Sunday, June 22, 2014

EL ARRIESGADO / CARLOS LOPEZ DZUR


EL ARRIESGADO
Estos que entraron a la pisca por uvas,
de por si arriesgados alambristas, mojados,
brinca-verjas, pollos que a trasmano
llegan, picotean, éstos que sólo son mangajos
de su esfuerzo tras el muro, a ojo
que son de todos los colores.


Hay blancos y lambrijos.
Muchos con ojos azules.
Otros, también sin documentos,
hijos de Toci, abuela de los hombres.
Con la piel oscura y escasa venustez
según lo juzga el Matoco.


Lo cierto es que, al fin y al cabo, entran
aunque les cueste un huevo. Avanzan por monte
de jarales, con sol sediento arriba, con noche
de serpientes y yerta luna, abajo.


Se quedan y trabajan hasta quedar matungos,
exhaustos, explotados, porque hay siempre
el más listo, faquín de poderosos,
son quienes maznan sus fortunas,

maquilando a su hermano
pero no se rompen las costillas
como ellos, en trabajo.


Mas, ¿ya qué? Los arriesgados llegaron
y finalmente no hay modo de evitarles.
Border Patrol no puede. Para sacarlos del país,
hay que hostigarlos, perseguirlos
con años espionaje hasta que al fin sea posible
mandarlos al carajo con la cara lechuga
de algún viento fresco, descarado.


09--9-2000

De EL HOMBRE EXTENDIDO [2014|,
De CARLOS LOPEZ DZUR


*

QUIEN QUISO VOLAR
El secreto quiso ser pájaro porque el Ser dijo:
Existo y el triunfo se durmió en el vuelo
y había un silencio en la sal que era la vida
y una dirección ciega, sin palabras todavía.


No tenías, pobre basca, tu nido.
Sólo eras el dueño de la primera mirada
de las cosas, eras mudo, relámpago.

El pájaro se ensanchaba por los aires,
creyéndose su aliento.


Y fundaba la gravedad
con tristes cantos, su trino, su mudo trino.

Y yo aprendí a darte un nombre: triste pájaro,
jaula triste, mi lamento, sed sublime.


9-12-1980

*

EXTRANJERO DESDE MIS HUESOS

¿Cómo fue que me redujeron a nada
y me advertí como extranjero sin serlo
entre mis propios huesos?

¿De qué modo me exiliaron de mi sangre?
¿Por qué se odia mi concreta sombra
y semejanza sobre el mundo?

Sencillamente, me predicaron en abstracto.

Desde niño me dijeron...
el pensamiento sensual es ciego,
burdo, infame. Arguyeron que mi yo interno
es una afrenta de lujuria.

Que la materia y la mente son opuestos.
Que la existencia material es falsa
Que debo espiritualizar el pensamiento.


Desde entonces yo peco cuando beso.
Mis premisas materiales son abominables.
Los espirituales no me quieren a su lado.

La masa es temporal.
Yo soy pobre diablo finito de energía.
La sustancia es la moneda de los pobres.
De los asquerosos y sensuales.


2.
Después me dijeron que yo debo ser mudo.
Que no hay vibraciones dispersas en el aire.
Los sentidos reales, los únicos, son espirituales.

Sí, me dijeron y mi nariz sigue encantada
por aroma de azucenas y efluvio de geranios.
A mi boca la deleita la naranja
(pero no debo morder frutos prohibidos).
Por eso estoy callado, mudo, sin aliento.


2-15-1983
*

El sequedal de Huêhuêteotl

Te volviste un sequedal en mi memoria,
piedra ámbar que atraes a quien te ofrezca
su humildad de garabato.

Los que sacan los piojos a tu cabeza repulsiva
de Huêhuêteotl contigo están y se llaman tus adeptos.
En tu altar ofrendan el fenomenismo absoluto.

Pero en vano buscan en las llamas de tu fuego
y por tí no meterán sus cabezas al asador.
No verán la estrella del Polo ni el Sol de Tonatiú.


12-1-1979
*

EXTENSION DEL KAIROS
Pequeño Kairós, primero de los dioses terrenales,
primera de las piedras sufrientes, voy a darte
la historia verdadera, el tiempo justo,
la ocasión oportuna y propicia.

No te quiero detenido, con el peso
de la historia por inercia, por la angustia
del pasado por memoria. Tuya será
más allá de la Eternidad y los múltiples entes
de la Physis, que ha congelado el tiempo,
la porción razonable, lo uno
sin decretos criminales,
lo uno que no pierde su gozo.


De EL HOMBRE EXTENDIDO [2014|,
Primera edición preamiado en 1986 en UCI, Irvine

Monday, June 16, 2014

COMEVACAS Y TIZNAOS; PARTIDAS SEDICIOSAS / CAPITULO 3 / CARLOS LOPEZ DZUR

BIOGRAPHY / Biografia de C. LOPEZ DZUR / PRENSA BOLIVARIANA / Contenidos bolivarianos en Cinco Libros de Cuentos de Carlos López Dzur / MEMORIAS DE LA CONTRACULTURA // EL PUEBLO EN SOMBRAS / Crítico del imperialismo: Comediante alemán / EL LIBRO DE LA GUERRALAS HIENAS: BESTIARIO COLONIAL / Memorias de la contracultura / Cuentos para esoteristas / ESTETICAS MOSTRENCAS Y VITALES / EL HOMBRE EXTENDIDO / LOPE DE AGUIRRE Y LOS PARAISOS</.A> / ORGANUM: TEORIA DE LA SUSTENTABILIDAD / LIBROS DE CARLOS LOPEZ DZUR / LAS JUDERIAS / TETH: MI SERPIENTE / BIO-BIBLIOGRAFIA DE CARLOS LOPEZ DZUR / LAS CARPETAS DE NINTU / LIBRO DE AMARQUISTAS / TRADUCCIONES


Capitulo Tres
LA SIMPATIA POR CUBA Y EL FACTOR GEOPOLITICO

             La influencia de la guerra independentista en Cuba (y que estuvo en pleno vigor antes de la invasión) fue factor influyente en la formación de los movimientos de resistencia al invasor norteamericano en Puerto Rico. Esa guerra daba ánimos: Doña D. Prat.  [1]  Había una expectativa romántica en la materialización de Cuba como república libre que ocurriera en Puerto Rico similar cosa parecía más lejano; pero, por la alegría de una Cuba soberana, la gente se consolaba de sus frustraciones históricas: verse en dos tramos de historia, primero con España y luego con los Estados Unidos de América,  sujeto a la imposición de una ciudadanía imperial,  tal como la describia José Martí y Albizu Campos, dos apóstoles: La ciudadanía imperial se impone a los naturales de una nación sometida, solamente, con el propósito de disolver a la nacionalidad victima de la fuerza y para consolidar el régimen militar a que se le somete.

            El pueblo natural quiso decir con tan breve planteamiento, su interpretación conclusiva e inquietante, que se fuera pobre o rico, español o criollo, negro o mulato, en Pepino, después de la gesta liberadora de Lares y el periodo conocido como los años del Componte, hubo un consenso sobre el destino de Cuba. La Antilla Grande mereció la libertad y ni España ni los EE.UU. la sujetarían a cadenas, con el beneplácito de los pepinianos. Con la libertad de Cuba, los pepinianos soñaban a lo guajiro y dándose una compensación inmensa al identificarse con la manigua. Mas este sentimiento eran tan real que se evocaba acción y se ejemplificó con al boticario Geraldo Forest, quien un cierto día cerró su negocio en Pepino y marchó a la revolución en la vecina antilla.

            Se invocaba a los puertorriqueños que materializaron, con su participación, un ideal antillanista y fe heroica en que la República de Cuba sería posible en pocos años.

            Para entender la influencia que el confeso anarquismo de Clementina Urrutia y Doña Luce tuvieron en Pepino, han sido útiles varios testimonios recogidos del negro González Cubero, cuya familia es una de las pioneras de Pueblo Nuevo. [2}  Según él, después que las tropas americanas se fueron de El Tendal, «mucha gente empezó a ir... y algunos techaron como pudieron una casita y se quedaron ahí; decían que era una promesa que a ellos les habían hecho»; se realizaban mítines, a los que se invitaba a la espiritista de Camuy, doña Luce, y a Clementina, la española, que también recitaba versos y ponía a llorar a la gente. Mucha gente rica del Sector-Pueblo, de los blanquitos, al decir de González Cubero, «bajaba la Loma y se venían a oírlas». Por ejemplo, Echeandía Medina, Aurelio Méndez, Severiano Cabrero, Pablo E. Rodríguez, Primo Martínez y el Dr. Cancio.

            Con el tiempo, oyéndolas en los mítines, Martínez González aprendió del ejemplo de elocuencia y compromiso que ellas dieron. La gente sin casa había construido su barriada; el lenguaje político tenía más vigor y sustancia que el lenguaje de las tribunas en la Plaza Pública donde los barbosistas y unionistas parecían políticos timoratos, incapaces de reinvindicar a los sediciosos y anti-peninsulares del 1898. En Pueblo Nuevo, se celebraron los triunfos de la Revolución Bolchevique y, quizás ingenuamente, por querer dar continuidad a ese homenaje, o por darlo a Doña Luce y la memorisa de sus recitaciones de versos a la clase obrera, entre antorchas y aplausos, la gente de Pueblo Nuevo designó una loma en honor a Stalingrado. Fue, si acaso, un homenaje póstumo al espíritu de los alzados de 1898 y a los primeros socialistas realengos que descubrieron serlo, aun dentro del ejército de los EE.UU.

            No obstante, a la luz «del régimen irresponsable continuado por el Acta Jones» (P. Albizu Campos, loc. cit.).  que es el que posibilita los primeros militares y decantados héroes ante el invasor residente, los anarquistas y nacionalistas verdaderos hacen su propio análisis. Son ellos postulan puntos de vistas no ilusionistas ante el hecho de los intereses de los nuevos ocupantes  norteamericanos que roban la riqueza del país y «lo hacen depender de su voluntad, en virtud de ese feudalismo forzoso, a una mayoría del electorado del pais» (ibid.) Discuten sobre el diseño de una resistencia y contrapropaganda.  Entienden que, entre los desafíos que trae el nuevo coloniaje, está el derivar lecciones nuevas en torno a la vieja simpatía por Cuba y la real naturaleza de los pretendidos protectorados con Cuba y Puerto Rico. «En otras palabras, se inquiere, si debe establecerse la Republica con el protectorado de Estados Unidos» (ibid.) y la pregunta seria se hizo la tarea de análisis en San Sebastian del Pepino y en los distintos pueblos en Puerto Rico, hasta entenderse que tradicionalmente ‘el protectorado es una agresión’  [Albizu: Escritos, ps. 202-211].

            Entre la clase artesanal de Pepino, en los principios de este siglo, se leía literatura espírita, masónica y anarquista. «Mucho se leía en secreto, en reuniones», alegó Prat. De hecho, Juan Tomás Cabán, artesano y otro de los líderes intelectuales de las Partidas, fue masón, pero «el masonismo de ellos tuvo más de carnaval y espiritería que de ideas para organizar a la gente decente y solucionar problemas» [Prat]. Ella rememoraría, con convicción y conocimiento, sus anécdotas sobre anarquistas que pasaron o se establecieron en Pepino y que lo hiciera presupuso que ella tendría una noción sobre los postulados de esta ideología, aunque el conocimiento que manejara sobre el tema no fuese suficientemente coherente y profundo.  En su caso particular, dado a su interés por Cuba, donde se fue su padre (Manuel Prat y esposa) y su interés por Barcelona donde estaba su parentela,  cavilo sobre el sentido de la ocupación militar, el protectorado norteamericano en Cuba, los privilegios de intervención que poder ocupante se daba y, en fin, que ante tan confusas situciones que cavilara, incluyendo el peligro de la anexión de Cuba por los EE.UU. y la amenaza del prócer Juan Gualberto Gómez de ‘volver a la manigua’, alguno tendría que echar alguna luz.  Al menos, tenia alguna confianza de que Cuba, a la altura de 1898, sobreviviera a la pretensión de anexión, y que la estrategia fuese del protectorado no creara las mismas consecuencias que en Puerto Rico. Los anarquistas / con los que Clementina tanto simpatizara / le orientaban sobre eso.

            Entre los presuntos simpatizantes anarquistas sobre los que hizo alusión, están Dominga Prat, su tía y su esposo, en España y quienes enviaban a Eulalia Prat material de lectura (artículos de Pí y Margall, etc.), su pariente política Clementina Urrutia; también a una mujer que llamara La Gitana y el hijo de ésta, El Chino, quienes vivieron en Nueva York y vinieron, «huyéndole a la influenza». La actividad de estas mujeres y El Chino la confirman fuentes escritas: cf. Dr. Forteza, In Memoriam: Para Una Gitana, En el Año Que Vota la Mujer, en: La Voz del Pueblo (Aguadilla), del año 1932, reproducido de Fígaro (La Habana, Cuba, Dic. 1924).  El Dr. Forteza hizo una colecta pública para el entierro en Camuy de la señora Lodze y la elogiaría en su escrito como una mujer culta, socialista y feminista, pese a que moría en la miseria, ya muy anciana.

            Es él quien observaria que su nombre real es Luvica Lodze, aunque ella, por su acento y precauciones de su activismo obrerista y anti-español en New York, en favor de la causa de las antillas, accedió a ser llamada Luce, La Gitana o la espiritista; cf., veáse además: Jacob August Riis, periodista de las publicaciones Tribune y Evening Sun, de New York, quien fue autor de estampas periodísticas que describen las viviendas miserables, los arrabales y maltratos sufridos por los inmigrantes pobres en la ciudad más progresista y pujante de aquellos tiempos, Nueva York. Algunas de las crónicas las dedica a los terrores de la influenza, los inmigrantes enfermos y los perseguidos. Las recogió en un libro titulado How the Other Half Lives (1890). Una de sus estampas periodísticas está dedicada a las familias Kirguis y Lodze de Kajastán, precisamente, ascendentes sanguíneos de La Gitana e hijo.

            Doña Luce o Lodze siguió a Clementina Urrutia hasta Pepino y, según el testimonio de Prat, González Cubero y el Dr. Forteza, ella fue quien trajo a la palestra pública del Pepino el tema de la jornada de ocho horas y la participación de la mujer en la vida política. Doña Luce se atrevió, ya fuera de sus círculos newyorkinos, a criticar a José Martí, [3] a quien admiraba, por no ver qué suciamente la prensa antiobrera y racista de los EE.UU. trataba de frenar el desarrollo del proletariado.

            Cuando esta señora Urrutia aún no había llegado a Puerto Rico, un evento había sacudido la opinión pública estadounidense, de Chicago a San Francisco, de norte a sur, y fue el bombazo en Haymarket Square [4] en Chicago, acaecido en mayo de 1886, y el disturbio ocasionado cuando un contingente de ciento ochenta policías intentó dispersar una multitud reunida (cerca de 1,500 personas). Doña Luce, como ella, asimilaron este incidente como un hito ideológico para sus conciencias, al punto que se identificaron con los anarquistas de Chicago, a quienes describieron como mártires inocentes.  A partir de este incidente  fue obvio que estos temas merecen discutirse en reuniones y prensa obrera.

            La elaborada versión interpretativa de José Martí sobre el fatídico 4 de mayo de 1886 se publicó en español en La Nación (Argentina) en enero de 1888, por lo que pudiera haber sido leída, por ambas mujeres. «Había en Pepino quien hablara de eso, de la Huelga de Chicago, y eso fue cuando Barbosa se hizo fuerte en la isla y su partido comenzó a ganar votos», diría Rodríguez Rabell; [5} pero, extrapolada su afirmación con otra de González Cubero, se aseveraría que «fue la gente que quemaba a los españoles, la gente de Camuy y que andaba con don Lino» (el maestro Lino Guzmán) la que trajo el tema a Pueblo Nuevo.

            Es que hablarse de los mártires de Chicago y de cómo es posible asestar un buen susto a los enemigos del pueblo cubano fue lo mismo. El pueblo reaccionaba a tres cosas interesantes a juzgar por reacciones suscitadas como en cadena. Un socialista puertorriqueño, Ramón Romero Rosa, diría  en saludo a que la Federación  Regional Obrera enviaría a los Estados Unidos una delegación para estudiar las condiciones laborales vigentes en los EE.UU.,  es decir, dento del «inmenso progreso de la Gran Nación». Esto fue miel para la boca de Santiago Iglesias; pero, el jefe de la Policía de Aguadilla en marzo de 1899 todavía prohibía el derecho de reunión y discusión pública de los asuntos de su agenda, no otros que luchar por un modelo lo más parecido posible al estadounidense en la educación y salud pública, jornada de 8 horas de trabajo, el fin del impuesto a las ventas, cocinas o comedores públicos y licencia por maternidad para las mujeres. El deseo de promover esta agenda desde el periódico El Porvenir Social fue tan estruendoso como las críticas al anarquismo hechas por Martí y otros que discuten como «arbitrary and reactionary actions that are prejudicial» las acciones emprendidas.aribb

            Se había producido además el acto temerario de Alvarado. [6]

               El 28 de abril de 1896, Armando André Alvarado, patriota de Cayo Hueso, hizo estallar una bomba en el palacio de Valeriano Weyler, capitán general de la isla de Cuba y apodado El Carnicero. El muchacho de 24 años burló a las autoridades. Al saberse sobre este episodio localmente, a viejos rebeldes, como Avelino Méndez Martínez y muchos Font que fueron separatistas y ex-miembros de El Porvenir (Miguel, Manuel, Ramón y Rodrigo), en este pueblito de Pepino renacieron bríos. Todos estuvieron asociados al movimiento armado de Lares, cuya revolución hermana fue la de Cuba, el Grito de Yara, en 1868.

            En siglo de tardío romanticismo y tropicalosas bohemias, el asesinato de Cánovas del Castillo, presidente del Gobierno de Sagasta, en 1897, y el posterior asesinato de lsabel, Emperatriz de Austria, por otro anarquista italiano en Ginebra, hizo que se especulara que las sociedades de camorra (que aterrorizaban a Nápoles)  [7]  encendían la violencia dondequiera. Surgió el temor a las invasiones de anarquistas, así como de que éstas brotaran como azote para las antillas. Así se había pensado durante los tiempos de los inmigrantes caraqueños y la Cédula de Gracias a la isla de Puerto Rico y otras antillas.

            Del conservador Cánovas del Castillo, [8] el Pacificador, se criticó duramente el nombramiento que hiciera de Romero Robledo, como Ministro de las Colonias. Este político, carente de escrúpulos, fue terriblemente repudiado en las posesiones ultramarinas y en la misma España y provocó la caída de Cánovas. Sagasta formaría el nuevo Gabinete Liberal. De hecho, más proclive a dar mayor grado de autonomía a las Antillas.

            Una nueva crisis de gabinete ocurrió en noviembre de 1894. Se perdió un tiempo valioso, pero, al fin, Buenaventura de Abárzuza fue nombrado como Ministro de las Colonias, con la esperanza de que proveyera el curso de la nueva política hacia Cuba, con la cual Antonio Maura, ex-Ministro de las Colonias, tendría sus diferencias con el recién nombrado en cuanto al alcance de la autonomía que se concedería.

            No lográndose amainar la agitación independentista, a pesar de que las medidas liberalizantes fueron muy bien recibidas en La Habana, no así lo fueron en el interior de la mayor de las antillas (Cuba) que, en 1895, dio indicios de mayor auge revolucionario, como ilustró el Grito de Baire.

            Para el 24 de febrero de 1895, el Gobierno de Sagasta restaba su importancia a la rebelión, lo que sumó otro error al panorama. Sin embargo, el Capitán General y Gobernador de Cuba, Camilo Polavieja, quien había renunciado en protesta por el nombramiento anterior de Robledo como Ministro para asuntos coloniales, hizo advertencias muy distintas y fue desoído. Razón de su renuncia.

            Desde 1891, P. M. Sagasta había designado al Almirante Pascual Cervera y Topete como su Ministro de Marina. La vuelta de Cánovas del Castillo crearía otra grieta para el caos que el último gabinete liberal, antes de la Guerra con los EE.UU., heredaría. Desde el 10 de marzo de 1895, España comenzó a fortalecer su poderío militar en Cuba, no previéndose otra cosa que sofocar a los mambises libertarios. Una fuerza expedicionaria de 6,000 tropas llegó a La Habana.

            El General Martínez, sofocador de anarquistas catalanes, al decir de Dolores Prat, [9] también fue enviado a Cuba. Las actitudes de éste contribuyeron a que la propaganda novelera y conservadora motejara como anarquista a muchos liberales. Ni el mismo Dr. R. E. Betances, Luis Muñoz Rivera y otros patriotas puertorriqueños, se libraron del epíteto.

            Fue la nueva jornada de gobierno conservador de Cánovas del Castillo [10] la que enviaría al general A. Martínez Campos a Santiago de Cuba y, con él y tras sí, una columna de 1,000 soldados españoles.

            Añadiéndose a Martínez Campos, «sofocador de catalanes, mambises y anarquistas», llegó a Cuba el General Valeriano Weyler y Nicolau, el 10 de febrero de 1896. Este impuso una estrategia de aislamiento de la población rural, creándose campos de concentración, siendo la primera vez en una guerra moderna que se utilizaran tales formas de cruel hacinamiento y trabajo forzoso. Para finales de 1897, se había relocalizado a más de 300,000 cubanos en tales campos. [11]  

            Sería la protesta internacional, especialmente, la originada desde los EE.UU., la que desacreditaría los métodos de Weyler, pero éste fue quien asestó los golpes más rudos a los insurrectos cubanos en lucha por independencia. El mallorquín Weyler (por su campos de concentramiento) hizo tanto daño al prestigio de la causa autonomista y las políticas reformistas de P. M. Sagasta para las colonias españolas, como las decisiones erráticas de Cánovas del Castillo y la elección de William Mckinley en noviembre de 1896 como Presidente de Norteamérica. El 26 de junio de 1897, la cancillería norteamericana envió un despacho a Madrid con el Embajador Dupuy de Lôme con críticas a los métodos de guerra y la inhumanidad de España en Cuba. Aunque el 6 de noviembre se había concedido una amnistía para prisioneros políticos cubanos y otro decreto real de sufragio universal para Cuba y Puerto Rico (22 de noviembre), Cuba había sufrido tanto con el encono represivo y la saña por parte de los españoles que Máximo Gómez, el dirigente de relevo tras la muerte de Maceo, anunció que la materialización definitiva de la República Libre de Cuba sería irreversible, y despreció el Estatuto Autonómico del 26 de noviembre y la súplica con que Blanco Erenas avisaba como solución que los insurgentes de Máximo Gómez se aliaran a las tropas españolas para expeler a los invasores en ciernes, que serían los norteamericanos.

            En Cuba, se rehusó cualquier alianza de los cubanos con el enemigo peninsular.

            ¡Hasta era preferible contribuir junto a los yankees para el objetivo de una sonada derrota del régimen de España!

            El entrevistado Antonio González Rodríguez, [12] residente en Perchas (San Sebastián), para los días de la entrevista, nos brindó comentarios sobre los sentimientos que su familia tenía por la causa cubana y el revuelo ocasionado por Alvarado y su atentado contra el Gobernador español de Cuba. Dio su reacción al asesinato de Antonio Cánovas del Castillo en Guipúzcua, siendo que este figura popular en Puerto Rico siendo el presidente del Gobierno español en turno con P. M. Sagasta.

            Un anarquista italiano, conocido como Michelle Angiolillo, confesó el asesinato y dijo cometerlo en venganza por las ejecuciones habidas de otros anarquistas catalanes del 4 de mayo de ese año. Cánovas, jefe del Partido Conservador e incansable luchador por la restauración de los Borbones, estaba leyendo un periódico, sentado en un banco en el Balneario de Santa Agueda, cuando el asesino mencionado se le acercaría sigilosamente y le disparó una bala en la cabeza.

            «La simpatia por la libertad de Cuba en mi casa era fuerte. Eramos criollos, todo el mundo sabía de Betances y Martí, y de los boricuas que se iban como Forest a dar su respaldo y, por otro lado, sabíamos que la muerte de Cánovas no era muerte casual, sino anunciada. Había violencia campesina y obrera en España; lo que no imaginamos es que la iba a ver en Puerto Rico. Había violencia por lo mismo que la había en Chicago y otros puntos de la Unión Americana. La pobreza ya era insorportable en España y aquí. Donde se tenía la idea de que no la había tanto era en la Unión America»,  nos diría.

            Cuando asesinaron a Cánovas, Antonio tendría no más de siete años de edad, más suficientes para entender que a su padre la muerte le daba una buena señal. Las masas despiertan y  muestran su madurez cuando con los magnicidio se envía un buen mensaje. Su padre era inpendentista de línea dura.  Su familia, parentela paterna y tíos, habían conocido la época del General Romualdo Palacios, la de los Compontes y esos relatos no eran cuentos de cuna en la boca de su madre (Ana Rodríguez), cocinera del hacendado mallorquín Joaquín  Vidal Roselló, con finca en Perchas como la de su padre.

            Amigo de Joaquín Vidal, «mi padre y él pasaban horas, durante las tardes en plática que ponían orden al mundo en sus imaginaciones, no en la realidad, pero entre sueño y sueño y una mecida de butaca o de jamca, lo que buscaron fue consolaciones, pues remedios son pocos»  El recordó, en base a datos ofrecidos por sus padres, que «había rivalidad entre catalanes y caraqueños», no siempre fue así. Dijo que el inmigrante caraqueño Don Andrés Cabrero Escobedo (n. en Santander, España), influyente ex-Alcalde y hacendado, con Manuel Prat hizo buenas migas y negocios. «Don Manuel fue de los que se fue a Cuba, cuando nadie lo esperaba. Con Cabrero se llevó bien, aunque a veces, eran como perros y gatos. Por lo único que Cabrero simpatizaba con Prat sería que ambos creían en el progreso, las máquinas y la industria, no como los anarquistas de su  tierra. Tocar el tema de los anarquistas, la independencia de Cuba y la de Puerto Rico les exaltaba los ánimo. Se parecían en lo apasionados que eran por la política. Sí. Papá era como ellos, Imagino ese sombrero de tres picos, Manuel Prat y su obsesión con Cuba y los barcos, Vidal y sus molinos hidráulicos y Cabrero con su afán por trenes y electricidad, todos llenos de ideas y echando en poco lo que hacen los políticos…»  [13]

*

Bibliografia

 

[1] Entrevistas con Doña Dolores Prat Prat, viuda de Alicea, realizada en Mirabales 10 al 18 de diciembre de 1972. Notas y transcripciones. Ella fue la única hija de Eulalia Prat Vélez y Cadafalch (1830-1890), cuyo padre y tíos fueron prósperos hacendados en Mirabales, Cidral y Las Marías. Esta familia se fue a la ruina, desde 1865, cuando sus padres se mudaron a Cuba. Doña Lola, como fue conocida, nació en el 5 de mayo de 1869, no utilizó el apellido Nuñez de su padre ni fue bautizada en la Iglesia Católica, porque fue fruto de una violación sexual a su madre, Eulalia Prat Vélez (1830-1890). Tenía 103 años cuando fue entrevistada para este trabajo y su memoria fue clara y poderosamente coherente. Desde 1919, estuvo viuda de su segundo esposo Julio Alicea Güemes (1866-1919).

 

[2] Entrevista con Manuel González Cubero, octogenario a la fecha de la entrevista, realizada en su hogar de Pueblo Nuevo, del 19 al 23 de octubre de 1977. Notas. Este relator tenia el conocimiento sobre quien (Blanco Ortiz) se reclutó en el Ejército  invasor, yéndose a Cuba con los estadounidenses. Su regreso fue marcado por la decepción. Recordariamos a Albizu cuando decía: «La ciudadanía imperial ha sido atractiva siempre a algunos de los naturales del pais invadido, por aquello del apotegma político que dice: que a los hombres no interesa tanto la libertad como formar parte de un ejército vencedor, aunque sean esclavos en ese miésmo ejército» [Extractos de este discurso y escrito fueron publicados el 13 de diciembre de 1930 en los periódicos El Mundo y El Imparcial y después recopilados para el ensayo Nacionalizacion de la riqueza extranjera, en: Pedro Albizu Campos, Escritos  ed, Laura Albizu-Campos, Meneses y Fr, Mario A. Rodriguez León (2007)]. En este bellísimo ensayo albizuista el prcóer discute el por que los EE.UU. concedió la ciudadanía imperial a los puertorriqueños (‘imponiéndonos su ciudadanía’ que tiene la osadía de negarnos nuestra ciudadanía  natural’, en 1917). Ver Escritos, op cit., IV y V,  ps. 73-78.

 

[3] Cf. José Martí, Class War in Chicago: A Terrible Drama (1887), en: José  Martí: Selected Writings (Penguin Books, New York, 2000), ps. 195-219.  Las criticas de Urrutia dibujan no solo a una voraz lectora de gacetas anarquistas, sino a una de las pocas de quien la señora Prat se confiaba porque transparentaba la convicción de entender cómo la intervención estadounidense en Cuba (la Enmienda Platt, por ejemplo) lo arropaba todo: las bonificaciones arancelarias de privilegio para el invasor, las opciones de adquisición de tierras, el bloqueo de legislación constitucional que prohibiera a los extranjeros de poseer bienes raíces en la Republica y, en consecuencia, la riqueza mas valiosa de Cuba pasó a manos yanquis.

[4] El acto dinamitero conmovió el Establecimiento estadounidense porque, entre las once personas muertas y el centenar de heridos, había siete policías. La llamada Huelga de Chicago tiene una importancia histórica porque fue parte de una de las primeras campañas por la jornada laboral de 8 horas. La manifestación huelgaria degeneró en motín cuando llegó la policía a sofocarla y un huelguista fue muerto a balazos por la policía. «Seven policemen were killed, some apparently as a result of bullets fired into the crowd by their fellows. Eight anarchists were convicted of the crime on very flimsy evidence and four of them were hanged».

               La evidencia que vinculara a los organizadores de la huelga y con el lanzamiento de un artefacto dinamitero fue escasa y dudosa. El 11 de noviembre de 1887 se ejecutó a cuatro de ellos. «Although the strikers were uninvolved in the bombing, the incident caused a reaction against them and against organized labor in general. The eight-hour movement suffered a serious setback». (Garraty, loc. cit, p. 185)

[5] Entrevista con María L. Rodríguez Rabell, loc. cit.

 

[6]  ibid.

[7] Son los críticos más acerbos de la agitación del orden social, el pistolerismo y, en particular, de las Partidas Sediciosas, quienes asociaron el gansterismo, o el estilo mafia italiano, al anarquismo, invocándose para hacerlo ciertos elementos: la peculiar secretividad de la Camorra napolitana de 1820 y el poder que adquirió ya para 1848, los rituales masónicos, el disfraz (pintarse las caras) y la ambición política siquitrillada tras bambalinas. «From 1848 it began to intervine in politics and continued to be a very real menace until 1911, when severe judicial action led to its extinction» (p. 186).

               En este sentido, es que Echeandía Font aludiría a los comevacas y tiznaos, al designarlos como camorristas, vividores, que buscaban poder. Para él, del ex-funcionario municipal Juan Tomás Cabán, Avelino Méndez Martínez y otros en Pepino, hasta líderes grandes como Muñoz Rivera y José de Diego, cuando fue fiscal, dieron protección a los campesinos armados; empero, la burguesía local les consideraba, pese a su prestigio, una partida de extorsionistas»; «bajo el imperio de Don Luis I, de Barranquitas». Cf. véase el editorial Respirando por la herida en: El Regional (San Sebastián, Puerto Rico), 4 de noviembre de 1914.

               Sin embargo, el camorrismo, al estilo gansteril de Nápoles y Nueva York, tendría muy poco que ver con agendas obreristas y anarquistas, ya que la sociedad secreta Camorra comenzó entre prisioneros en galeras, degenerándose tal en un movimiento egoísta e inmoral. «The exacted tribute from traders and brothel-keepers alike». (loc. cit)

               Quienes alegaban que los campesinos en armas que, en Pepino, se tiznaban las caras como los camorristas para no ser reconocidos (Andrés Jaunarena, Font Echeandía, etc.), es probable que hayan confundido y asociado la sociedad secreta, llamada Camorra con la que también en Nápoles surgió con el objetivo de derrocar los gobiernos despóticos y extranjeros y que fue llamado los Carbonarios. «(Carbonari) ... the name means charcoal burners and was assumed by a political secret society in Naple formed about 1808... They meetings was called a 'hut', the inside 'the place of selling charcoal', the outside 'the forest', their opponents 'wolves', etc. Much of their ritual was drawn-from Free Masonery and kindred societies grew up throughout Italy and also France». Los Carbonarios se fundieron con el movimiento La Joven Italia durante la década de 1830. Entre los miembros destacados de este grupo estaba el poeta inglés Lord Byron y Mazzini. Vea: Brewers's Dictionary of Phrase & Fable (Ivor H. Evans, 14th Edition, Harper & Row, Publishers, New York, 1989), ps. 120, 186 y 195.

               Hay, además, otro contexto internacional, más amplio que el bandolerismo español, para explicar la proliferación del nombre La Mano Negra entre anarquistas alrededor del mundo. La Mano Negra también fue el nombre de una popular sociedad secreta eslava y que fue responsable por contribuir al asesinato del Archiduque Francisco Fernando, heredero del trono de Austria-Hungría, en Sarajevo, el 28 de junio ef 1914. Este fue el evento que precipitó la primera Guerra Mundial.

[8] Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897), nacido en Málaga, España, ha sido descrito como la figura política más destacada de su país en el siglo XIX, y luchó desde las filas conservadoras, por la restauración de los Borbones. Fue diputado a Cortes en 1852, Ministro del Interior (1864) y de Ultramar (1865). En turno con Sagasta, Cánovas presidió en cinco ocasiones el Gobierno Español; en algunos de estos periódos, sus políticas tuvieron un impacto severo en las Antillas, por ejemplo, del 1895 al 1897, dominado por la represión del anarquismo en Andalucía y Cataluña, situación que inspiró los motivos de su asesinato en Guipúzcua por Angiotillo, anarquista italiano, en 1897.

[9] Entrevista con Doña Dolores Prat Prat, loc. cit. La alegación de Dolores Prat concerniente al repudio a Martínez Campos por los anarquistas es consistente con la verdad histórica, pues, en 1893 se realizaron atemptats anarquistes contre el general Martínez. Documentos relacionados con los gobernadores Ramón Blanco Erenas y Martínez Campos se hallan en el Archivo del Palacio Real de Madrid y son, esencialmente, la correspondencia privada cursada con la Reina regente, recortes de prensa, informes sobre la situación y evolución de la guerra, información sobre insurrectos y el estado del armamento. Hay 56 documentos en la Sección Mayordomía Mayor de la Serie de Asuntos Militares que tratan sobre Puerto Rico, Filipinas y Cuba, durante el periodo de 1895-1898.

[10] Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897), nacido en Málaga, España, ha sido descrito como la figura política más destacada de su país en el siglo XIX, y luchó desde las filas conservadoras, por la restauración de los Borbones. Fue diputado a Cortes en 1852, Ministro del Interior (1864) y de Ultramar (1865). En turno con Sagasta, Cánovas presidió en cinco ocasiones el Gobierno Español; en algunos de estos periódos, sus políticas tuvieron un impacto severo en las Antillas, por ejemplo, del 1895 al 1897, dominado por la represión del anarquismo en Andalucía y Cataluña, situación que inspiró los motivos de su asesinato en Guipúzcua por Angiotillo, anarquista italiano, en 1897. Para entender muchas de sus posiciones ante problemas de España en su época es iluminador la lectura de dos de sus libros: los dos volúmenes de Problemas contemporáneos (publicados en 1884 y 1890) y un libro póstumo, Historia de la decadencia de España (1910).

[11] Valeriano Weyler y Nicolau (1838-1930), nacido en Palmas de Mallorca y f. en Madrid. Hizo rápida carrera militar en Cuba durante la guerra insurrecional contra España. Como mariscal de brigada en 1873, combatió con éxito durante la Segunda Guerra Carlista, al cabo de la cual ascendió a mariscal de campo. Designado Capitán General de Canarias, Baleares, Filipinas y Cataluña (1888-91) y, en 1896, jefe del ejército español en Cuba, donde combatió con tanta dureza que fue relevado apenas con un año en la posición. Su propia evaluación de su impopular gestión en Cuba la expuso en su libro Mi mando en Cuba (1910). Weyler sirvió también como ministro de Guerra y Marina en 1902 y de Marina (1909).  Según Prat, Clementina Urrutia hablaba tan mal sobre la gestión militar de El Carnicero y sus campos de concentración que su madre Eulalia recontinuó correspondencia con sus parientes en Barcelona al enterarse que, por dos ocasiones, él sería capitán general o gobernador de Cataluña.

               Sobre las críticas periodísticas a la guerra en Cuba y los campos de concentracion, véase: J. A. Plaza, El maldito verano del '98: Los 112 días de la guerra y Al infierno con España (Madrid, 1997); A. Marimón, La crisis de 1898 (Barcelona, 1998); G. Cardona y J. C. Lozada, Weyler (biografía sobre el penúltimo Gobernador español en Cuba); Revista de Historia Militar / Número dedicado al 1898 (Núm. 83, Madrid, 1997), 350 páginas de artículos y antecedentes sobre la guerra con los EE.UU.. Adicionalmente, hay que recordar el papel desempeñado por la cadena de periódicos fundados por W. H. Hearst, líder en el «penny journalism» al final del siglo XIX y principios del 1900. «(W. H. Hearst) 's papers wild reports of Cuba 's struggle for independence from Spain helped bring about the Spanish American War». El espíritu belicista, característico de estos periódicos y, en particular, New York Journal, se postuló vigente con el grito Remember the Maine. El buque de guerra U.S. Maine se hundió en el Puerto de La Habana, el 15 de febrero de 1898, con un saldo de 270 muertos. «(The) incident helped to precipitate the Spanish American War. The cause of the explosion was never satisfactorily explained, and separate American and Spanish inquiries produced diferent results. But the American jingoistic press blamed the Spanish government, and 'Remember the Maine' became the rallying cry of the war». Garraty, ps. 17-18 y 98.

[12]  Entrevista con Antonio González Rodríguez, realizada en su hogar en Perchas (San Sebastián), 16 de julio de 1978.  El entrevistado. n. en 1892, fue hijo de Ana Rodríguez, cocinera del hacendado mallorquín Joaquín Vidal Roselló (n. 1857), con finca en Perchas. Joaquín, con su hermano Pablo (n. 1859) operó, por igual, una tienda en Lares. González Rodríguez contó los recuerdos transmitidos por su madre sobre la época de los Compontes del General Palacios, los corsetes y bibilones, las mismas prácticas de tortura que los amos españoles realizaban «durante los tiempos de los miñones». Estas partidas de peones, armados para la vigilancia de las haciendas, «fue costumbre de los catalanes de Mirabales» (sic), según la alegación de González.

               Quizás este asunto de armar miñones, en base a datos ofrecidos por sus padres,  «había sido la causa de rivalidad entre catalanes y caraqueños». Andrés M. Cabrero Escobedo (n. en Santander, España), influyente ex-Alcalde por la amistad que tuvo con Manuel Prat, le desarticulaba los proyectos de querer ser única ley de su barrio. «Pero eran hombres buenos, trabajadores y eso hay que respetarlo siempre, como decía Papá».

[13] Cuando induzco al relator Antonio González Rodríguez a que recuerde nombres e incidentes políticos que apasionaban a su familia y a la de Manuel Prat e hija (Doña Dolores), llegan a su memoria hechos que esperaba, aunque los recuerda en nociones vagas. Sólo que puede dar confirmación si proveeo las pistas adecuadas. Es así que  que confirmó que el nombre de Michelle Angiotillo le fue familiar. Es un nombre de alguien admirado por su padre. Este anarquista italiano fue quien confesó el asesinato  de Cánovas y dijo cometerlo en venganza por las ejecuciones habidas de otros anarquistas catalanes del 4 de mayo. Asoció correctamente a Cánovas con la jefatura del Partido Conservador e incansable luchador por la restauración de los Borbones.

               En los recuerdos de González no falta una memoria del papel del consultor legal del trono español, a la sazón el abogado Juan A. Hernández Arvizu. El era el Fiscal de la Audiencia de Jerez de la Frontera (Andalucía), cuando ocurrió el asesinato de Antonio Cánovas del Castillo en Guipúzcua. El  asesinato de no fue sino la culminación de una sentencia a muerte que ya tenía, desde el 20 de junio de 1893, cuando un grupo de anarquistas atacó su casa. Ese mismo año, el 23 de septiembre, se intentó el asesinato por un grupo anarquista del General Arsenio Martínez Campos, durante un desfile militar en Barcelona.

               Al cabecilla del intento, Paulino Pallás, una vez fue capturado, se le ejecutado por un pelotón de fusilamiento en el Castillo de Montjuich, en Barcelona, l 5 de octubre y el restante de los terroristas, el 21 de marzo del año siguiente... En 1896, se había comenzado el Proceso de Montjuic por la ola de atentados y, en consecuencia, un año después, se ejecutaron a cinco personas. En su afán de control, por el miedo a conspiraciones, el estado español prohibió el hablar el catalán y el derecho de reunión. La ola de violencia coincidió la inauguración del Ateneo Barcelonés y su discurso inaugural en catalán por A. Guimerá.

COMEVACAS Y TIZNAOS: / CAPITULO DOS /. CARLOS LOPEZ DZUR

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CAPITULO DOS
Un tema ignorado y censurado


            Aunque la historia de las partidas campesinas armadas, en pos de ideales de Tierra, Libertad y Justicia, es aspecto localmente documentable en el marco de la Guerra Hispanoamericana de 1898,  sus especificidades o detalles han sido premeditadamente ignoradas en la historia oficial y los hombres que mejor pudieron referirse al tema, por ser participantes activos, o testigos de los hechos, lo ignoraron (e.g., el Dr. Angel Franco Soto, autor de unas memorias sobre el 1898, el ex-Alcalde Andrés Méndez Liciaga, quien recopiló en Boceto histórico del Pepino (1924) mucha  de la historia de municipio.

            Por desgracia, a mi juicio, Méndez Liciaga obvió las referencias a lo que fue la época más dramática de la historia borincana y  que él mismo viviera en plenitud, ya que su padre (Avelino) fue inspirador intelectual y material de muchas de las incidencias útiles (hechos históricos) a la conciencia memorante y colectiva, las Partidas Sediciosas, en particular, y el cambio de soberanía, a más del Grito de Lares, que fue hito histórico de la identidad nacional puertorriqueña.

            La historiografía que se cuaja más fielmente y, en sus mejores detalles de veracidad, es siempre el devenir presente, irse-resolviendo-avanzando, es decir, la que se alcanza a vivir como testigo, en el fluir del devenir hacia un ahí-del-ser, histórico-temporalizado. Sin embargo, estas historias en torno a los comevacas y tiznaos del 1898 y otras que están  aún en sombras de olvido, sin nadie que las cuente, fascinaron mi curiosidad desde mi juventud y mis contactos con octogenarios y nonagenarios, o aún con centenarias, como mi propia bisabuela, a quien conocí, e hizo posible algún rescate.

            Es justo indicar que todavía el Boceto, con sus limitaciones, es un aimportante fuente historiográfica y, en su momento, fue objeto de presiones, coerciones censurantes de episodios y mención de gente que temían lo que él pudiera dejar escrito. Así lo manifestó Manuel Méndez Ballester a investigadores y artistas pepinianas que plantearon, en el decenio del '60, una reedición anotada del Boceto, el libro de su padre, al reconocer su importancia como recuento primicial sobre la vida histórica pepiniana. En copias distribuidas y circuladas de ese libro, según comentario de Joaquín Torres Feliciano, escritor, sicólogo y entusiasta de la vida cultural de nuestro pueblo, se sustrajeron páginas, se tacharon renglones, o se prendió desaparecerlo de bibliotecas públicas. Se vale preguntar por qué y quiénes.

            Antes de crearse el Archivo General Histórico de Puerto Rico, como institución protectora de documentos municipales, muchas fuentes documentales del Pepino se perdieron, o cuando no, su conocimiento se ha saboteado. Por mucho tiempo, un temor a la rememoración de la historia local vela, obnubila y cierra los canales de acceso al pasado. En parte, entendámoslo, porque, en este pueblo se han vivido experiencias inquietantes. Las Partidas Sediciosas es una de  ellas.

Después de invertir años en escuchar de labios (que han sido imprescindibles como sus fuentes memorantes), ofrezco con esta monografía algunos detalles nuevos que investigué en mis continuadas visitas a los hijos y familiares de las víctimas, testigos, protagonistas y coetáneos, de tales hechos, en Pepino y otros pueblos, y que corroboré en su verdad y en su fondo emocional a través de fuentes escritas,  referencias de primera y segunda mano y documentos en los Archivos Militares de la Biblioteca del Congreso, en Washigton, D.C. y en periódicos de la época.

            Hago pública mi gratitud a las familias del Lcdo. Pedro A. Echeandía Font, María Luisa Rodríguez Rabell Vda. de Negrón y Pedro Tomás Labayen Jaunarena, por haber sido tan pacientes con mis visitas y, a este último, por poner a mi disposición su colección, la más completa, del periódico El Regional de principios de siglo.

            Estos eventos que relataré ocurrieron durante la etapa de la invasión norteamericana, por lo que, para entender las acciones de las insurrecciones campesinas en San Sebastián de las Vegas del Pepino, será necesario contextualizar históricamente el comportamiento de España y los EE.UU. en la isla y dar cuenta sobre las superestructuras ideológicas en general. Y después, concretamente, sobre su percepción por los pepinianos de entonces.

            Obviamente, concuerdo con la observación del historiador Ángel Rivero Méndez, quien nos recuerda la indignación de los cronistas ante hechos similares  (robos, asesinatos y anarquía) como los ocurridos en San Sebastián y otros puntos de la isla:

            ... No fue Puerto Rico quien tales desmanes cometiera, escribe Rivero. Fueron unos pocos hombres, varios centenares tal vez y, sobre ellos, únicamente debe recaer la condenación de los historiadores. [1]

            Sin embargo, también es tarea historiográfica desocultar (y comprender sociológicamente) una parte tácita y dolorosamente reprimida de lo que, como contenidos intrasíquicos, se cargó dentro de la consciencia de aquellos sediciosos, quienes se sentían y expresaban, por primera vez, colectiva y con-sensivamente, como clase, la rabia que estuvo sepultada por generaciones. El Dr. Frantz Fanon nos advierte, en su libro Los condenados de la Tierra (1961), que:

... La descolonización es siempre un fenómeno violento... (y que) ante la necesidad de ir... hacia un panorama social modificado en su totalidad, lo que define toda descolonización en el punto de partida... es que constituye, desde el primer momento, la reivindicación mínima del colonizado... La necesidad de ese cambio existe en estado bruto, impetuoso y apremiante, en la consciencia y en la vida de los hombres colonizados. La importancia de ese cambio es que es deseado, reclamado, exigido. Pero la eventualidad de ese cambio es igualmente vivida en la forma de un futuro aterrador en la consciencia de otra 'especie' de hombres y mujeres: los colonos... La descolonización, como se sabe, es un proceso histórico: es decir, que no puede ser comprendida, que no resulta inteligible, traslúcida a sí misma, sino en la medida exacta en que se discierne el movimiento historizante que le da forma y contenido. La descolonización es el encuentro de dos fuerzas congénitamente antagónicas que extraen precisamente su originalidad de esa especie de sustanciación que segrega y alimenta la situación colonial. Su primera confrontación se ha desarrollado bajo el signo de la violencia y su cohabitación, más precisamente la explotación del colonizado por el colono, se ha realizado con gran despliegue de bayonetas y de cañones. [2]

            En algunas ocasiones, la violencia que se afana por desorganizar la vieja sociedad y concentra su poder en desaprobar el rol de las iglesias. Romper con los tabúes y creencias que como institución impone, o como con la Ley del Condado en España durante el Gobierno de José Canalejas, limitar las actividades de las órdenes religiosas. Esta fue una gesticulazación irrefrenable en el periodo que estudiamos.

            Uno de los incidentes, en el Valle de Toa Baja, lo refiere Rubén Arrieta. El entrevistaría a Francisco López. Su relato ilustraría que la violencia descolonizante permearía todo, «transformando a los expectadores aplastados por la falta de esencia en actores privilegiados, recogidos de manera casi grandiosa por la hoz de la historia... pero esta creación, vuelve a recordarnos Fanon, no recibe su legitimidad de ninguna potencia sobrenatural: la cosa colonizada se convierte en hombre en el proceso mismo por el cual se libera»; por esto mismo los vejámenes al sacerdote español del Valle del Toa no son, en realidad, ataque a un individuo, en cuanto su persona privada, sino un ataque al símbolo de la Iglesia Católica que no materializó el programa «de hacer a los últimos, a los humildes, los primeros», sino que, en su lugar, formuló sus propias tranquillas al progreso de los más humildes.

            Recuérdese que en, 1898, aún no se cumplía ni veinte años de la abolición de la esclavitud, institución practicada y protegida por la Iglesia. Un cura español en Pepino el día que los esclavos solicitaron un Te Deum para la bendición de su fiesta colectiva de libertad, por el decreto de la manumición, echó insultos a la negrada que lo solicitaban y les pidió que festejaran fuera de los atrios de su parroquia. Este fue el párroco Claudio González.

            Doña Dolores Prat-Prat, criolla entrevistada para mi monografía, hija de catalanes, otrora familia de esclavistas, como ella misma confesara, ni siquiera fue registrada ni bautizada como cristiana «porque la reputación de mi madre fue manchada por su amor por un negro y violada por otro bandolero libertario (nota del autor: Nuñez, padre de la relatora), de los que se daban aire de dignidad y civilización y nos quemaron en Mirabales durante la Revolución de Lares» (sic., cf. Entrevista con Doña Dolores Prat-Prat, loc. cit.)

            Movida por su orgullo, su madre Eulalia Prat-Vélez, [3] solicitó de la entrevistada que «cuando vaya al pueblo, no entrara a la iglesia... que aquí(en la casa) puedes rezar, sin que nadie te diga bastarda ni mala mujer». Ella n o creyó que el cura y la feligresía entendieron toda la problemática que había en su vida.

            Doña Lola Prat afirmó que recibía de España, en tiempos de menos pobreza, muchas revistas y gacetas que enviaban a su madre y a sus hermanas, «donde se hablaba de Castelar y Moret» y recordó que, al debatirse en España la Constitución de 1876, un hombre poderoso de la Iglesia (que el mismo Castelar propuso para Obispo de Salamanca, pero que fue consagrado como Obispo de Madrid-Alcalá en 1874), se opuso al principio de tolerancia religiosa. Se refería a Narciso Martínez. [4]

               «Pues, si siendo católico, no toleraba ni pingos, ¿qué clase de Dios tiene, qué clase de amor al prójimo?» La anciana terminó diciendo: «Pues, lo mataron, con toda y su sotana. Es que en política nada se olvida; yo me acuerdo de Lares como si hubiera nacido, imagínate» (sic.).

            La tolerancia de cultos en España se incentivaría con Canalejas como Presidente de las Cortes y jefe del Gobierno Español entre 1906 y 1912 y con precio muy alto. El anarquista Pardiñas asesinó al jurisconsulto liberal, el 12 de noviembre de 1912, ante el escaparate de una librería de la Puerta del Sol.

            Al verificar los relatos de Prat, confirmo que también el Obispo Narciso Martínez fue asesinado por un presbítero en el atrio de la Catedral de San Isidro en Madrid, en 1886. [5] Entiéndase, por lo anterior, el contenido subliminal y probable que se involucraría en tal acción anticlerical, como otras ejecutadas por la partida que atacó a la Iglesia, según el relato de Arrieta sobre Francisco López:

... También hubo ataques en la región del Toa... Allí realizaron una agresión irreverente contra un sacerdote católico español, a quien, le raptaron, conduciéndolo a la plaza, según el testimonio del anciano Pancho López. Una vez allí, le pusieron aparejos y una silla sobre las espaldas, obligándolo a que relinchara como un caballo. Mientras sobre las rodillas y las manos el reverendo padre se arrastraba, los forajidos le golpeaban gritándole 'arre arre, mi caballito'. Otros hacendados del Toa también sufrieron vejaciones y torturas físicas.

            El anticlericalismo es ingrediente que, en el pensamiento rebelde e inconformista español está asociado a muchas circunstancias. Desde el primer Concilio del Vaticano de 1870, que promulga el dogma de la infalibilidad del Papa, se recrudeció en España y el mundo el descontento. En nombre de «las sublimes verdades que la Religión Sagrada enseña» y la infalible deliberación de los Papas, las Santa Alianza, sus tribunales inquisidores y sus Índices de prohibición y censura, se hicieron los instrumentos de influencia reaccionaria a fin de mantener el dominio de los regímenes autocráticos. España fue el último país europeo en abolir el Tribunal de la Inquisición, aunque había sido abolida, a despecho de la presión tradicionalista desde el 22 de febrero de 1813. El rey Fernando VII la restauró un año después hasta que un decreto de Isabel II, en 1834, hizo la supresión final de la misma como mera formalidad porque había perdido el apoyo de que antes gozara entre la élite progresista de España. En el debate público de la vida de la monarquía, aprovechándose de su secretividad en cuanto pudo, el Tribunal Inquisidor cedió su espacio a opositores.

            Quienes mejores aprovecharon la coyuntura de la supresión de la Inquisición (pero, realmente aún no libres de intrigas y excomuniones) fueron, a partir de1870, las corrientes anarquistas de España que se radicalizaron ideológicamente después de la llegada de P. J. Proudhon, socialista anárquico, exégeta de la idea federalista, en oposición al centralismo y la coerción estatal, y maestro de Pí y Margall, Fanelli (quien visitara a España en 1869), exponente de Nicolás Bakunin, la corriente libertaria de Anselmo Lorenzo (1841-1914), tipógrafo toledano, ex-integrante del primer consejo directivo de la Federación Obrera Regional Española, de inspiración bakuninista (1870), que es el embrión del moderno movimiento obrero en España.

            LECTORAS DE ANARQUISMO: Habría que considerar, si la experiencia traumática de la señora Dolores con la Iglesia, el catolicismo y la moral masculina cuenta para la tarea de su perfil sicológico, su propensión a educarse como anarquista y admitir revistas que le llegaban, las mismas que Clementina Urrutia traía y llevaba de Cuba, o Nueva York, como si esto constituyera una tareas asignada por alguna militancia. Respecto a Doña Dolores y Eulalia (Lala), su madre, su familia compartió noticias y conocimiento sobre la lucha anarquista en Cataluña.

            Eulalia Prat Vélez-Cadafalch (1830-1890) fue beneficiaria del estímulo que D. Josefa Vélez originó en Mirabales y Cidral, por una visita realizada en 1841. Fue ella quien motivó que se crearía la escuela de primeras letras y de oficios, los talleres de costura y jarciería, y que esto no se quedara en las meras promesas del hacendado Prat. Por la buena posición económica de esta familia en tal época, Eulalia y sus hermanas (Dominga y Leonora) aprendieron los rudimentos del francés, el catalán y, en el caso de Doña Eulalia, la pintura y el dibujo.

            En las mujeres mirabaleñas de las familias Vélez y Prat, Josefa y Eulalia, destacaron sus espíritus rebeldes, inconformes, perfilándose, intelectual y moralmente, adelantadas a su época y a la madurez de la consciencia histórica del periodo colonial.  Eulalia Prat-Vélez acogió el principio emancipador de la esclavitud antes de producirse la y el Estatuto de Abolición. Su hermana Dominga Prat (1826-1867), casada ya con el médico Fermín Alicea G. y Britapaja, del barrio Furnias, y establecida en Barcelona (España), se aficionó a la lectura de los liberales radicales, republicanos españoles, y fue una admiradora de Emilio Castelar. El Dr. Alicea fue colaborador del sabio español Letamendi y del Instituto Pasteur, de Francia.

            El momento en que Doña Dolores entra en el conocimiento del anarquismo no fue tan vago recuerdo suyo cuando inquirí sobre el asunto y expresó:

… Serias mas por las cartas familiares que se le enviaron a mi mare, cartas de Dominga sobre hechos acaecidos en España en distintas oportunidades, ‘agitaciones campesinas’ a las que llamaban tales si sucedían en  Andalucía, las germanías era el nombre si ocurría en tierras valencianas y luchas de nyerros vs. cadells en Cataluña, todavía en épocas lejanas, porque las agitaciones han existido siempre y la naturaleza violenta del hombre en la necesidad o en el poder es también la misma…  [loc. cit.]

            Calcularía bien su referencia al movimiento cantonalista de 1873, así como al movimiento revolucionario de La Mano Negra y los acontecimientos en Jerez de la Frontera en 1892, que son factores inmediatos que incidieron en Pepino y en el Caribe. Asoció claramente el nombre de Fermín Salvochea (1842-1907), hijo de terratenientes de Cádiz, educado en Inglaterra, traductor de Kropotkin al impulso del anarquismo en España. Este fue condenado a 12 años de prisión por su actividad política en favor del anarquismo. Un juriconsulto pepiniano, Juan Hernández Arvizu, estuvo encargado de procesar casos de anarquistas en Jerez de la Frontera, asociado a las células de La Mano Negra. Su hijo Juan Hernández López también fue destacado abogado.

                        En momentos muy emotivos de mi entrevista con Dolores Prat, ella dijo:

               «Cuando yo estaba moza, tuve tenía miedo a las revoluciones. Eran otros tiempos y se sentían de algún modo; se les quemaba la hacienda a la gente con ciertos medios, se les amenazaba; uno podía saber si sabía revolución en España, porque siempre había en algún lugar de pueblo o campo quien echaba el rumor; alguien quien imitaba lo que allá se hizo o se dejó de hacer… si estabas con «secos o mojados», igual de malo... si estabas con el rey o con los generales, reformeros... Por eso hubo una revolución en Camuy, asunto de políticos, criticándose a los que llaman «botellas» («servilones») y aspiraban a tenientes a guerra, a procuradores o concejales... Mi mamá preguntaba: —¿Cómo estará Dominga ahora que renunció el rey?— (nota del autor: se refería a la abdicación de Carlos María de Borbón (y Austria-Este, 11 de febrero de 1873), y la tía Dominga, de la entrevistada, residente en Barcelona). ¡Pues, ella estaba con la República! Le gustaría (a Dominga) que esas cosas no pasaran, pero que la política fuese como la hace la gente decente. Ma', mare ya no tenía esclavos. —¿Y el viejito Don Manuel, o Nicasita?— Ellos sí, quién sabe, tal vez tristes, porque en Cuba, con una lucha más sangrienta, se obtuvo sino la República con la libertad de los esclavos.

(Nota del autor: se refiere a que, al entrar al Ministerio de Ultramar, el ex-progresista, fiel a Pi y Margall, José Cristóbal Sorni y Grau, entonces miembro del Partido Federal, aprobó el decreto de  Abolición de la Esclavitud; lo mismo sucedería en Puerto Rico).

               La Guardia Civil quería a mi mamá (Doña Eulalia)... y si alguna vez vino gente a verla, o a preguntar a su finca, se preguntó por lo mismo, —¿dónde está el que fue su marido?— (Nuñez), el hombre que la mancilló y quien quemó al viejito Prat, a poco tiempo de su ida... Decían unos y otros que en Camuy. Yo no sé... Guillermo, el Jabato, lo buscó para matarlo; pero le sacaron la idea de la mollera. Lo mismo que la Guardia Civil, lo querían ver muerto y componteado. Se supo que en otra revolución (el Levantamiento de Lares), Nuñez andaba metido... por eso que yo sepa Nuñez se hizo el perdío y no anduvo con la misma gente que antes lo aceptó. (nota del autor: se refiere a miembros de la Junta Revolucionaria Lanzador del Norte, como Ramón Estrella, Bartolomé González y otros que, en ocasiones Prat recordaba, asociados al levantamiento de Lares de 1868) [loc. cit.]

            Por la diferencias en educación, entre D. Prat, y su antigua amiga de tertulias (Doña Bisa) Rodríguez Rabell, contrario a la segunda, la centenaria Prat no se familiarizó con el término La Estrellada para referir el hecho / motín /  que ella prefería llamar la revolución de Camuy, asociándola al menosprecio de las conquistas de los negros, en materia de libertad, derechos o progreso material. Subjetiva o arbitrariamente, las familias Prat y Rodríguez Rabell, en el tiempo de sus conversaciones, adjudicaban a Nuñez la intención de «buscar amparo de liberales anti-españoles para luego traicionarles». Desde que se supo que Nuñez cometió violación en la madre de la entrevistada, los veteranos de Lares, especialmente, los de la Junta Lanzador del Norte... representados por Manuel María González, se le tildó de delincuente, les pidieron que se alejara de ellos y, cuenta mi entrevistada, que la familia Estrella «no lo quiso ni de peón en su hacienda» (D. Prat). Al verse solo y aislado, se dijo que él optó por el perdón de las autoridades españolas (Rodríguez Rabell). [5]

            Ambas damas coincidían en el salvajismo y cinismo de las luchas políticas en los tiempos en que ambas fueron jovencitas. No que lo vieran pero se imaginaban lo que, tras manos y en trasiegos se consigue,  tras el desalojo de las Cortes Españolas por el general Manuel Pavía Rodríguez (3 de enero del 1874) y el golpe de estado que devolvió el poder a Antonio Cánovas del Castillo. En la política insular, tanto como los ayuntamientos locales, se sufrirían los mismos desmanes, destituyéndose a liberales, autonomistas y republicanos. La Primera República Española, de 1873, se fue a pique y los «servilones» (partidarios de la monarquía) absoluta comenzó a perseguir a los que habían aprobado y servido bajo la Constitución de 1869, que fue la más liberal que España había tenido a tal fecha, y la persecución se extendió. En rigor, a todos los que fueran conocidos como sediciosos o desafectos a España, «no importa el rincón del imperio donde se escondieran» (D. Prat, loc. cit.), se les pedía cuenta…

            Según Rabell Rodríguez, para Nuñez y otros conspiradores que sobrevivieron al Grito de Lares la «suerte estaba echada y la rebelión de Cayeyano Estrella fue como el último aleteo de la clase de hombres». En Camuy, la Guardia Civil volvió con refuerzos a la Hacienda, mató a 3 hombres allí, dejó un saldo de heridos y arrestó a los supervivientes, acusándolos de sedición. Nuñez no estaba entre ellos; pero se supo que se escondió por las Cuevas de Camuy, al ser buscado por las autoridades. «A mi padre se lo tragó la tierra», diría la mirabaleña Prat.

               La anciana Doña Dolores Prat asoció, con interesantes referencias, la lucha anarco-sindicalista en España con lo que ocurría en los barrios de San Sebastián, Hatillo, el Valle del Toa, Yauco y otras partes de la isla de Puerto Rico. Dijo que, a riesgo de írsele la mula y hablar de más, a su madre le habría gustado haber escuchado las mentadas conferencias que Hernández Arvizu diera en el Casino del pueblo.

            Otros como Pedro Arocena, los Cabrero y Rodríguez Cabrero, amén del visitante Hernández Arvizu, creyeron que en «castigar con duras penas a los campesinos en rebelión en Andalucía y los anarquistas insurrectos en Barcelona», radicaría la solución. A diferencia de ellos, ella no se sintió espantada ni extrañada por lo acaecido en El Pepino en armas y creía que el origen ideológico y motivante para las familias que, localmente, participaron en las Partidas Sediciosas de 1898 fue la influencia del anarquismo. [6]

            Una ideología que todavía no se entendía aquí, pero que en España tuvo mucha fuerza y que la encendía el despotismo de la clase militar y los caprichos del carlismo.

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Bibliografia

[1] Este comentario de Ángel Rivero Méndez no es muy distinto de muchos otros que  no valoran el punto de  vista anarquista en torno a la realidad social que les toca. Al repasar material escrito o documental sobre las Partidas Sediciosas en Pepino me hallé con se mismo tópico de la noción elitista o devalorativa. Rivero Méndez, Ángel, Crónicas de la Guerra Hispanoamericana (Plus Ultra, New York, 1973), ps. 350-352, 362

               Parecido comentario se halla en Pedro H. Hernández Paralittici, Álbum de Utuado (Imprenta Modelo, 1967), ps.29-36. Quien escribe: «Hubo que lamentar muchos atropellos, fuegos, robos y muertes que las partidas facciosas llamadas tiznaos cometieron contra las familias españolas antes de que las tropas americanas pudieran ofrecer la protección necesaria. Al principio, estas partidas facciosas se componían de hijos respetables del pueblo, que sólo los impulsaba un deseo de venganza. Pero luego éstas se convirtieron en bandas de ladrones que se aprovechaban de la situación para robar las haciendas de los acomodados españoles. Esto hizo que un número crecido de la llamada colonia española dejara Utuado y se trasladara a otros pueblos de la isla» (loc. cit., p. 34).

               El análisis objetivo sobre las Partidas Sediciosas en Puerto Rico y libro que utiliza fuentes originales acerca de los ataques a los españoles y sus propiedades lo ofrece el historiador Fernando Picó en 1898. La guerra después de la guerra (1987).

               Describiendo la Denuncia de un proyecto de sedición en Cayey, 1848, se escribe en la revista Cayey (del Centro Universitario de Cayey), su autor Río López, da cuenta no solo del hecho sino de cómo es percibido para adquirir sesgos que dividen las comunidades.
En el (día 15 de febrero) 1873, un rico comerciante y hacendado, de origen dominicano, fue el protagonista principal de La Rebelión (Separatista) de Camuy (y) la Guardia Civil Española, que lo acusaba de anarquista, antiespañol, sedicioso y conspirador por otros delitos, fue recibida a tiros en la hacienda. Una tropelía de Guardias llegaba a horas de la noche para sorprender a los asociados separatistas del hacendado Cayetano Estrella. Imagino que él estaba harto de recibir amenazas de bandoleros que eran, presumiblemente, elementos de una clase incondicional, los mameyistas de siempre, y dijeron que era gente de los Orfila (nota del autor: también dominicanos) del Pepino, que habían interesado en negocios dejados inconclusos por las familias Prat, los que dieron el choteo».

               La mala prensa que recoge el anarquismo es refleja de la misma que incide en España y en los Estados Unidos. Recordemos este incidente que también se enmarca entre las Partidas Sediciosas.  Jacobo Córdova Chirino, en su libro Los que murieron en la horca (Gráfica Panamericana, México, 1954), Las Partidas Sediciosas, ps. 33-46, al describir el incidente ocurrido en Adjuntas, indica: «El cambio de soberanía en 1898 trajo una serie de crímenes, asaltos y robos que sembraron espanto entre los españoles, dueños de los cafetales. Esta es la historia de lo que aconteció el 30 de diciembre de 1898 en el barrio Guayo de Adjuntas. Aprovechándose de las sombras encubridoras de la noche, un grupo de sediciosos penetró en la residencia de don Antonio Delgado. Este súbdito español fue asesinado, y dos mujeres que vivían en la casa sufrieron indecibles torturas antes de ser ultrajadas... Cinco de los forajidos fueron sentenciados a morir por el garrote y los primeros en ser ejecutados después de la ocupación de Puerto Rico por las fuerzas norteamericanas» (loc. cit., p. 33).

               El 2 de junio de 1902, se ejecutaron a los reos, que fueron representados en mayo de ese año en los tribunales por el Lcdo. Luis Lloréns Torres. En vano, «una lluvia de peticiones de perdón cayó sobre Fortaleza» (p. 43).

               Sobre el asesinato del dirigente unionista José Adolfo Pesante, Zar de Añasco, por José Morales, alias «Yare-Yare», la noche del 2 de julio de 1905, vid. op. cit., ps. 47-58. Al entregarse Morales, «asesino a sueldo de los republicanos», en Pepino, después de haber sido «tongoneado» hasta que llegara la autoridad, fue ahorcado el 12 de junio de 1908. Pesante había triunfado en las elecciones de 1904 y a Morales se le pagó $100 dólares por matarlo. La misma cantidad cobrada por Pedro Feliciano Duprey, el verdugo de la horca.

               Durante estos años, murió asesinado el coplista revolucionario Carmelo Cruz. Algunas fuentes datan su muerte el 4 de julio de 1904, en la Calle Betances, frente a la Plaza de Recreo, ultimado a tiros por el policía Braulio Graulau, de Camuy. Se alega que fue un crimen pasional, ya que ambos pretendían a una hermosa trigueña, Carmen Scharrón; pero, en el contexto de las enemistades políticas de aquellos tiempos, no hay que olvidar que Carmelo Cruz fue considerado un blasfemo y terrorista anti-español.

[2] F. Fanon, Los condenados de la tierra (Fondo de Cultura Economica, Mexico, 1963), ps. 30-31.

[3] Entrevista con Doña Dolores Prat Vda, de Alicea. Notas y transcripciones. Realizada en Mirabales 10 al 18 de diciembre de 1972. Dolores Prat y su parentela se cartearon con los suyos en Barcelona. Eulalia Prat, su madre, llegó a conservar una extensa correspondencia que D. Dolores había ya perdido o regaló a unas sobrinas que se lo solicitaron desde España; pero, por tal correspondencia (que «yo leía y releía, amándolas (las cartas) mucho») fue que ella comprendió que «de sangre nos vino el interés por la política y las cosas de España». Su madre fue la última de su cepa que habló, casi jactanciosamente, sobre el prestigio de sus apellidos Prat, Ayats y Vélez, linaje que se remonta a los Prat y los Vélez de Llusanés y Vinarós y que sus parientes habrían de asociar a los ilustres catalanistas de hoy.

               Quizás por este apego a la tía-abuela que dejó el Pueblo del Pepino, a mediados de las décadas de 1850 y 1860, y la continuidad de las cartas de ella y otros parientes a su madre Doña Eulalia, la memoria de mi entrevistada se empapó con los hechos históricos tan fundamentales para explicar el origen ideológico de las partidas sediciosas.  Y, además, adquiere, como su madre, un toque de anticlericalismo por la influencia de quienes les escriben desde España, al parecer, sus parientes Prat influídos por el republicanismo de Salmerón. Esto explicaría que Dolores Prat dijera que el libro favorito de su madre fue Las ventajas de la República Federal y que «todo lo que ocurrió en Lares y le pasó por la mente a Betances y los revolucionarios de aquí estuvo bien pensado, vino de España; lo que pasó fue que unos jijodeputas como los Nuñez y los curas lo echaron a perder».

[4] El caso de Narciso Martínez solia recdordarlo entre mis entrevistados González Rodríguez asociaba a los insurrectos y anticarlistas en España con los forajidos de 1898 que irrumpieron con rebelión en Pepino. A su juicio, los catalanes o su prole local tendrían sus discrepancias con las autoridades en la isla y en Pepino, pueblo que cada vez parecía quedar en manos de inmigrantes conservadores (a menudo, la clase política designada localmente y que, por lo común, tuvo nexos con la ancestralidad venezolana, por ejemplo, los Arvizu y Cabrero.

[5}  Entrevista con D. María L. Rodríguez Rabell Vda. de Negrón, realizada en su hogar durante el mes de agosto de 1974. Al explicar los brotes de violencia campesina en 1898 y al relativo pequeño daño que se hizo a las propiedades de los Cabrero justifica diciendo que los Cabrero nunca fueron explotadores de las arcas gubernamentales y era gente caballerosa y muy sensitiva a las necesidades de sus obreros. El agresor campesino dio diferencia en trato, con respecto a muchos de los que se vieron castigados y amenazados por las Partidas y que estaban asociados a la familia Cabrero Escobedo por las vías de matrimonios. Es obvio que las partidas, si cometió sus excesos (que los cometió), respetó a los Cabrero, y tomó en cuenta no las actitudes del primero y ultimo Alcaldes que reopresentaron a España en Pepino (que mas bien era un criollo autonomista), sino la cepa entera de los que llegaron de Santander (España) y Venezuela, reclamados por los Echeandía. La cepa Cabrero llegó por el Puerto de  Aguadilla en 1821. Es el quinto hijo de Andres Cabrero Escobedo y Evarista Echeandía quien llenara de orgullo y admiración al pueblo y por quien  la generación de alzados de 1898 prefirió no tocarlos. 

               Me refiero a Manuel Joaquin Cabrero Echeandia (1840-1897), quien no vio la violencia de las Partidas, pero le tocó sufrir los malos gobiernos de 1870. No obstante, a la posición económica privilegiada de su padre, quien desde 1847 fue uno de los más grandes terratenientes locales y cultivadores de café y caña de azúcar. En el mejor momento de la fortuna familia de los Cabrero, llegaron a poseer 1,300 cuerdas. Cf.

               Sobre Andrés  y Manuel Cabrero, Severiano y otros, ver:  Diccionario biográfico pepiniano (200) de Arcelay Medina, p. 12; Helen Santiago Méndez,  Un personaje de novela: Manuel Joaquin Cabrero Echeandia, en Maguey (Ano 2, Num. 1, Diciembr 2008,  San Sebastian), ps. 3 al 6; Andrés Méndez Liciaga, Boceto histórico  (ed. Del Ateneo), ps. 56, 123, 126-7 y 168.

[6] Al dar sus relatos sobre lo que fue, o no fue, incidencia del anarquismo en Puerto Rico (y/o Pepino), está el testimonio de González Rodríguez en el que este recordaría las llegadas al Casino del Pepino del abogado Juan A. Hernández Arvizu, sobrino de un ex-alcalde y hacendado, Carlos Arvizu, de origen venezolano, y cómo éste difería con algunos miembros de las familias Cabrero y Prat-Ayats en cuanto a la justificación del terror y la lucha armada para conseguir ideales de justicia social para el campesinado y libertad política para la isla; se refirió a las visitas Luis Rodríguez Cabrero, admirador del médico Ramón E. Betances, residente en San Juan, Gerardo Forest y Vélez, que vivió en Pepino y Nueva York, la sociedad secreta la Torre del Viejo y la línea dura de los autonomistas. En conclusión, según González, «fue Hernández, lleno de gloria al volver a Pepino, quien alborotó el cotarro. Salieron anarquistas de todas partes. Nadie se des animó por oírlo o por saber de estas cosas».

               Alusiones a Hernández Arvizu y su rol como Fiscal en los procesos de La Mano Negra, de Jerez de la Frontera, se hallan también en: Andrés Méndez Liciaga y su Boceto Histórico del Pepino, ed. cit. Cf., p. 100-101. Ver: José Sánchez Rojas, El problema del anarquismo (Madrid, 1908); Lida, C.E. (1969), Agrarian Anarchism in Andalusia: Documents of the Mano Negra; International Review of Social History. Amsterdam. no. 14.; Molnar; M. & Pekmez, J. (1974). Rural Anarchism in Spain and the 1873 Cantonalist Revolution. In Rural Protest: Peasant Movements and Social Change. Edited by H.A. Landsberger. New York: Barnes and Noble; Juan Gómez Casas, Historia del anarco-sindicalismo español (1968).

               Un testimonio breve ofrecido por Mariana Rivera Alers, poeta del Pepino e hija de Vicente Rivera (n. 1840) y Alejandrina Alers (n. 1848), se refirió a las correrías y desmanes, sexuales y morales, que fueron cometidos en los campos de Pepino «durante los tiempos que van del Gobernador De la Pezuela al verdugo de Palacios». Alegaría que, vista la situación, muchas familias terminaron haciéndose «más conservadoras y buscando más a Dios en la religión». Se enviaron de España a gobernadores con instrucciones de aplicar «mano dura y muchos de los que cantaban el aleluya, con júbilo por sus abusos y su impunidad» tuvieron que dejar este pueblo. De este modo, ella explica cómo individuos, entre los que se incluyeron algunos de sus parientes (a saber, Silvio Alers) en Culebrinas y otros capataces y esclavos de la hacienda Los Vélez, en Mirabales, huyeron con sus familias, o se mudaron de pueblo.

               Durante el tiempo que visitara mi casa, la octogenaria Rivera Alers daba un trato de parientes a las familias mirabaleñas de Ortiz-Vélez, Alicea-Prat y Beauchamp (don Andrés).

               Por otro lado, Dolores Prat tomó falsamente una idea de Urrutia, que los primeros obreros organizados en Cataluña, en 1840, profesaban ideas anarquistas y confundió además los incidents ludistes de Sabadell e Igualada en 1836 y 1848, al decretarse la libertad de industria, con rebeliones anarquistas. Doña Luce y Urrutia tenían sus diferencias, al parecer.  Cf. Clementina Urrutia vivió en Cuba y España y se alojó un tiempo con Lola Prat, con quien se dedicó a la costura. En sus últimos años vivió en la Loma de Stalingrado. Cf. véase: David E. Cuesta Camacho, Los Urrutia de Cabo Rojo, en: Boletín de la Sociedad Puertorriqueña de Genealogía (1994, Núm. 1/2), pp. 56-75 y Haydée Reichard de Cancio, La presencia germánica en Puerto Rico (BSPG, 1995, Núm, 3/4, pp. 51-60.

               Sin embargo, está documentado que cuando F. Espoz y Mina fue nombrado Capitán general de Catalunya se incrementó la quema de conventos y la matanza de presos carlistas. Espoz ordenó la deportación de dirigents progresistes a les Canaries i l' afussellament de la mere de Cabrera (Prat). Más bien, en Barcelona, como en otras ciudades catalanas, la lucha sería entre moderados y republicanos. Urrutia estuvo más al tanto de las corrientes del pensamiento anarquista español.