Sunday, June 22, 2014
EL ARRIESGADO / CARLOS LOPEZ DZUR
EL ARRIESGADO
Estos que entraron a la pisca por uvas,
de por si arriesgados alambristas, mojados,
brinca-verjas, pollos que a trasmano
llegan, picotean, éstos que sólo son mangajos
de su esfuerzo tras el muro, a ojo
que son de todos los colores.
Hay blancos y lambrijos.
Muchos con ojos azules.
Otros, también sin documentos,
hijos de Toci, abuela de los hombres.
Con la piel oscura y escasa venustez
según lo juzga el Matoco.
Lo cierto es que, al fin y al cabo, entran
aunque les cueste un huevo. Avanzan por monte
de jarales, con sol sediento arriba, con noche
de serpientes y yerta luna, abajo.
Se quedan y trabajan hasta quedar matungos,
exhaustos, explotados, porque hay siempre
el más listo, faquín de poderosos,
son quienes maznan sus fortunas,
maquilando a su hermano
pero no se rompen las costillas
como ellos, en trabajo.
Mas, ¿ya qué? Los arriesgados llegaron
y finalmente no hay modo de evitarles.
Border Patrol no puede. Para sacarlos del país,
hay que hostigarlos, perseguirlos
con años espionaje hasta que al fin sea posible
mandarlos al carajo con la cara lechuga
de algún viento fresco, descarado.
09--9-2000
De EL HOMBRE EXTENDIDO [2014|,
De CARLOS LOPEZ DZUR
*
QUIEN QUISO VOLAR
El secreto quiso ser pájaro porque el Ser dijo:
Existo y el triunfo se durmió en el vuelo
y había un silencio en la sal que era la vida
y una dirección ciega, sin palabras todavía.
No tenías, pobre basca, tu nido.
Sólo eras el dueño de la primera mirada
de las cosas, eras mudo, relámpago.
El pájaro se ensanchaba por los aires,
creyéndose su aliento.
Y fundaba la gravedad
con tristes cantos, su trino, su mudo trino.
Y yo aprendí a darte un nombre: triste pájaro,
jaula triste, mi lamento, sed sublime.
9-12-1980
*
EXTRANJERO DESDE MIS HUESOS
¿Cómo fue que me redujeron a nada
y me advertí como extranjero sin serlo
entre mis propios huesos?
¿De qué modo me exiliaron de mi sangre?
¿Por qué se odia mi concreta sombra
y semejanza sobre el mundo?
Sencillamente, me predicaron en abstracto.
Desde niño me dijeron...
el pensamiento sensual es ciego,
burdo, infame. Arguyeron que mi yo interno
es una afrenta de lujuria.
Que la materia y la mente son opuestos.
Que la existencia material es falsa
Que debo espiritualizar el pensamiento.
Desde entonces yo peco cuando beso.
Mis premisas materiales son abominables.
Los espirituales no me quieren a su lado.
La masa es temporal.
Yo soy pobre diablo finito de energía.
La sustancia es la moneda de los pobres.
De los asquerosos y sensuales.
2.
Después me dijeron que yo debo ser mudo.
Que no hay vibraciones dispersas en el aire.
Los sentidos reales, los únicos, son espirituales.
Sí, me dijeron y mi nariz sigue encantada
por aroma de azucenas y efluvio de geranios.
A mi boca la deleita la naranja
(pero no debo morder frutos prohibidos).
Por eso estoy callado, mudo, sin aliento.
2-15-1983
*
El sequedal de Huêhuêteotl
Te volviste un sequedal en mi memoria,
piedra ámbar que atraes a quien te ofrezca
su humildad de garabato.
Los que sacan los piojos a tu cabeza repulsiva
de Huêhuêteotl contigo están y se llaman tus adeptos.
En tu altar ofrendan el fenomenismo absoluto.
Pero en vano buscan en las llamas de tu fuego
y por tí no meterán sus cabezas al asador.
No verán la estrella del Polo ni el Sol de Tonatiú.
12-1-1979
*
EXTENSION DEL KAIROS
Pequeño Kairós, primero de los dioses terrenales,
primera de las piedras sufrientes, voy a darte
la historia verdadera, el tiempo justo,
la ocasión oportuna y propicia.
No te quiero detenido, con el peso
de la historia por inercia, por la angustia
del pasado por memoria. Tuya será
más allá de la Eternidad y los múltiples entes
de la Physis, que ha congelado el tiempo,
la porción razonable, lo uno
sin decretos criminales,
lo uno que no pierde su gozo.
De EL HOMBRE EXTENDIDO [2014|,
Primera edición preamiado en 1986 en UCI, Irvine
Monday, June 16, 2014
COMEVACAS Y TIZNAOS; PARTIDAS SEDICIOSAS / CAPITULO 3 / CARLOS LOPEZ DZUR
BIOGRAPHY / Biografia de C. LOPEZ DZUR / PRENSA BOLIVARIANA / Contenidos bolivarianos en Cinco Libros de Cuentos de Carlos López Dzur / MEMORIAS DE LA CONTRACULTURA // EL PUEBLO EN SOMBRAS / Crítico del imperialismo: Comediante alemán / EL LIBRO DE LA GUERRALAS HIENAS: BESTIARIO COLONIAL / Memorias de la contracultura / Cuentos para esoteristas / ESTETICAS MOSTRENCAS Y VITALES / EL HOMBRE EXTENDIDO / LOPE DE AGUIRRE Y LOS PARAISOS</.A> / ORGANUM: TEORIA DE LA SUSTENTABILIDAD / LIBROS DE CARLOS LOPEZ DZUR / LAS JUDERIAS / TETH: MI SERPIENTE / BIO-BIBLIOGRAFIA DE CARLOS LOPEZ DZUR / LAS CARPETAS DE NINTU / LIBRO DE AMARQUISTAS / TRADUCCIONES
Capitulo Tres
LA SIMPATIA POR CUBA Y EL FACTOR GEOPOLITICO
La influencia de
la guerra independentista en Cuba (y que estuvo en pleno vigor antes de la
invasión) fue factor influyente en la formación de los movimientos de
resistencia al invasor norteamericano en Puerto Rico. Esa guerra daba ánimos: Doña D. Prat. [1] Había una expectativa romántica en la
materialización de Cuba como república libre que ocurriera en Puerto Rico
similar cosa parecía más lejano; pero, por la alegría de una Cuba soberana, la
gente se consolaba de sus frustraciones históricas: verse en dos tramos de
historia, primero con España y luego con los Estados Unidos de América, sujeto a la imposición de una ciudadanía imperial, tal como la describia José Martí y Albizu Campos, dos apóstoles: La
ciudadanía imperial se impone a los naturales de una nación sometida,
solamente, con el propósito de disolver a la nacionalidad victima de la fuerza
y para consolidar el régimen militar a que se le somete.
El pueblo natural quiso decir con
tan breve planteamiento, su interpretación conclusiva e inquietante, que se
fuera pobre o rico, español o criollo, negro o mulato, en Pepino, después de la
gesta liberadora de Lares y el periodo conocido como los años del Componte, hubo
un consenso sobre el destino de Cuba. La Antilla Grande mereció la libertad y
ni España ni los EE.UU. la sujetarían a cadenas, con el beneplácito de los
pepinianos. Con la libertad de Cuba, los pepinianos soñaban a lo guajiro y dándose una compensación inmensa
al identificarse con la manigua. Mas
este sentimiento eran tan real que se evocaba acción y se ejemplificó con al boticario
Geraldo Forest, quien un cierto día cerró su negocio en Pepino y marchó a la
revolución en la vecina antilla.
Se
invocaba a los puertorriqueños que materializaron, con su participación, un
ideal antillanista y fe heroica en que la República de Cuba sería posible en
pocos años.
Para entender la influencia que el confeso anarquismo
de Clementina Urrutia y Doña Luce tuvieron en Pepino, han sido útiles varios
testimonios recogidos del negro González Cubero, cuya familia es una de las
pioneras de Pueblo Nuevo. [2} Según él,
después que las tropas americanas se fueron de El Tendal, «mucha gente
empezó a ir... y algunos techaron como pudieron una casita y se quedaron ahí;
decían que era una promesa que a ellos les habían hecho»; se realizaban
mítines, a los que se invitaba a la espiritista de Camuy, doña Luce, y a
Clementina, la española, que también recitaba versos y ponía a llorar
a la gente. Mucha gente rica del Sector-Pueblo, de los blanquitos,
al decir de González Cubero, «bajaba la Loma y se venían a oírlas». Por
ejemplo, Echeandía Medina, Aurelio Méndez, Severiano Cabrero, Pablo E.
Rodríguez, Primo Martínez y el Dr. Cancio.
Con el tiempo, oyéndolas en los mítines, Martínez
González aprendió del ejemplo de elocuencia y compromiso que ellas dieron. La
gente sin casa había construido su barriada; el lenguaje político tenía
más vigor y sustancia que el lenguaje de las tribunas en la Plaza Pública donde
los barbosistas y unionistas parecían políticos timoratos, incapaces de
reinvindicar a los sediciosos y anti-peninsulares del 1898. En Pueblo Nuevo, se
celebraron los triunfos de la Revolución Bolchevique y, quizás ingenuamente,
por querer dar continuidad a ese homenaje, o por darlo a Doña Luce y la memorisa
de sus recitaciones de versos a la clase obrera, entre antorchas y aplausos, la
gente de Pueblo Nuevo designó una loma en honor a Stalingrado. Fue, si
acaso, un homenaje póstumo al espíritu de los alzados de 1898 y a los primeros
socialistas realengos que descubrieron serlo, aun dentro del ejército de los EE.UU.
No obstante, a la luz «del régimen irresponsable continuado por el Acta Jones» (P. Albizu Campos, loc. cit.).
que es el que posibilita los primeros militares y decantados héroes ante el invasor residente, los
anarquistas y nacionalistas verdaderos hacen su propio análisis. Son ellos
postulan puntos de vistas no ilusionistas ante el hecho de los intereses de los
nuevos ocupantes norteamericanos que
roban la riqueza del país y «lo hacen depender de su voluntad, en
virtud de ese feudalismo forzoso, a una mayoría del electorado del pais» (ibid.)
Discuten sobre el diseño de una resistencia y contrapropaganda. Entienden que, entre los desafíos que trae el
nuevo coloniaje, está el
derivar lecciones nuevas en torno a la vieja simpatía por Cuba y la real
naturaleza de los pretendidos protectorados con Cuba y Puerto Rico. «En
otras palabras, se inquiere, si debe establecerse la Republica con el
protectorado de Estados Unidos» (ibid.) y la pregunta seria se hizo la
tarea de análisis en San Sebastian del Pepino y en los distintos pueblos en
Puerto Rico, hasta entenderse que tradicionalmente ‘el protectorado es una
agresión’ [Albizu: Escritos, ps. 202-211].
Entre la clase artesanal de Pepino, en los principios de
este siglo, se leía literatura espírita, masónica y anarquista. «Mucho se
leía en secreto, en reuniones», alegó Prat. De hecho, Juan Tomás Cabán,
artesano y otro de los líderes intelectuales de las Partidas, fue masón, pero «el
masonismo de ellos tuvo más de carnaval y espiritería que de ideas para
organizar a la gente decente y solucionar problemas» [Prat]. Ella
rememoraría, con convicción y conocimiento, sus anécdotas sobre anarquistas
que pasaron o se establecieron en Pepino y que lo hiciera presupuso que ella
tendría una noción sobre los postulados de esta ideología, aunque el
conocimiento que manejara sobre el tema no fuese suficientemente coherente y
profundo. En su caso particular, dado a
su interés por Cuba, donde se fue su padre (Manuel Prat y esposa) y su interés
por Barcelona donde estaba su parentela,
cavilo sobre el sentido de la ocupación militar, el protectorado
norteamericano en Cuba, los privilegios de intervención que poder ocupante se
daba y, en fin, que ante tan confusas situciones que cavilara, incluyendo el
peligro de la anexión de Cuba por los EE.UU. y la amenaza del prócer Juan
Gualberto Gómez de ‘volver a la manigua’,
alguno tendría que echar alguna luz. Al
menos, tenia alguna confianza de que Cuba, a la altura de 1898, sobreviviera a
la pretensión de anexión, y que la estrategia fuese del protectorado no creara
las mismas consecuencias que en Puerto Rico. Los anarquistas / con los que
Clementina tanto simpatizara / le orientaban sobre eso.
Entre los presuntos simpatizantes anarquistas sobre los
que hizo alusión, están Dominga Prat, su tía y su esposo, en España y quienes
enviaban a Eulalia Prat material de lectura (artículos de Pí y Margall, etc.),
su pariente política Clementina Urrutia; también a una mujer que llamara La
Gitana y el hijo de ésta, El Chino, quienes vivieron en Nueva York y
vinieron, «huyéndole a la influenza». La actividad de estas mujeres y El
Chino la confirman fuentes escritas: cf. Dr. Forteza, In Memoriam: Para Una
Gitana, En el Año Que Vota la Mujer, en: La Voz del Pueblo (Aguadilla), del año 1932, reproducido de Fígaro (La Habana, Cuba, Dic.
1924). El Dr. Forteza hizo una colecta
pública para el entierro en Camuy de la señora Lodze y la elogiaría en su
escrito como una mujer culta, socialista y feminista, pese a que moría en la
miseria, ya muy anciana.
Es él quien observaria que su nombre real es Luvica
Lodze, aunque ella, por su acento y precauciones de su activismo obrerista y
anti-español en New York, en favor de la causa de las antillas, accedió a ser
llamada Luce, La Gitana o la espiritista; cf., veáse además: Jacob
August Riis, periodista de las publicaciones Tribune y Evening Sun,
de New York, quien fue autor de estampas periodísticas que describen las
viviendas miserables, los arrabales y maltratos sufridos por los inmigrantes
pobres en la ciudad más progresista y pujante de aquellos tiempos, Nueva York.
Algunas de las crónicas las dedica a los terrores de la influenza, los
inmigrantes enfermos y los perseguidos. Las recogió en un libro titulado How the Other Half Lives (1890). Una de
sus estampas periodísticas está dedicada a las familias Kirguis y Lodze de
Kajastán, precisamente, ascendentes sanguíneos de La Gitana e hijo.
Doña Luce o Lodze siguió a Clementina Urrutia hasta
Pepino y, según el testimonio de Prat, González Cubero y el Dr. Forteza, ella
fue quien trajo a la palestra pública del Pepino el tema de la jornada de ocho
horas y la participación de la mujer en la vida política. Doña Luce se atrevió,
ya fuera de sus círculos newyorkinos, a criticar a José Martí, [3] a quien
admiraba, por no ver qué suciamente la prensa antiobrera y racista de los
EE.UU. trataba de frenar el desarrollo del proletariado.
Cuando esta señora Urrutia aún no había llegado a Puerto
Rico, un evento había sacudido la opinión pública estadounidense, de Chicago a
San Francisco, de norte a sur, y fue el bombazo en Haymarket Square [4] en
Chicago, acaecido en mayo de 1886, y el disturbio ocasionado cuando un
contingente de ciento ochenta policías intentó dispersar una multitud reunida
(cerca de 1,500 personas). Doña Luce, como ella, asimilaron este incidente como
un hito ideológico para sus conciencias, al punto que se identificaron con los anarquistas
de Chicago, a quienes describieron como mártires inocentes. A partir de este incidente fue obvio que estos temas merecen discutirse
en reuniones y prensa obrera.
La elaborada versión interpretativa de José Martí sobre
el fatídico 4 de mayo de 1886 se publicó en español en La Nación (Argentina) en enero de 1888, por lo que pudiera haber
sido leída, por ambas mujeres. «Había en Pepino quien hablara de eso, de la
Huelga de Chicago, y eso fue cuando Barbosa se hizo fuerte en la isla y su
partido comenzó a ganar votos», diría Rodríguez Rabell; [5} pero,
extrapolada su afirmación con otra de González Cubero, se aseveraría que «fue
la gente que quemaba a los españoles, la gente de Camuy y que andaba con don
Lino» (el maestro Lino Guzmán) la que trajo el tema a Pueblo Nuevo.
Es que hablarse de los mártires de Chicago y de cómo es posible asestar un buen susto a
los enemigos del pueblo cubano fue lo mismo. El pueblo reaccionaba a tres cosas
interesantes a juzgar por reacciones suscitadas como en cadena. Un socialista
puertorriqueño, Ramón Romero Rosa, diría
en saludo a que la Federación
Regional Obrera enviaría a los Estados Unidos una delegación para
estudiar las condiciones laborales vigentes en los EE.UU., es decir, dento del «inmenso progreso de la Gran Nación». Esto fue miel para la boca de
Santiago Iglesias; pero, el jefe de la Policía de Aguadilla en marzo de 1899 todavía
prohibía el derecho de reunión y discusión pública de los asuntos de su agenda,
no otros que luchar por un modelo lo más parecido posible al estadounidense en
la educación y salud pública, jornada de 8 horas de trabajo, el fin del
impuesto a las ventas, cocinas o comedores públicos y licencia por maternidad
para las mujeres. El deseo de promover esta agenda desde el periódico El Porvenir Social fue tan estruendoso
como las críticas al anarquismo hechas por Martí y otros que discuten como «arbitrary and reactionary actions that are prejudicial» las acciones emprendidas.aribb
Se había producido además el acto temerario de Alvarado.
[6]
El 28 de abril de 1896, Armando André Alvarado, patriota de Cayo Hueso,
hizo estallar una bomba en el palacio de Valeriano Weyler, capitán general de
la isla de Cuba y apodado El Carnicero. El muchacho de 24 años burló a
las autoridades. Al saberse sobre este episodio localmente, a viejos rebeldes,
como Avelino Méndez Martínez y muchos Font que fueron separatistas y ex-miembros
de El Porvenir (Miguel, Manuel, Ramón
y Rodrigo), en este pueblito de Pepino renacieron bríos. Todos estuvieron
asociados al movimiento armado de Lares, cuya revolución hermana fue la de
Cuba, el Grito de Yara, en 1868.
En siglo de tardío romanticismo y
tropicalosas bohemias, el asesinato de Cánovas del Castillo, presidente del
Gobierno de Sagasta, en 1897, y el posterior asesinato de lsabel, Emperatriz de
Austria, por otro anarquista italiano en Ginebra, hizo que se especulara que
las sociedades de camorra (que
aterrorizaban a Nápoles) [7] encendían la violencia dondequiera. Surgió el
temor a las invasiones de anarquistas, así como de que éstas brotaran como
azote para las antillas. Así se había pensado durante los tiempos de los
inmigrantes caraqueños y la Cédula de
Gracias a la isla de Puerto Rico y otras antillas.
Del conservador Cánovas del
Castillo, [8] el Pacificador, se criticó duramente el nombramiento que
hiciera de Romero Robledo, como Ministro de las Colonias. Este político,
carente de escrúpulos, fue terriblemente repudiado en las posesiones
ultramarinas y en la misma España y provocó la caída de Cánovas. Sagasta
formaría el nuevo Gabinete Liberal. De hecho, más proclive a dar mayor grado de
autonomía a las Antillas.
Una nueva crisis de gabinete ocurrió
en noviembre de 1894. Se perdió un tiempo valioso, pero, al fin, Buenaventura
de Abárzuza fue nombrado como Ministro de las Colonias, con la esperanza de que
proveyera el curso de la nueva política hacia Cuba, con la cual Antonio Maura,
ex-Ministro de las Colonias, tendría sus diferencias con el recién nombrado en
cuanto al alcance de la autonomía que se concedería.
No lográndose amainar la agitación
independentista, a pesar de que las medidas liberalizantes fueron muy bien
recibidas en La Habana, no así lo fueron en el interior de la mayor de las
antillas (Cuba) que, en 1895, dio indicios de mayor auge revolucionario, como
ilustró el Grito de Baire.
Para el 24 de febrero de 1895, el
Gobierno de Sagasta restaba su importancia a la rebelión, lo que sumó otro
error al panorama. Sin embargo, el Capitán General y Gobernador de Cuba, Camilo
Polavieja, quien había renunciado en protesta por el nombramiento anterior de
Robledo como Ministro para asuntos coloniales, hizo advertencias muy distintas
y fue desoído. Razón de su renuncia.
Desde 1891, P. M. Sagasta había
designado al Almirante Pascual Cervera y Topete como su Ministro de Marina. La
vuelta de Cánovas del Castillo crearía otra grieta para el caos que el último
gabinete liberal, antes de la Guerra con los EE.UU., heredaría. Desde el 10 de
marzo de 1895, España comenzó a fortalecer su poderío militar en Cuba, no
previéndose otra cosa que sofocar a los mambises libertarios. Una fuerza
expedicionaria de 6,000 tropas llegó a La Habana.
El General Martínez, sofocador de
anarquistas catalanes, al decir de Dolores Prat, [9] también fue enviado a
Cuba. Las actitudes de éste contribuyeron a que la propaganda novelera y
conservadora motejara como anarquista a muchos liberales. Ni el mismo Dr. R. E.
Betances, Luis Muñoz Rivera y otros patriotas puertorriqueños, se libraron del
epíteto.
Fue la nueva jornada de gobierno
conservador de Cánovas del Castillo [10] la que enviaría al general A. Martínez
Campos a Santiago de Cuba y, con él y tras sí, una columna de 1,000 soldados
españoles.
Añadiéndose a Martínez Campos, «sofocador
de catalanes, mambises y anarquistas», llegó a Cuba el General Valeriano
Weyler y Nicolau, el 10 de febrero de 1896. Este impuso una estrategia de
aislamiento de la población rural, creándose campos de concentración, siendo la
primera vez en una guerra moderna que se utilizaran tales formas de cruel
hacinamiento y trabajo forzoso. Para finales de 1897, se había relocalizado a
más de 300,000 cubanos en tales campos. [11]
Sería la protesta internacional,
especialmente, la originada desde los EE.UU., la que desacreditaría los métodos
de Weyler, pero éste fue quien asestó los golpes más rudos a los insurrectos
cubanos en lucha por independencia. El mallorquín Weyler (por su campos de
concentramiento) hizo tanto daño al prestigio de la causa autonomista y las
políticas reformistas de P. M. Sagasta para las colonias españolas, como las
decisiones erráticas de Cánovas del Castillo y la elección de William Mckinley
en noviembre de 1896 como Presidente de Norteamérica. El 26 de junio de 1897,
la cancillería norteamericana envió un despacho a Madrid con el Embajador Dupuy
de Lôme con críticas a los métodos de guerra y la inhumanidad de España en Cuba.
Aunque el 6 de noviembre se había concedido una amnistía para prisioneros
políticos cubanos y otro decreto real de sufragio universal para Cuba y Puerto
Rico (22 de noviembre), Cuba había sufrido tanto con el encono represivo y la
saña por parte de los españoles que Máximo Gómez, el dirigente de relevo tras
la muerte de Maceo, anunció que la materialización definitiva de la República
Libre de Cuba sería irreversible, y despreció el Estatuto Autonómico del 26 de noviembre y la súplica con que Blanco
Erenas avisaba como solución que los insurgentes de Máximo Gómez se aliaran a
las tropas españolas para expeler a los invasores en ciernes, que serían los norteamericanos.
En Cuba, se rehusó cualquier alianza
de los cubanos con el enemigo peninsular.
¡Hasta era preferible contribuir
junto a los yankees para el objetivo de una sonada derrota del régimen de
España!
El entrevistado Antonio González
Rodríguez, [12] residente en Perchas (San Sebastián), para los días de la
entrevista, nos brindó comentarios sobre los sentimientos que su familia tenía
por la causa cubana y el revuelo ocasionado por Alvarado y su atentado contra
el Gobernador español de Cuba. Dio su reacción al asesinato de Antonio Cánovas
del Castillo en Guipúzcua, siendo que este figura popular en Puerto Rico siendo el presidente del Gobierno español en turno con P. M.
Sagasta.
Un anarquista italiano, conocido
como Michelle Angiolillo, confesó el asesinato y dijo cometerlo en venganza por
las ejecuciones habidas de otros anarquistas catalanes del 4 de mayo de ese año.
Cánovas, jefe del Partido Conservador e incansable luchador por la restauración
de los Borbones, estaba leyendo un periódico, sentado en un banco en el
Balneario de Santa Agueda, cuando el asesino mencionado se le acercaría
sigilosamente y le disparó una bala en la cabeza.
«La simpatia por la libertad de Cuba
en mi casa era fuerte. Eramos criollos, todo el mundo sabía de Betances y
Martí, y de los boricuas que se iban como Forest a dar su respaldo y, por otro
lado, sabíamos que la muerte de Cánovas no era muerte casual, sino anunciada.
Había violencia campesina y obrera en España; lo que no imaginamos es que la
iba a ver en Puerto Rico. Había violencia por lo mismo que la había en Chicago
y otros puntos de la Unión Americana. La pobreza ya era insorportable en España
y aquí. Donde se tenía la idea de que no la había tanto era en la Unión
America», nos diría.
Cuando asesinaron a Cánovas, Antonio
tendría no más de siete años de edad, más suficientes para entender que a su
padre la muerte le daba una buena señal. Las masas despiertan y muestran su madurez cuando con los magnicidio
se envía un buen mensaje. Su padre era inpendentista de línea dura. Su familia, parentela paterna y tíos, habían
conocido la época del General Romualdo Palacios, la de los Compontes y esos
relatos no eran cuentos de cuna en la boca de su madre (Ana Rodríguez),
cocinera del hacendado mallorquín Joaquín
Vidal Roselló, con finca en Perchas como la de su padre.
Amigo de Joaquín Vidal,
«mi padre y él pasaban horas, durante las tardes en plática que ponían orden al
mundo en sus imaginaciones, no en la realidad, pero entre sueño y sueño y una
mecida de butaca o de jamca, lo que buscaron fue consolaciones, pues remedios
son pocos» El recordó, en base a datos ofrecidos por sus
padres, que «había rivalidad entre catalanes y caraqueños», no siempre fue así. Dijo que el
inmigrante caraqueño Don Andrés Cabrero Escobedo (n. en Santander, España),
influyente ex-Alcalde y hacendado, con Manuel Prat hizo buenas migas y negocios.
«Don Manuel fue de los que se fue a Cuba,
cuando nadie lo esperaba. Con Cabrero se llevó bien, aunque a veces, eran como
perros y gatos. Por lo único que Cabrero simpatizaba con Prat sería que ambos
creían en el progreso, las máquinas y la industria, no como los anarquistas de
su tierra. Tocar el tema de los
anarquistas, la independencia de Cuba y la de Puerto Rico les exaltaba los
ánimo. Se parecían en lo apasionados que eran por la política. Sí. Papá era
como ellos, Imagino ese sombrero de tres picos, Manuel Prat y su obsesión con
Cuba y los barcos, Vidal y sus molinos hidráulicos y Cabrero con su afán por
trenes y electricidad, todos llenos de ideas y echando en poco lo que hacen los
políticos…» [13]
*
Bibliografia
[1] Entrevistas con Doña Dolores Prat Prat, viuda de Alicea, realizada
en Mirabales 10 al 18 de diciembre de 1972. Notas y transcripciones. Ella fue la única hija de Eulalia Prat Vélez y Cadafalch
(1830-1890), cuyo padre y tíos fueron prósperos hacendados en Mirabales, Cidral
y Las Marías. Esta familia se fue a la ruina, desde 1865, cuando sus padres se
mudaron a Cuba. Doña Lola, como fue conocida, nació en el 5
de mayo de 1869, no utilizó el apellido Nuñez de su padre ni fue bautizada en
la Iglesia Católica, porque fue fruto de una violación sexual a su madre,
Eulalia Prat Vélez (1830-1890). Tenía 103 años cuando fue entrevistada para
este trabajo y su memoria fue clara y poderosamente coherente. Desde 1919,
estuvo viuda de su segundo esposo Julio Alicea Güemes (1866-1919).
[2] Entrevista con
Manuel González Cubero, octogenario a la fecha de la entrevista, realizada en su
hogar de Pueblo Nuevo, del 19 al 23 de octubre de 1977. Notas. Este relator tenia el conocimiento sobre quien (Blanco
Ortiz) se reclutó en el Ejército invasor, yéndose a
Cuba con los estadounidenses. Su regreso fue marcado por la decepción. Recordariamos a Albizu cuando decía:
«La ciudadanía imperial ha sido atractiva siempre a algunos de los naturales
del pais invadido, por aquello del apotegma político que dice: que a los
hombres no interesa tanto la libertad como formar parte de un ejército vencedor,
aunque sean esclavos en ese miésmo ejército» [Extractos de este discurso y escrito
fueron publicados el 13 de diciembre de 1930 en los periódicos El Mundo y El Imparcial y después recopilados para el ensayo Nacionalizacion de la riqueza extranjera, en:
Pedro Albizu Campos, Escritos ed, Laura Albizu-Campos, Meneses y Fr, Mario
A. Rodriguez León (2007)]. En este bellísimo ensayo
albizuista el prcóer discute el por que los EE.UU. concedió la ciudadanía
imperial a los puertorriqueños (‘imponiéndonos su ciudadanía’ que tiene la
osadía de negarnos nuestra ciudadanía
natural’, en 1917). Ver Escritos, op cit., IV y V, ps. 73-78.
[3] Cf.
José Martí, Class War in Chicago: A
Terrible Drama (1887), en: José Martí:
Selected Writings (Penguin Books, New York, 2000), ps. 195-219. Las criticas de Urrutia dibujan no solo a una voraz
lectora de gacetas anarquistas, sino a una de las pocas de quien la señora Prat
se confiaba porque transparentaba la convicción de entender cómo la intervención estadounidense en
Cuba (la Enmienda Platt, por ejemplo) lo arropaba todo: las bonificaciones
arancelarias de privilegio para el invasor, las opciones de adquisición de
tierras, el bloqueo de legislación constitucional que prohibiera a los extranjeros
de poseer bienes raíces en la Republica y, en consecuencia, la riqueza mas
valiosa de Cuba pasó a manos yanquis.
[4] El acto
dinamitero conmovió el Establecimiento estadounidense porque, entre las once
personas muertas y el centenar de heridos, había siete policías. La llamada Huelga
de Chicago tiene una importancia histórica porque fue parte de una de las
primeras campañas por la jornada laboral de 8 horas. La manifestación huelgaria
degeneró en motín cuando llegó la policía a sofocarla y un huelguista fue
muerto a balazos por la policía. «Seven
policemen were killed, some apparently as a result of bullets fired into the
crowd by their fellows. Eight anarchists were convicted of the crime on very
flimsy evidence and four of them were hanged».
La evidencia que vinculara a los organizadores de la
huelga y con el lanzamiento de un artefacto dinamitero fue escasa y dudosa. El
11 de noviembre de 1887 se ejecutó a cuatro de ellos. «Although the strikers were uninvolved in the bombing, the incident
caused a reaction against them and against organized labor in general. The
eight-hour movement suffered a serious setback». (Garraty,
loc. cit, p. 185)
[5] Entrevista con María L. Rodríguez Rabell,
loc. cit.
[6] ibid.
[7] Son los
críticos más acerbos de la agitación del orden social, el pistolerismo y, en
particular, de las Partidas Sediciosas, quienes asociaron el gansterismo,
o el estilo mafia italiano, al anarquismo, invocándose para hacerlo ciertos
elementos: la peculiar secretividad de la Camorra napolitana de 1820 y
el poder que adquirió ya para 1848, los rituales masónicos, el disfraz
(pintarse las caras) y la ambición política siquitrillada tras bambalinas. «From 1848 it began to intervine in politics and continued to be a
very real menace until 1911, when severe judicial action led to its extinction» (p. 186).
En este sentido, es que Echeandía
Font aludiría a los comevacas y tiznaos, al designarlos como camorristas,
vividores, que buscaban poder. Para él, del ex-funcionario municipal Juan
Tomás Cabán, Avelino Méndez Martínez y otros en Pepino, hasta líderes grandes
como Muñoz Rivera y José de Diego, cuando fue fiscal, dieron protección a los
campesinos armados; empero, la burguesía local les consideraba, pese a su prestigio,
una partida de extorsionistas»; «bajo el imperio de Don Luis I, de
Barranquitas». Cf. véase el editorial Respirando
por la herida en: El Regional (San
Sebastián, Puerto Rico), 4 de noviembre de 1914.
Sin embargo, el camorrismo, al estilo gansteril de
Nápoles y Nueva York, tendría muy poco que ver con agendas obreristas y
anarquistas, ya que la sociedad secreta Camorra comenzó entre
prisioneros en galeras, degenerándose tal en un movimiento egoísta e inmoral. «The exacted tribute from traders and brothel-keepers alike». (loc. cit)
Quienes alegaban que los campesinos en armas que, en
Pepino, se tiznaban las caras como los camorristas para no ser reconocidos
(Andrés Jaunarena, Font Echeandía, etc.), es probable que hayan confundido y
asociado la sociedad secreta, llamada Camorra con la que también en
Nápoles surgió con el objetivo de derrocar los gobiernos despóticos y
extranjeros y que fue llamado los Carbonarios. «(Carbonari) ... the name means charcoal burners
and was assumed by a political secret society in Naple formed about 1808...
They meetings was called a 'hut', the inside 'the place of selling charcoal',
the outside 'the forest', their opponents 'wolves', etc. Much of their ritual
was drawn-from Free Masonery and kindred societies grew up throughout Italy and
also France». Los Carbonarios se fundieron con el movimiento
La Joven Italia durante la década de 1830. Entre los miembros destacados de
este grupo estaba el poeta inglés Lord Byron y Mazzini. Vea: Brewers's Dictionary of
Phrase & Fable (Ivor H. Evans, 14th Edition, Harper & Row,
Publishers, New York, 1989), ps. 120, 186 y 195.
Hay, además, otro contexto internacional, más amplio
que el bandolerismo español, para explicar la proliferación del nombre La
Mano Negra entre anarquistas alrededor del mundo. La Mano Negra también fue
el nombre de una popular sociedad secreta eslava y que fue responsable por
contribuir al asesinato del Archiduque Francisco Fernando, heredero del trono
de Austria-Hungría, en Sarajevo, el 28 de junio ef 1914. Este fue el evento que
precipitó la primera Guerra Mundial.
[8] Antonio Cánovas del
Castillo (1828-1897), nacido en Málaga, España, ha sido descrito como la figura
política más destacada de su país en el siglo XIX, y luchó desde las filas
conservadoras, por la restauración de los Borbones. Fue diputado a Cortes en
1852, Ministro del Interior (1864) y de Ultramar (1865). En turno con Sagasta,
Cánovas presidió en cinco ocasiones el Gobierno Español; en algunos de estos
periódos, sus políticas tuvieron un impacto severo en las Antillas, por
ejemplo, del 1895 al 1897, dominado por la represión del anarquismo en
Andalucía y Cataluña, situación que inspiró los motivos de su asesinato en
Guipúzcua por Angiotillo, anarquista italiano, en 1897.
[9] Entrevista con Doña Dolores
Prat Prat, loc. cit. La alegación de Dolores Prat concerniente al repudio a
Martínez Campos por los anarquistas es consistente con la verdad histórica,
pues, en 1893 se realizaron atemptats anarquistes contre el general
Martínez. Documentos relacionados con los gobernadores Ramón Blanco Erenas
y Martínez Campos se hallan en el Archivo
del Palacio Real de Madrid y son, esencialmente, la correspondencia privada
cursada con la Reina regente, recortes de prensa, informes sobre la situación y
evolución de la guerra, información sobre insurrectos y el estado del
armamento. Hay 56 documentos en la Sección Mayordomía Mayor de la Serie de
Asuntos Militares que tratan sobre Puerto Rico, Filipinas y Cuba, durante el
periodo de 1895-1898.
[10] Antonio Cánovas del Castillo
(1828-1897), nacido en Málaga, España, ha sido descrito como la figura política
más destacada de su país en el siglo XIX, y luchó desde las filas
conservadoras, por la restauración de los Borbones. Fue diputado a Cortes en
1852, Ministro del Interior (1864) y de Ultramar (1865). En turno con Sagasta,
Cánovas presidió en cinco ocasiones el Gobierno Español; en algunos de estos
periódos, sus políticas tuvieron un impacto severo en las Antillas, por
ejemplo, del 1895 al 1897, dominado por la represión del anarquismo en
Andalucía y Cataluña, situación que inspiró los motivos de su asesinato en
Guipúzcua por Angiotillo, anarquista italiano, en 1897. Para entender muchas de
sus posiciones ante problemas de España en su época es iluminador la lectura de
dos de sus libros: los dos volúmenes de Problemas
contemporáneos (publicados en 1884 y 1890) y un libro póstumo, Historia de la decadencia de España
(1910).
[11] Valeriano Weyler y
Nicolau (1838-1930), nacido en Palmas de Mallorca y f. en Madrid. Hizo rápida
carrera militar en Cuba durante la guerra insurrecional contra España. Como
mariscal de brigada en 1873, combatió con éxito durante la Segunda Guerra
Carlista, al cabo de la cual ascendió a mariscal de campo. Designado Capitán
General de Canarias, Baleares, Filipinas y Cataluña (1888-91) y, en 1896, jefe
del ejército español en Cuba, donde combatió con tanta dureza que fue relevado
apenas con un año en la posición. Su propia evaluación de su impopular gestión
en Cuba la expuso en su libro Mi mando
en Cuba (1910). Weyler sirvió también como ministro de Guerra y Marina en
1902 y de Marina (1909). Según Prat,
Clementina Urrutia hablaba tan mal sobre la gestión militar de El Carnicero y
sus campos de concentración que su madre Eulalia recontinuó correspondencia con
sus parientes en Barcelona al enterarse que, por dos ocasiones, él sería
capitán general o gobernador de Cataluña.
Sobre las críticas periodísticas a la guerra en Cuba y
los campos de concentracion, véase: J. A. Plaza, El maldito verano del '98: Los 112 días de la guerra y Al infierno con
España (Madrid, 1997); A. Marimón, La
crisis de 1898 (Barcelona, 1998); G. Cardona y J. C. Lozada, Weyler (biografía sobre el penúltimo
Gobernador español en Cuba); Revista de
Historia Militar / Número dedicado al 1898 (Núm. 83, Madrid, 1997), 350
páginas de artículos y antecedentes sobre la guerra con los EE.UU..
Adicionalmente, hay que recordar el papel desempeñado por la cadena de
periódicos fundados por W. H. Hearst, líder en el «penny journalism» al
final del siglo XIX y principios del 1900. «(W.
H. Hearst) 's papers wild reports of Cuba 's struggle for independence from
Spain helped bring about the Spanish American War». El espíritu
belicista, característico de estos periódicos y, en particular, New York Journal, se postuló vigente
con el grito Remember the Maine. El buque de guerra U.S. Maine se hundió
en el Puerto de La Habana, el 15 de febrero de 1898, con un saldo de 270
muertos. «(The) incident helped to precipitate the Spanish
American War. The cause of the explosion was never satisfactorily explained,
and separate American and Spanish inquiries produced diferent results. But the
American jingoistic press blamed the Spanish government, and 'Remember the
Maine' became the rallying cry of the war».
Garraty, ps. 17-18 y 98.
[12] Entrevista
con Antonio González Rodríguez, realizada en su hogar en Perchas (San
Sebastián), 16 de julio de 1978. El
entrevistado. n. en 1892, fue hijo de Ana Rodríguez, cocinera del hacendado
mallorquín Joaquín Vidal Roselló (n. 1857), con finca en Perchas. Joaquín, con
su hermano Pablo (n. 1859) operó, por igual, una tienda en Lares. González Rodríguez contó los recuerdos
transmitidos por su madre sobre la época de los Compontes del General
Palacios, los corsetes y bibilones, las mismas prácticas de tortura
que los amos españoles realizaban «durante los tiempos de los miñones».
Estas partidas de peones, armados para la vigilancia de las haciendas, «fue
costumbre de los catalanes de Mirabales» (sic), según la alegación de
González.
Quizás este asunto de armar miñones, en base a datos ofrecidos por sus padres, «había sido la causa de rivalidad entre
catalanes y caraqueños». Andrés M. Cabrero Escobedo (n. en Santander, España),
influyente ex-Alcalde por la amistad que tuvo con Manuel Prat, le desarticulaba
los proyectos de querer ser única ley de su barrio. «Pero eran hombres buenos, trabajadores y eso hay que respetarlo
siempre, como decía Papá».
[13] Cuando induzco al
relator Antonio González Rodríguez a que recuerde nombres e incidentes
políticos que apasionaban a su familia y a la de Manuel Prat e hija (Doña
Dolores), llegan a su memoria hechos que esperaba, aunque los recuerda en
nociones vagas. Sólo que puede dar confirmación si proveeo las pistas
adecuadas. Es así que que confirmó que
el nombre de Michelle Angiotillo le fue familiar. Es un nombre de alguien
admirado por su padre. Este anarquista italiano fue quien confesó el asesinato de Cánovas y dijo cometerlo en venganza por
las ejecuciones habidas de otros anarquistas catalanes del 4 de mayo. Asoció
correctamente a Cánovas con la jefatura del Partido Conservador e incansable
luchador por la restauración de los Borbones.
En los recuerdos de González no falta una memoria del
papel del consultor legal del trono español, a la sazón el abogado Juan A.
Hernández Arvizu. El era el Fiscal de la Audiencia de Jerez de la Frontera
(Andalucía), cuando ocurrió el asesinato de Antonio Cánovas del Castillo en
Guipúzcua. El asesinato de no fue sino
la culminación de una sentencia a muerte que ya tenía, desde el 20 de junio de
1893, cuando un grupo de anarquistas atacó su casa. Ese mismo año, el 23 de
septiembre, se intentó el asesinato por un grupo anarquista del General Arsenio
Martínez Campos, durante un desfile militar en Barcelona.
Al cabecilla del intento, Paulino Pallás, una vez fue
capturado, se le ejecutado por un pelotón de fusilamiento en el Castillo de
Montjuich, en Barcelona, l 5 de octubre y el restante de los terroristas, el 21
de marzo del año siguiente... En 1896, se había comenzado el Proceso de
Montjuic por la ola de atentados y, en consecuencia, un año después, se
ejecutaron a cinco personas. En su afán de control, por el miedo a
conspiraciones, el estado español prohibió el hablar el catalán y el derecho de
reunión. La ola de violencia coincidió la inauguración del Ateneo Barcelonés y
su discurso inaugural en catalán por A. Guimerá.
COMEVACAS Y TIZNAOS: / CAPITULO DOS /. CARLOS LOPEZ DZUR
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CAPITULO DOS
Un tema
ignorado y censurado
Aunque la historia de las partidas
campesinas armadas, en pos de ideales de Tierra, Libertad y Justicia, es
aspecto localmente documentable en el marco de la Guerra Hispanoamericana de
1898, sus especificidades o detalles han
sido premeditadamente ignoradas en la historia oficial y los hombres que mejor
pudieron referirse al tema, por ser participantes activos, o testigos de los
hechos, lo ignoraron (e.g., el Dr. Angel Franco Soto, autor de unas memorias
sobre el 1898, el ex-Alcalde Andrés Méndez Liciaga, quien recopiló en Boceto histórico del Pepino (1924)
mucha de la historia de municipio.
Por desgracia, a mi juicio, Méndez
Liciaga obvió las referencias a lo que fue la época más dramática de la
historia borincana y que él mismo viviera
en plenitud, ya que su padre (Avelino) fue inspirador intelectual y material de
muchas de las incidencias útiles (hechos históricos) a la conciencia memorante
y colectiva, las Partidas Sediciosas, en particular, y el cambio de
soberanía, a más del Grito de Lares, que fue hito histórico de la identidad
nacional puertorriqueña.
La historiografía que se
cuaja más fielmente y, en sus mejores detalles de veracidad, es siempre el
devenir presente, irse-resolviendo-avanzando, es decir, la que se
alcanza a vivir como testigo, en el fluir del devenir hacia un
ahí-del-ser, histórico-temporalizado. Sin embargo, estas historias en torno
a los comevacas y tiznaos del 1898 y otras que están aún en sombras de olvido, sin nadie que las
cuente, fascinaron mi curiosidad desde mi juventud y mis contactos con
octogenarios y nonagenarios, o aún con centenarias, como mi propia bisabuela, a
quien conocí, e hizo posible algún rescate.
Es justo indicar que
todavía el Boceto, con sus
limitaciones, es un aimportante fuente historiográfica y, en su momento, fue
objeto de presiones, coerciones censurantes de episodios y mención de gente que
temían lo que él pudiera dejar escrito. Así lo manifestó Manuel Méndez
Ballester a investigadores y artistas pepinianas que plantearon, en el decenio
del '60, una reedición anotada del Boceto,
el libro de su padre, al reconocer su importancia como recuento primicial sobre
la vida histórica pepiniana. En copias distribuidas y circuladas de ese libro,
según comentario de Joaquín Torres Feliciano, escritor, sicólogo y entusiasta
de la vida cultural de nuestro pueblo, se sustrajeron páginas, se tacharon
renglones, o se prendió desaparecerlo de bibliotecas públicas. Se vale
preguntar por qué y quiénes.
Antes de crearse el Archivo General Histórico de Puerto Rico,
como institución protectora de documentos municipales, muchas fuentes
documentales del Pepino se perdieron, o cuando no, su conocimiento se ha
saboteado. Por mucho tiempo, un temor a la rememoración de la historia local
vela, obnubila y cierra los canales de acceso al pasado. En parte,
entendámoslo, porque, en este pueblo se han vivido experiencias inquietantes.
Las Partidas Sediciosas es una de ellas.
Después de invertir años en escuchar de labios (que han sido imprescindibles
como sus fuentes memorantes), ofrezco con esta monografía algunos detalles nuevos
que investigué en mis continuadas visitas a los hijos y familiares de las
víctimas, testigos, protagonistas y coetáneos, de tales hechos, en Pepino y
otros pueblos, y que corroboré en su verdad y en su fondo emocional a través de
fuentes escritas, referencias de primera
y segunda mano y documentos en los Archivos
Militares de la Biblioteca del Congreso, en Washigton, D.C. y en periódicos
de la época.
Hago pública mi gratitud a
las familias del Lcdo. Pedro A. Echeandía Font, María Luisa Rodríguez Rabell
Vda. de Negrón y Pedro Tomás Labayen Jaunarena, por haber sido tan pacientes
con mis visitas y, a este último, por poner a mi disposición su colección, la
más completa, del periódico El Regional
de principios de siglo.
Estos eventos que relataré
ocurrieron durante la etapa de la invasión norteamericana, por lo que, para
entender las acciones de las insurrecciones campesinas en San Sebastián de las
Vegas del Pepino, será necesario contextualizar históricamente el
comportamiento de España y los EE.UU. en la isla y dar cuenta sobre las superestructuras
ideológicas en general. Y después, concretamente, sobre su percepción por los
pepinianos de entonces.
Obviamente, concuerdo con
la observación del historiador Ángel Rivero Méndez, quien nos recuerda la
indignación de los cronistas ante hechos similares (robos, asesinatos y anarquía) como los
ocurridos en San Sebastián y otros puntos de la isla:
... No
fue Puerto Rico quien tales desmanes cometiera, escribe Rivero. Fueron unos
pocos hombres, varios centenares tal vez y, sobre ellos, únicamente debe recaer
la condenación de los historiadores. [1]
Sin embargo, también es
tarea historiográfica desocultar (y comprender sociológicamente) una parte tácita
y dolorosamente reprimida de lo que, como contenidos intrasíquicos, se cargó
dentro de la consciencia de aquellos sediciosos, quienes se sentían y
expresaban, por primera vez, colectiva y con-sensivamente, como clase, la rabia
que estuvo sepultada por generaciones. El Dr. Frantz Fanon nos advierte, en su
libro Los condenados de la Tierra (1961),
que:
... La descolonización es siempre
un fenómeno violento... (y que) ante la necesidad de ir... hacia un panorama
social modificado en su totalidad, lo que define toda descolonización en el
punto de partida... es que constituye, desde el primer momento, la reivindicación
mínima del colonizado... La necesidad de ese cambio existe en estado bruto,
impetuoso y apremiante, en la consciencia y en la vida de los hombres
colonizados. La importancia de ese cambio es que es deseado, reclamado,
exigido. Pero la eventualidad de ese cambio es igualmente vivida en la forma de
un futuro aterrador en la consciencia de otra 'especie' de hombres y mujeres:
los colonos... La descolonización, como se sabe, es un proceso histórico: es
decir, que no puede ser comprendida, que no resulta inteligible, traslúcida a
sí misma, sino en la medida exacta en que se discierne el movimiento
historizante que le da forma y contenido. La descolonización es el encuentro de
dos fuerzas congénitamente antagónicas que extraen precisamente su originalidad
de esa especie de sustanciación que segrega y alimenta la situación colonial.
Su primera confrontación se ha desarrollado bajo el signo de la violencia y su
cohabitación, más precisamente la explotación del colonizado por el colono, se
ha realizado con gran despliegue de bayonetas y de cañones. [2]
En algunas ocasiones, la
violencia que se afana por desorganizar la vieja sociedad y concentra su poder
en desaprobar el rol de las iglesias. Romper con los tabúes y creencias que
como institución impone, o como con la Ley
del Condado en España durante el Gobierno de José Canalejas, limitar las
actividades de las órdenes religiosas. Esta fue una gesticulazación irrefrenable
en el periodo que estudiamos.
Uno de los incidentes, en
el Valle de Toa Baja, lo refiere Rubén Arrieta. El entrevistaría a Francisco
López. Su relato ilustraría que la violencia descolonizante permearía todo, «transformando
a los expectadores aplastados por la falta de esencia en actores privilegiados,
recogidos de manera casi grandiosa por la hoz de la historia... pero esta
creación, vuelve a recordarnos Fanon, no recibe su legitimidad de
ninguna potencia sobrenatural: la cosa colonizada se convierte en hombre en el
proceso mismo por el cual se libera»; por esto mismo los vejámenes al
sacerdote español del Valle del Toa no son, en realidad, ataque a un individuo,
en cuanto su persona privada, sino un ataque al símbolo de la Iglesia Católica
que no materializó el programa «de hacer a los últimos, a los humildes, los
primeros», sino que, en su lugar, formuló sus propias tranquillas al
progreso de los más humildes.
Recuérdese que en, 1898,
aún no se cumplía ni veinte años de la abolición de la esclavitud, institución
practicada y protegida por la Iglesia. Un cura español en Pepino el día que los
esclavos solicitaron un Te Deum para la bendición de su fiesta colectiva
de libertad, por el decreto de la manumición, echó insultos a la negrada que lo
solicitaban y les pidió que festejaran fuera de los atrios de su parroquia.
Este fue el párroco Claudio González.
Doña Dolores Prat-Prat,
criolla entrevistada para mi monografía, hija de catalanes, otrora familia de
esclavistas, como ella misma confesara, ni siquiera fue registrada ni bautizada
como cristiana «porque la reputación de mi madre fue manchada por su amor
por un negro y violada por otro bandolero libertario (nota del autor:
Nuñez, padre de la relatora), de los que se daban aire de dignidad y
civilización y nos quemaron en Mirabales durante la Revolución de Lares»
(sic., cf. Entrevista con Doña Dolores
Prat-Prat, loc. cit.)
Movida por su orgullo, su
madre Eulalia Prat-Vélez, [3] solicitó de la entrevistada que «cuando vaya
al pueblo, no entrara a la iglesia... que aquí(en la casa) puedes rezar,
sin que nadie te diga bastarda ni mala mujer». Ella n o creyó que el cura y
la feligresía entendieron toda la problemática que había en su vida.
Doña Lola Prat afirmó que recibía de España, en tiempos de menos pobreza, muchas
revistas y gacetas que enviaban a su madre y a sus hermanas, «donde se
hablaba de Castelar y Moret» y recordó que, al debatirse en España la Constitución
de 1876, un hombre poderoso de la Iglesia (que el mismo Castelar propuso para
Obispo de Salamanca, pero que fue consagrado como Obispo de Madrid-Alcalá en
1874), se opuso al principio de tolerancia religiosa. Se refería a Narciso
Martínez. [4]
«Pues, si siendo católico, no
toleraba ni pingos, ¿qué clase de Dios tiene, qué clase de amor al prójimo?» La anciana terminó diciendo: «Pues,
lo mataron, con toda y su sotana. Es que en política nada se olvida; yo me
acuerdo de Lares como si hubiera nacido, imagínate» (sic.).
La tolerancia de cultos en
España se incentivaría con Canalejas como Presidente de las Cortes y jefe del
Gobierno Español entre 1906 y 1912 y con precio muy alto. El anarquista
Pardiñas asesinó al jurisconsulto liberal, el 12 de noviembre de 1912, ante el
escaparate de una librería de la Puerta del Sol.
Al verificar los relatos
de Prat, confirmo que también el Obispo Narciso Martínez fue asesinado por un
presbítero en el atrio de la Catedral de San Isidro en Madrid, en 1886. [5] Entiéndase,
por lo anterior, el contenido subliminal y probable que se involucraría en tal
acción anticlerical, como otras ejecutadas por la partida que atacó a la
Iglesia, según el relato de Arrieta sobre Francisco López:
... También hubo ataques en la
región del Toa... Allí realizaron una agresión irreverente contra un sacerdote
católico español, a quien, le raptaron, conduciéndolo a la plaza, según el
testimonio del anciano Pancho López. Una vez allí, le pusieron aparejos y una
silla sobre las espaldas, obligándolo a que relinchara como un caballo.
Mientras sobre las rodillas y las manos el reverendo padre se arrastraba, los
forajidos le golpeaban gritándole 'arre arre, mi caballito'. Otros hacendados
del Toa también sufrieron vejaciones y torturas físicas.
El anticlericalismo es
ingrediente que, en el pensamiento rebelde e inconformista español está
asociado a muchas circunstancias. Desde el primer Concilio del Vaticano de 1870, que promulga el dogma de la
infalibilidad del Papa, se recrudeció en España y el mundo el descontento. En
nombre de «las sublimes verdades que la Religión Sagrada enseña» y la
infalible deliberación de los Papas, las Santa Alianza, sus tribunales
inquisidores y sus Índices de prohibición y censura, se hicieron los
instrumentos de influencia reaccionaria a fin de mantener el dominio de los
regímenes autocráticos. España fue el último país europeo en abolir el Tribunal
de la Inquisición, aunque había sido abolida, a despecho de la presión
tradicionalista desde el 22 de febrero de 1813. El rey Fernando VII la restauró
un año después hasta que un decreto de Isabel II, en 1834, hizo la supresión
final de la misma como mera formalidad porque había perdido el apoyo de que
antes gozara entre la élite progresista de España. En el debate público de la
vida de la monarquía, aprovechándose de su secretividad en cuanto pudo, el Tribunal
Inquisidor cedió su espacio a opositores.
Quienes mejores
aprovecharon la coyuntura de la supresión de la Inquisición (pero, realmente
aún no libres de intrigas y excomuniones) fueron, a partir de1870, las
corrientes anarquistas de España que se radicalizaron ideológicamente después
de la llegada de P. J. Proudhon, socialista anárquico, exégeta de la idea
federalista, en oposición al centralismo y la coerción estatal, y maestro de Pí
y Margall, Fanelli (quien visitara a España en 1869), exponente de Nicolás Bakunin,
la corriente libertaria de Anselmo Lorenzo (1841-1914), tipógrafo toledano,
ex-integrante del primer consejo directivo de la Federación Obrera Regional Española, de inspiración bakuninista
(1870), que es el embrión del moderno movimiento obrero en España.
LECTORAS DE ANARQUISMO: Habría que considerar, si la experiencia
traumática de la señora Dolores con la Iglesia, el catolicismo y la moral
masculina cuenta para la tarea de su perfil sicológico, su propensión a
educarse como anarquista y admitir revistas que le llegaban, las mismas que
Clementina Urrutia traía y llevaba de Cuba, o Nueva York, como si esto
constituyera una tareas asignada por alguna militancia. Respecto a Doña Dolores
y Eulalia (Lala), su madre, su familia compartió noticias y conocimiento sobre
la lucha anarquista en Cataluña.
Eulalia Prat
Vélez-Cadafalch (1830-1890) fue beneficiaria del estímulo que D. Josefa Vélez
originó en Mirabales y Cidral, por una visita realizada en 1841. Fue ella quien
motivó que se crearía la escuela de primeras letras y de oficios, los talleres
de costura y jarciería, y que esto no se quedara en las meras promesas del
hacendado Prat. Por la buena posición económica de esta familia en tal época,
Eulalia y sus hermanas (Dominga y Leonora) aprendieron los rudimentos del
francés, el catalán y, en el caso de Doña Eulalia, la pintura y el dibujo.
En las mujeres mirabaleñas
de las familias Vélez y Prat, Josefa y Eulalia, destacaron sus espíritus
rebeldes, inconformes, perfilándose, intelectual y moralmente, adelantadas a su
época y a la madurez de la consciencia histórica del periodo colonial. Eulalia Prat-Vélez acogió el principio
emancipador de la esclavitud antes de producirse la y el Estatuto de Abolición.
Su hermana Dominga Prat (1826-1867), casada ya con el médico Fermín Alicea G. y
Britapaja, del barrio Furnias, y establecida en Barcelona (España), se aficionó
a la lectura de los liberales radicales, republicanos españoles, y fue una
admiradora de Emilio Castelar. El Dr. Alicea fue colaborador del sabio español
Letamendi y del Instituto Pasteur, de Francia.
El momento en que Doña
Dolores entra en el conocimiento del anarquismo no fue tan vago recuerdo suyo
cuando inquirí sobre el asunto y expresó:
… Serias mas por las
cartas familiares que se le enviaron a mi mare, cartas de Dominga sobre hechos
acaecidos en España en distintas oportunidades, ‘agitaciones campesinas’ a las
que llamaban tales si sucedían en Andalucía,
las germanías era el nombre si
ocurría en tierras valencianas y luchas de nyerros vs. cadells en Cataluña, todavía en épocas lejanas,
porque las agitaciones han existido siempre y la naturaleza violenta del hombre
en la necesidad o en el poder es también la misma… [loc. cit.]
Calcularía
bien su referencia al movimiento cantonalista de 1873, así como al movimiento
revolucionario de La Mano Negra y los
acontecimientos en Jerez de la Frontera en 1892, que son factores inmediatos
que incidieron en Pepino y en el Caribe. Asoció claramente el nombre de Fermín
Salvochea (1842-1907), hijo de terratenientes de Cádiz, educado en Inglaterra,
traductor de Kropotkin al impulso del anarquismo en España. Este fue condenado
a 12 años de prisión por su actividad política en favor del anarquismo. Un
juriconsulto pepiniano, Juan Hernández Arvizu, estuvo encargado de procesar
casos de anarquistas en Jerez de la Frontera, asociado a las células de La Mano Negra. Su hijo Juan Hernández
López también fue destacado abogado.
En
momentos muy emotivos de mi entrevista con Dolores Prat, ella dijo:
«Cuando yo estaba moza,
tuve tenía miedo a las revoluciones. Eran otros tiempos y se sentían de algún
modo; se les quemaba la hacienda a la gente con ciertos medios, se les
amenazaba; uno podía saber si sabía revolución en España, porque siempre había
en algún lugar de pueblo o campo quien echaba el rumor; alguien quien imitaba
lo que allá se hizo o se dejó de hacer… si estabas con «secos o mojados», igual
de malo... si estabas con el rey o con los generales, reformeros... Por eso
hubo una revolución en Camuy, asunto de políticos, criticándose a los que
llaman «botellas» («servilones») y aspiraban a tenientes a guerra, a
procuradores o concejales... Mi mamá preguntaba: —¿Cómo estará Dominga ahora
que renunció el rey?— (nota del autor: se refería a la
abdicación de Carlos María de Borbón (y Austria-Este, 11 de febrero de 1873), y
la tía Dominga, de la entrevistada, residente en Barcelona). ¡Pues, ella
estaba con la República! Le gustaría (a Dominga) que esas cosas no pasaran,
pero que la política fuese como la hace la gente decente. Ma', mare ya no tenía
esclavos. —¿Y el viejito Don Manuel, o Nicasita?— Ellos sí, quién sabe, tal vez
tristes, porque en Cuba, con una lucha más sangrienta, se obtuvo sino la
República con la libertad de los esclavos.
(Nota del autor: se refiere a que, al entrar al Ministerio de Ultramar, el ex-progresista,
fiel a Pi y Margall, José Cristóbal Sorni y Grau, entonces miembro del Partido
Federal, aprobó el decreto de Abolición
de la Esclavitud; lo mismo sucedería en Puerto Rico).
La Guardia Civil quería
a mi mamá (Doña Eulalia)... y si
alguna vez vino gente a verla, o a preguntar a su finca, se preguntó por lo
mismo, —¿dónde está el que fue su marido?— (Nuñez), el hombre que la mancilló y
quien quemó al viejito Prat, a poco tiempo de su ida... Decían unos y otros que
en Camuy. Yo no sé... Guillermo, el Jabato, lo buscó para matarlo; pero le
sacaron la idea de la mollera. Lo mismo que la Guardia Civil, lo querían ver
muerto y componteado. Se supo que en otra revolución (el Levantamiento de Lares),
Nuñez andaba metido... por eso que yo sepa Nuñez se hizo el perdío y no anduvo
con la misma gente que antes lo aceptó. (nota del autor: se refiere a
miembros de la Junta Revolucionaria Lanzador del Norte, como Ramón Estrella,
Bartolomé González y otros que, en ocasiones Prat recordaba, asociados al
levantamiento de Lares de 1868) [loc. cit.]
Por
la diferencias en educación, entre D. Prat, y su antigua amiga de tertulias
(Doña Bisa) Rodríguez Rabell, contrario a la segunda, la centenaria Prat no se
familiarizó con el término La Estrellada
para referir el hecho / motín / que ella
prefería llamar la revolución de Camuy,
asociándola al menosprecio de las conquistas de los negros, en materia de
libertad, derechos o progreso material. Subjetiva o arbitrariamente, las
familias Prat y Rodríguez Rabell, en el tiempo de sus conversaciones, adjudicaban
a Nuñez la intención de «buscar amparo de liberales anti-españoles para
luego traicionarles». Desde que se supo que Nuñez cometió violación en la
madre de la entrevistada, los veteranos de Lares, especialmente, los de la
Junta Lanzador del Norte... representados por Manuel María González, se le
tildó de delincuente, les pidieron que se alejara de ellos y, cuenta mi
entrevistada, que la familia Estrella «no lo quiso ni de peón en su
hacienda» (D. Prat). Al verse
solo y aislado, se dijo que él optó por el perdón de las autoridades españolas
(Rodríguez Rabell). [5]
Ambas
damas coincidían en el salvajismo y cinismo de las luchas políticas en los
tiempos en que ambas fueron jovencitas. No que lo vieran pero se imaginaban lo
que, tras manos y en trasiegos se consigue, tras el desalojo de las Cortes Españolas por
el general Manuel Pavía Rodríguez (3 de enero del 1874) y el golpe de estado
que devolvió el poder a Antonio Cánovas del Castillo. En la política insular,
tanto como los ayuntamientos locales, se sufrirían los mismos desmanes,
destituyéndose a liberales, autonomistas y republicanos. La Primera República
Española, de 1873, se fue a pique y los «servilones» (partidarios de la
monarquía) absoluta comenzó a perseguir a los que habían aprobado y servido
bajo la Constitución de 1869, que fue
la más liberal que España había tenido a tal fecha, y la persecución se
extendió. En rigor, a todos los que fueran conocidos como sediciosos o
desafectos a España, «no importa el rincón del imperio donde se escondieran»
(D. Prat, loc. cit.), se les pedía cuenta…
Según
Rabell Rodríguez, para Nuñez y otros conspiradores que sobrevivieron al Grito
de Lares la «suerte estaba echada y la rebelión de Cayeyano Estrella fue
como el último aleteo de la clase de hombres». En Camuy, la Guardia Civil
volvió con refuerzos a la Hacienda, mató a 3 hombres allí, dejó un saldo de
heridos y arrestó a los supervivientes, acusándolos de sedición. Nuñez no estaba
entre ellos; pero se supo que se escondió por las Cuevas de Camuy, al ser
buscado por las autoridades. «A mi padre se lo tragó la tierra», diría
la mirabaleña Prat.
La anciana Doña Dolores Prat asoció, con interesantes
referencias, la lucha anarco-sindicalista en España con lo que ocurría en los
barrios de San Sebastián, Hatillo, el Valle del Toa, Yauco y otras partes de la
isla de Puerto Rico. Dijo que, a riesgo de írsele la mula y hablar de más,
a su madre le habría gustado haber escuchado las mentadas conferencias que
Hernández Arvizu diera en el Casino del pueblo.
Otros como Pedro Arocena, los Cabrero y Rodríguez
Cabrero, amén del visitante Hernández Arvizu, creyeron que en «castigar con
duras penas a los campesinos en rebelión en Andalucía y los anarquistas
insurrectos en Barcelona», radicaría la solución. A diferencia de ellos,
ella no se sintió espantada ni extrañada por lo acaecido en El Pepino en armas
y creía que el origen ideológico y motivante para las familias que, localmente,
participaron en las Partidas Sediciosas de 1898 fue la influencia del
anarquismo. [6]
Una ideología que todavía no se entendía aquí, pero que
en España tuvo mucha fuerza y que la encendía el despotismo de la clase militar
y los caprichos del carlismo.
*
Bibliografia
[1] Este
comentario de Ángel Rivero Méndez no es muy distinto de muchos otros que no valoran el punto de vista anarquista en torno a la realidad
social que les toca. Al repasar material escrito o documental sobre las Partidas
Sediciosas en Pepino me hallé con se mismo tópico de la noción elitista o
devalorativa. Rivero Méndez, Ángel, Crónicas de la Guerra Hispanoamericana (Plus Ultra, New York,
1973), ps. 350-352, 362
Parecido comentario se halla en Pedro H. Hernández Paralittici, Álbum de Utuado (Imprenta Modelo,
1967), ps.29-36. Quien escribe: «Hubo que lamentar muchos atropellos,
fuegos, robos y muertes que las partidas facciosas llamadas tiznaos cometieron
contra las familias españolas antes de que las tropas americanas pudieran
ofrecer la protección necesaria. Al principio, estas partidas facciosas se
componían de hijos respetables del pueblo, que sólo los impulsaba un deseo de
venganza. Pero luego éstas se convirtieron en bandas de ladrones que se
aprovechaban de la situación para robar las haciendas de los acomodados
españoles. Esto hizo que un número crecido de la llamada colonia española
dejara Utuado y se trasladara a otros pueblos de la isla» (loc. cit., p.
34).
El análisis objetivo sobre las Partidas Sediciosas
en Puerto Rico y libro que utiliza fuentes originales acerca de los ataques a
los españoles y sus propiedades lo ofrece el historiador Fernando Picó en 1898. La guerra después de la guerra (1987).
Describiendo la Denuncia
de un proyecto de sedición en Cayey, 1848, se escribe en la revista Cayey (del Centro Universitario de
Cayey), su autor Río López, da cuenta no solo del hecho sino de cómo es
percibido para adquirir sesgos que dividen las comunidades.
En el (día 15
de febrero) 1873, un rico comerciante y hacendado, de origen dominicano, fue el
protagonista principal de La Rebelión (Separatista) de Camuy (y) la Guardia
Civil Española, que lo acusaba de anarquista, antiespañol, sedicioso y
conspirador por otros delitos, fue recibida a tiros en la hacienda. Una
tropelía de Guardias llegaba a horas de la noche para sorprender a los
asociados separatistas del hacendado Cayetano Estrella. Imagino que él estaba
harto de recibir amenazas de bandoleros que eran, presumiblemente, elementos de
una clase incondicional, los mameyistas de siempre, y dijeron que era gente de
los Orfila (nota del autor: también dominicanos) del Pepino, que habían
interesado en negocios dejados inconclusos por las familias Prat, los que
dieron el choteo».
La mala prensa que recoge el
anarquismo es refleja de la misma que incide en España y en los Estados Unidos.
Recordemos este incidente que también se enmarca entre las Partidas
Sediciosas. Jacobo Córdova Chirino, en su libro Los que murieron en la horca (Gráfica Panamericana, México, 1954), Las Partidas Sediciosas, ps. 33-46, al
describir el incidente ocurrido en Adjuntas, indica: «El cambio de soberanía
en 1898 trajo una serie de crímenes, asaltos y robos que sembraron espanto
entre los españoles, dueños de los cafetales. Esta es la historia de lo que
aconteció el 30 de diciembre de 1898 en el barrio Guayo de Adjuntas.
Aprovechándose de las sombras encubridoras de la noche, un grupo de sediciosos
penetró en la residencia de don Antonio Delgado. Este súbdito español fue
asesinado, y dos mujeres que vivían en la casa sufrieron indecibles torturas
antes de ser ultrajadas... Cinco de los forajidos fueron sentenciados a morir
por el garrote y los primeros en ser ejecutados después de la ocupación de
Puerto Rico por las fuerzas norteamericanas» (loc. cit., p. 33).
El 2 de junio de 1902, se ejecutaron a los reos, que
fueron representados en mayo de ese año en los tribunales por el Lcdo. Luis
Lloréns Torres. En vano, «una lluvia de peticiones de perdón cayó sobre
Fortaleza» (p. 43).
Sobre el asesinato del dirigente unionista José Adolfo
Pesante, Zar de Añasco, por José Morales, alias «Yare-Yare», la noche
del 2 de julio de 1905, vid. op. cit., ps. 47-58. Al entregarse Morales,
«asesino a sueldo de los republicanos», en Pepino, después de haber sido
«tongoneado» hasta que llegara la autoridad, fue ahorcado el 12 de junio de
1908. Pesante había triunfado en las elecciones de 1904 y a Morales se le pagó
$100 dólares por matarlo. La misma cantidad cobrada por Pedro Feliciano Duprey,
el verdugo de la horca.
Durante estos años, murió asesinado el coplista
revolucionario Carmelo Cruz. Algunas fuentes datan su muerte el 4 de julio de
1904, en la Calle Betances, frente a la Plaza de Recreo, ultimado a tiros por
el policía Braulio Graulau, de Camuy. Se alega que fue un crimen pasional, ya
que ambos pretendían a una hermosa trigueña, Carmen Scharrón; pero, en el
contexto de las enemistades políticas de aquellos tiempos, no hay que olvidar
que Carmelo Cruz fue considerado un blasfemo y terrorista anti-español.
[2] F. Fanon, Los condenados de la tierra (Fondo de Cultura
Economica, Mexico, 1963), ps. 30-31.
[3] Entrevista con Doña Dolores Prat Vda, de
Alicea. Notas y transcripciones. Realizada en Mirabales 10 al 18 de diciembre de 1972. Dolores Prat y su parentela
se cartearon con los suyos en Barcelona. Eulalia Prat, su madre, llegó a
conservar una extensa correspondencia que D. Dolores había ya perdido o regaló
a unas sobrinas que se lo solicitaron desde España; pero, por tal
correspondencia (que «yo leía y releía, amándolas (las cartas) mucho»)
fue que ella comprendió que «de sangre nos vino el interés por la política y
las cosas de España». Su madre fue la última de su cepa que habló, casi
jactanciosamente, sobre el prestigio de sus apellidos Prat, Ayats y Vélez,
linaje que se remonta a los Prat y los Vélez de Llusanés y Vinarós y que sus
parientes habrían de asociar a los ilustres catalanistas de hoy.
Quizás por este apego a la tía-abuela que dejó el
Pueblo del Pepino, a mediados de las décadas de 1850 y 1860, y la continuidad
de las cartas de ella y otros parientes a su madre Doña Eulalia, la memoria de
mi entrevistada se empapó con los hechos históricos tan fundamentales para
explicar el origen ideológico de las partidas sediciosas. Y, además, adquiere, como su madre, un toque
de anticlericalismo por la influencia de quienes les escriben desde España, al
parecer, sus parientes Prat influídos por el republicanismo de Salmerón. Esto
explicaría que Dolores Prat dijera que el libro favorito de su madre fue Las ventajas de la República Federal y
que «todo lo que ocurrió en Lares y le pasó por la mente a Betances y los
revolucionarios de aquí estuvo bien pensado, vino de España; lo que pasó fue
que unos jijodeputas como los Nuñez y los curas lo echaron a perder».
[4] El caso de Narciso Martínez solia recdordarlo entre mis entrevistados González Rodríguez asociaba
a los insurrectos y anticarlistas en España con los forajidos de 1898 que
irrumpieron con rebelión en Pepino. A su juicio, los catalanes o su prole local
tendrían sus discrepancias con las autoridades en la isla y en Pepino, pueblo
que cada vez parecía quedar en manos de inmigrantes conservadores (a menudo, la
clase política designada localmente y que, por lo común, tuvo nexos con la
ancestralidad venezolana, por ejemplo, los Arvizu y Cabrero.
[5} Entrevista con D. María L.
Rodríguez Rabell Vda. de Negrón, realizada en su hogar durante el mes de agosto de 1974.
Al explicar los brotes de violencia campesina en 1898 y al relativo pequeño
daño que se hizo a las propiedades de los Cabrero justifica diciendo que los
Cabrero nunca fueron explotadores de las arcas gubernamentales y era gente
caballerosa y muy sensitiva a las necesidades de sus obreros. El agresor
campesino dio diferencia en trato, con respecto a muchos de los que se vieron castigados
y amenazados por las Partidas y que estaban asociados a la familia Cabrero
Escobedo por las vías de matrimonios. Es obvio que las partidas, si cometió sus
excesos (que los cometió), respetó a
los Cabrero, y tomó en cuenta
no las actitudes del primero y ultimo Alcaldes que reopresentaron a España en
Pepino (que mas bien era un criollo autonomista), sino la cepa entera de los que
llegaron de Santander (España) y Venezuela, reclamados por los Echeandía. La
cepa Cabrero llegó por el
Puerto de Aguadilla en 1821. Es el
quinto hijo de Andres Cabrero Escobedo y Evarista Echeandía quien llenara de orgullo
y admiración al pueblo y por quien la
generación de alzados de 1898 prefirió
no tocarlos.
Me refiero a Manuel Joaquin
Cabrero Echeandia (1840-1897), quien no vio la violencia de las Partidas, pero
le tocó sufrir los malos gobiernos de
1870. No obstante, a la posición económica privilegiada de su padre, quien
desde 1847 fue uno de los más grandes terratenientes locales y cultivadores de
café y caña de azúcar. En el
mejor momento de la fortuna familia de los Cabrero, llegaron a poseer 1,300
cuerdas. Cf.
Sobre Andrés y Manuel Cabrero, Severiano y
otros, ver: Diccionario biográfico pepiniano (200) de Arcelay Medina, p. 12;
Helen Santiago Méndez, Un
personaje de novela: Manuel Joaquin Cabrero Echeandia, en Maguey (Ano 2, Num. 1, Diciembr
2008, San Sebastian), ps. 3 al 6; Andrés
Méndez Liciaga, Boceto histórico
(ed. Del Ateneo), ps. 56, 123, 126-7 y
168.
[6]
Al dar sus relatos sobre lo que fue, o no fue, incidencia del anarquismo en
Puerto Rico (y/o Pepino), está el testimonio
de González Rodríguez en el que este recordaría las llegadas al Casino
del Pepino del abogado Juan A. Hernández Arvizu, sobrino de un ex-alcalde y
hacendado, Carlos Arvizu, de origen venezolano, y cómo éste difería con algunos
miembros de las familias Cabrero y Prat-Ayats en cuanto a la justificación del
terror y la lucha armada para conseguir ideales de justicia social para el
campesinado y libertad política para la isla; se refirió a las visitas Luis
Rodríguez Cabrero, admirador del médico Ramón E. Betances, residente en San
Juan, Gerardo Forest y Vélez, que vivió en Pepino y Nueva York, la sociedad
secreta la Torre del Viejo y la línea dura de los autonomistas.
En conclusión, según González, «fue Hernández, lleno de gloria al volver a
Pepino, quien alborotó el cotarro. Salieron anarquistas de todas partes. Nadie
se des animó por oírlo o por saber
de estas cosas».
Alusiones a Hernández Arvizu y su rol como Fiscal en
los procesos de La Mano Negra, de Jerez de la Frontera, se hallan
también en: Andrés Méndez Liciaga y su Boceto
Histórico del Pepino, ed. cit. Cf., p. 100-101. Ver: José Sánchez Rojas, El problema del anarquismo (Madrid,
1908); Lida, C.E. (1969), Agrarian
Anarchism in Andalusia: Documents of the Mano Negra; International Review of
Social History. Amsterdam. no. 14.; Molnar; M.
& Pekmez, J. (1974). Rural Anarchism
in Spain and the 1873 Cantonalist Revolution. In Rural Protest: Peasant
Movements and Social Change. Edited by H.A. Landsberger. New York: Barnes and Noble;
Juan Gómez Casas, Historia del
anarco-sindicalismo español (1968).
Un testimonio breve ofrecido por Mariana Rivera Alers,
poeta del Pepino e hija de Vicente Rivera (n. 1840) y Alejandrina Alers (n.
1848), se refirió a las correrías y desmanes, sexuales y morales, que fueron
cometidos en los campos de Pepino «durante los tiempos que van del
Gobernador De la Pezuela al verdugo de Palacios». Alegaría que, vista la
situación, muchas familias terminaron haciéndose «más conservadoras y
buscando más a Dios en la religión». Se enviaron de España a gobernadores
con instrucciones de aplicar «mano dura y muchos de los que cantaban el
aleluya, con júbilo por sus abusos y su impunidad» tuvieron que dejar este
pueblo. De este modo, ella explica cómo individuos, entre los que se incluyeron
algunos de sus parientes (a saber, Silvio Alers) en Culebrinas y otros
capataces y esclavos de la hacienda Los Vélez, en Mirabales, huyeron con sus
familias, o se mudaron de pueblo.
Durante el tiempo que visitara mi casa, la octogenaria
Rivera Alers daba un trato de parientes a las familias mirabaleñas de
Ortiz-Vélez, Alicea-Prat y Beauchamp (don Andrés).
Por otro lado, Dolores Prat tomó falsamente una idea
de Urrutia, que los primeros obreros organizados en Cataluña, en 1840,
profesaban ideas anarquistas y confundió además los incidents ludistes
de Sabadell e Igualada en 1836 y 1848, al decretarse la libertad de industria,
con rebeliones anarquistas. Doña Luce y Urrutia tenían sus diferencias, al
parecer. Cf. Clementina Urrutia vivió en
Cuba y España y se alojó un tiempo con Lola Prat, con quien se dedicó a la
costura. En sus últimos años vivió en la Loma de Stalingrado. Cf. véase: David
E. Cuesta Camacho, Los Urrutia de Cabo
Rojo, en: Boletín de la Sociedad
Puertorriqueña de Genealogía (1994, Núm. 1/2), pp. 56-75 y Haydée Reichard
de Cancio, La presencia germánica en
Puerto Rico (BSPG, 1995, Núm, 3/4, pp. 51-60.
Sin embargo, está documentado que cuando F. Espoz y
Mina fue nombrado Capitán general de Catalunya se incrementó la quema de
conventos y la matanza de presos carlistas. Espoz ordenó la deportación de dirigents
progresistes a les Canaries i l' afussellament de la mere de Cabrera
(Prat). Más bien, en Barcelona, como en otras ciudades catalanas, la lucha
sería entre moderados y republicanos. Urrutia estuvo más al tanto de las
corrientes del pensamiento anarquista español.
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