Monday, July 4, 2011

Para leer y meditar los 4 de Julio / Independence's Day


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14.


This is a great challange of our time,the storm in which we fly. History is, once again witnessing a great clash. This is no time for impatience and self-defeating pessimism... We are ready for war!: Presidente George W. Bush
En los días que elegí para Tu Ofrenda,
días de recordación
y espacios arquetípicos, Tu templo,
no dancé con tu cuerpo
ni te orbité.
No pude invocarte
ni en silencio.

Un nubarrón de luto estremeció mis venas.
El frío se aceleró de un golpe
en medio de repique de tambores.
No hubo voz que dijera:
La bondad es infinita.
La salva de cañonazos avanzó.

Asesinaba las palabras debidas.
O apropiadas.
El Gran Discursador, rey-sacerdote,
nos ataba la lengua; él bebía sangre.

El día fue llamado Solemne.
Todas las prudencias convencionalizadas
acudieron, ocuparon el parque.
Se sentaron junto a la Gran Tarima.

Maat dejó que el Sol pasara sobre el Nilo.
Cursó así todas las esquinas,
examinaba el caudal, celosa
de la espuma, el musgo, las ondinas.

El presidente estaba allí,
perfecto guachinango con los ojos
fijos en escarabajos de la orilla.

El jefe de la CIA, el jefe de los jefes
del Pentágono, el Gran Estado
allí todos llegaron, solemnemente
vestidos, aderezados, circunspectos,
para ver a los deudos del Quebranto,
a los que necesitan la bendición
de autoridades temporales
y disputas rituales con lo Eterno.

Ataron con cornil a bueyes del deseo.
Calcularon el número de lágrimas,
se pidieron credenciales a los llantos.

Todo estuvo en su lugar,
en la zona segura, acordonada;
allí, con las pirámides de la Física Clásica,
presidía el Logos, el análisis,
el control absoluto.

A ninguno se quiso descalzo,
o con sandalias, ninguno con T-shirt,
ninguno con coleta o melena de desgarbo.
Nadie que sea descortés que esté presente,
ninguno que gesticule en bruto sea admitido.

Nadie con aretes en la oreja,
o tatuaje visible, se aproxime,
nadie con angustioso rostro
o con olor a tufo, nadie con patas
de cabra, o tarros de cornudo.
Ninguno con dientes neguijosos.

Exento sea del podio quien no admita
los Nuevos Paradigmas y su noción del riesgo.
La guerra es lo sagrado, han repetido.
No se vea al penco con los ojos salaces.
No se tome una foto al que está espatarrado.

Evítese la escena del que se rasca
el orto; todo debe ser perfecto,
con objetividad racional, preformulado.

El día fue llamado Solemne.
Bush estaba allí, y la pobre Condolezza,
figurón marginal de la sombra,
y Colin Powell, el Neandertal
más ocre de la cueva, y Cheney,
quien buscaba su mirada
para hacerlo portavoz
de otra mentira, porque ambos,
uña y mugre, óxido de uranio tienen
por hemoglobina.

15.

La prostituta se apoya en el arquetipo del verdugo: Maureen B. Roberts, PhD
A diez calles, por lo menos,
te vieron... Que me contaran
no fue necesario, te corté el paso
y te llamé, pero cruzaste de largo.

Te metiste en una luna de maula:
eras la Maya que niega, la proyección
que engaña, la víctima que condena.

En la Harbor medio-vacía
por causa del evento, Memorial Day,
homenaje a grandes héroes
y familias crédulas
al virtualismo entronizado,
te vieron y me cuentan
que pasaste comiendo de las culpas
que los demás te transfieren.
Tú tomas y dejas, surtes y olvidas.
Este es tu consuelo, por lo menos.

Vestida ibas con gracia de tus nalgas.
Plata líquida en tus haldeares,
intensa virtud, tus piernas
y el movimiento de tu sieso,
¡qué delicia, mayativa, descocante!

Con fortaleza y audacia te exhíbes.
Con pantaletas azul celeste
de tu antiguo cielo, atrapas.

Robaste el privilegio de ir
en desvergüenza por la calle
y echas la escandalosa
durante el Día Solemne
y estos robocops del Estado Vigilante
nada dijeron aunque díste
la nota discordante,
ramera caprichosa,
efeba desobediente.

A cambio de dinero
admitíste la gumía, la daga turca
y la exacción, te díste precio
por vender jera y placer
al mejor postor, así me heríste,
Luna de la tarde,
madre de la noche.

Llevaste tus senos perfectos,
quirúrgicamente diseñados.
Tus labios como flechas de ballesta
daban besos, tu saliva debió ser
como lava de volcanes porque
quienes te compran chupan del bote
y son felices, se repiten en noches
contínuas de macanda
y tú con ellos, fletera,
y ellos contigo, son felices.

En los quintos infiernos no es
donde te buscan;
eres ya accesible objeto
de la calle, tu jarana lasciva
tiene hoteles a tu paso, coches
que te llevan donde quieras
por servicio, nenorra.

Fuíste la única puta que salió
a la calle a proyectar
su verdugo interno, amenazante.
Duro y parejo te dan y tú resistes;
yo no, te perdí, capulina, y estoy triste
porque yo también amé
tu araña venenosa
y sus precondiciones instintivas.

16.

Los sentidos son tus puertas hacia el éxtasis:
Tony Buzan
No soy yo quien te culpo.
No que haya dejado de quererte.
Yo abrí todas mis moléculas
cuando ví tu Luna llena y eras sacerdotisa
de tu propia llama; yo te llamé
Mi atracción, gravedad del ansia.

Te entregué mis ladridos.
Por un fulgor de tu aroma masturbé
cada espacio de penumbra, el que tú iluminabas,
porque eras ya Una en mí y yo contigo, el Todo.

Tú me enseñaste a agrandar mis pupilas
y me asomé a mil ventanas
cuando te posabas en la noche,
gentil mariposa caída a mis talones.

Nada te escandalizó entonces.
Tú, sin jerarquías, nada prohíbes.
Te dispensas, entera, peludona,
tersa como rosa de piel,
tenuemente naranjuda como papaya
y sandía, melón abierto,
para mutua algarabía.

Tú, espiona, por revelar el caos,
la compresión infinita
con su deliquio singular y dulce,
te pusíste a gatas y a danzar
locamente, a perderse, a clavarse
en giros del cósmico espín gravitatorio
y ¡gozamos pues que tarde fue!
tú, entorchada con el rabo a mi deseo;
yo, hundido en tu íntima anonimia.
¡El éxtasis! lo eterno.

¡Sí que fuimos dionisíacos
antes que se cumpliera la plenitud
de los tiempos del profeta;
sí que sabíamos de ángeles / sátiros
y de monismo puro,
sí que estuvíste satisfecha de la verdad
de tu cuerpo, tu templo femenino,
ovario ctónico, el monte santo
donde la zarza encendida fue pez
con hocico caliente y su estallido viscoso,
jalea del pan que brindo, vino
que bebíste conmigo!

17.

Te alimentaron con miedo,
otrora fiera de nuestro amor gozoso;
te vistieron con ansiedad mezquina,
animalito lunar que, a orillas
de los ríos entraste al agua
y me hicíste pescar tus pezoncillos
y comerte a besos.

Te dieron la enagua de la angustia.
Te cosieron el corpiño del enojo.
Te amarraron la rabia a las costillas.
Destruyeron tu unidad biológica
hasta esquilmar la hermosura
de tu interna noosfera.

18.

¿Ahora dónde está la magia
de lo cotidiano, tu divertida noción
de caos, tu guiño subterráneo
que cautiva, dónde está tu duende
que responde al mío, tu fantasma
que a nados me alcanza
en el fondo del agua,
dónde la vieja autoestima de zorra
que no vende sus verdades,
su sentido de honesta certidumbre,
dónde tu nalgatorio desnudo,
suave como pétalos, túrgido
por voluntad de forma y energía?

¿Dónde tu voz me da rugidos,
a dónde llevaste tu madriguera
cálida, tu feroz sustento,
tu espíritu-materia,
tu monismo puro?

19.

Yo no te culpo, guerrera de demonios.
Quien arrebató tu riqueza innata
otro ha sido, sin madre,
sin olfato, sin ojos enternecidos.
Alguien fue que, extirpado de su matriz
de animal de bellota, ufano y de oquis
quiso hacerse hiperrreal
como el dualismo y odian al cuerpo
y a pequeños ángeles
que lo habitan, criaturas gozosas,
tiernas, energéticamente seductoras.

20.

En la Segunda Guerra Mundial, aproximadamente uno de cada dos muertos fue un no cambatiente. Hoy día la población civil representa más de la mitad de las bajas:
Mary Kaldor
Yo no quise ir con ellos,
personeros de ultraje, asesinos
armados en ventaja; ellos son
los que atacan tu presencia
y en tí vistieron luto.

Ellos matan a civiles indefensos.
Lanzan bombas que cercenan
a niños; a ciegas reparten
su homicidio organizado.

Yo no les buscaré más
en la tarde en que la Luna asoma,
en la noche en que sus brazos
extraño y me siento tullido,
diezmado, cercenado, por su ausencia.

Tú eres mi ofrenda, memoria verdadera.
Tú, puerca que andas en la calle
pensando que tu hermosura
es pingajo, tú, mi hostia sagrada,
que besuqueas a los nuevos Apolíneos,
intelectualmente arrogantes,
crudelísimamente hartos de sabotaje
y discursos triviales que sólo exaltan
al verdugo intelectualizado.

Yo fuí a Harbor Avenue, calle del vicio,
calle profana, donde ocultas coraje
e impotencia, y te vendes y engañas.
Fuí a saberte ahí, a dolerme
con tu inmundo despilfarro de energía,
a verte vivaracha y compartida
en tu doble vida de desastre.
Y, sin que dejara que nadie te ofendiera,
te busqué, te llamé por tu nombre más divino,
Durga-shakti, Amada...
y te fuiste de largo,
sí, me desconocíste, Amada mía.

Orange County / California / 2004

El libro de la guerra / CARLOS LOPEZ DZUR
/ Ver

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En Estados Unidos de América
Te recomendé a mis niños rojos
que llegaron primero a tus llanuras
y que cobijaron su comunión con las montañas
y tú, hijo de la Roca de Plymouth,
tú que víste morir a William Prynne
por decir con sus libros: Esta es la deuda,
tú que víste a Henry Burton y John Bastwick
agarrotados y exangües,
cada hueso puritano en la molicie,
cada escrúpulo de amor
batido a golpe,
te trajíste a los negros en grilletes
y depojaste en Virginia sus corazones
en hiel, uncidos de coyunda esclavizante.

¿Cómo dirás yo nada debo?
si has despertado el rencor
de cada indio,
de cada negro,
de cada mexicano
y en Tuscarora, la guerra grita deudas
y los seminoles aborrecen tus caras pálidas,
horrendas de porfía
y crimen
y codicia
y sangre fría
y venganza
y autojustificación
y genocidio...
no eres mejor que el protestante
masacrado en Ulster,
no eres mejor que las brujas
quemadas en Salem o en Lancashire,
no eres mejor que 30,000 mercenarios
de Alemania, contratados
por la fuerza del Imperio para que América
no sea libre y generosa.

My country, right or wrong, tal es la deuda,
desde Carolina del Norte a Tennessee,
donde el Ku Klux Klan se fundara
y donde la Decimotercera Enmienda
constitucionalizada
es la burla del negro, impresa en tinta,
para memoria blasfema de sus ojos...

¿Y no me debes nada?
pues, Jack el Destripador me debe menos
porque él mató seis mujeres,
y tú has matado 5 millones de mis hijos
aquellos que confié a tu mano
cuando abrí los montes de Manhattan
y, bajo el umbral de la puerta
de este cielo americano,
te dí a Pocahontas y Tecumseh,
a Sacagawea y Sequoyah,
a Tenskwatawa, la Puerta Abierta,
a Pontiac y Squanto,
a Toro Sentado y el Halcón Negro.

16-03-1982 / CARLOS LOPEZ DZUR

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Vendrá tu hija, la reina de los muertos

My child, my child! ... This is no trick played / on you by Persephone ... You are only witnessing / here the law of our mortal nature, when we come / to die: Homer, The Odyssey 11.210
Tú no has maldito a la Tierra,
Madre amada. El hombre se maldice a sí mismo
con sus actos. Tú lloras meramente,
te conmueves.

¡Es que no utilizamos la soledad ni para purficarnos;
la utilizamos para herirnos, p
ara urdinos en robo, ultrajar lo ajeno!

Coré vendrá con su inocencia
y será fruto, Coré es la fe, tu fe, Madre,
tu fruto oculto en soledad, tu dolor
en los desconciertos, pero tu dicha en Primavera.

No has prohibido nada que no sea vedable;
porque paríste la fe, Madre agraria,
y aún en los yermos vive y aún bajo pantanos
fructifica… Llámala, Démeter, llámala
en los ríos y allende las navas.
Llámala entre serpientes
y en cuevas, en medio del cáctus y nopales.

La doncella medita en tí. a
agudiza su oído fino, te oye y vendrá
con su canto; ahora está en el templo d
e sus iniciaciones, vendrá con la virtud
de una granada, con fe que es
como grano de mostaza
y crecerá y será árbol de la vida,
árbol dialéctico, más ancho y gigantesco,
árbol de los Grandes Comienzos.

Anuncia en la miseria que se traiga el tazón
(cuernos de la abundancia, calderos
para el conocimiento de la fe de tu parto).

Tiene que repartirse este misterio todo.
Madre amada, apresúrate por campos de aridez
que son muchos hambrientos y desalentados
y derrama ya la primavera; fluye
con tus fecundas lágrimas.

(Tú no has llorado en vano).
Convoca a los esposos
con el cantío del gallo y
que madruguen
a la hora de consecha.
Cosecha es paz de naciones.

Tu grano viene abundante, esplendoroso,
y el olor del perejil es yerbabuena en todo.
Es que la fe raptada es también el consuelo
de otros mundos donde tu hija
es la reina consoladora de los muertos.

09-09-2000 / De EL LIBRO DE LA GUERRA / C. LOPEZ DZUR

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