera, y lo hace comerse las uñas de ira. «Mas no puedo odiar a Roselló porque Romero Barceló sólo me dio consejos, mas este déspota me dio las mejores secretarías de su gobierno; me dio experiencia y orgullo».
Fue tan ofensiva la campaña publicitaria que condenara la corrupción bajo el gobierno de Roselló, que Fortuño se la ha internalizado. Está, en cierta medida agradecido. «Me diste la oportunidad, no la experiencia, yo tenía el colmillo, Pedro José»; pero, no le ha querido reconocer que la precocidad es suya. Cuando Roselló se lanzó al ruedo político, Jaime Fuster lo venció. El si fue a Washington. «Tuvo sus fracasos y no me habla con humildad. Es bueno que me vea crecer y que sufra».
«¡Dense un abrazo! Olvídense de ofensas», todavía pedía la doctora Ramírez.
«Que vea primero a un brujo y sepa la salazón que tiene», replicó Fortuño con desagrado. «Yo lo hice. Un amigo preocupado, Pierluissi Urrutia, me dijo: You must understand the hidden notion of the conflict».

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Indice / Las hienas / 31. Micropolítica de la carroña / 32. Myriam en la Lomita de los Vientos / 33. El rey de la feca / 34. Augusto Sánchez y la fábrica de bebés / 35. Chacón y Fortuño: Cómo asesinar a Osiris / 36. La corona de Moazoel en la cabeza de Reinaldo

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