Monday, February 10, 2014

Cosas que yo aprendí de adolescente / A Antonia Martinez Lagares


Cosas que yo aprendí de adolescente

a Antonia Martínez Lagares, asesinada
el 4 de marzo de 1970 por miembros
de la Fuerza de Choque de la Policía

Antes de que yo pensara escribir
un verso de amor, versos calenturientos
que uno hilvana cuando muchacho,
por tener alboratadas las hormonas
me enteré en la prepa
que una muchacha recibió un disparo
(tan sólo por hallarse en un balcón
testificando una golpiza, una marcha,
una muestra de dignidad estudiantil
en Río Piedras, cerca de la UPR).

Una marcha ante el intensificado maltrato policíaco
y la actitud del gobierno vendepatria,
cínica administración de ladrones
que hasta el centro docente llevaran su descaro...

Imagino que Antonia Martínez gritó una consigna
(no... ya recuerdo, gritó: «¡Asesinos!»)
porque ella miraba, desde el balcón, a la calle 
y vio atrocidades que en nombre de paz y orden
se perjuran; debió sentirse humillada,
ultrajada por el engaño, conmocionada
al ver cómo empleados, que son vecinos suyos,
cumplen órdenes superiores y transforman
el gobierno en enemigo, la comunidad
en espejismo de palabras mentirosas,
la humanidad en brutalidad, no espectral,
en ego destrozante por razón 
de la bestia suelta
del Leviatán social, estatizado.

Y le metieron un tiro. 
Allí la mataron a balazos,
en aquel segundo piso de la Avenida Ponce de León.

Un estudiante herido, quien fue testigo, vio
la bala cuando penetró su cabeza, explicó
quien pudo ser el asesino; pero...
la policía desestima sus crímenes 
y los jueces se venden y la impunidad,
decreta lo que el yankee: 
Entonces, el homicida ríe:
«Must be absolved on trial».

Para los universitarios, fue pretexto
para llorar a mártires.
Aquella muerte fue la más injusta,
artero asesinato.

Para mí, fue ocasión para quemar
los poemas que ya no podrían decirse
tan felices. Desde entonces, no puedo escribir
sobre las niñas sin que Antonia esté presente.

Desde entonces, la voz del Topo,
Antonio Cabán Vale, es la música de vivencial
recuerdo adolescente que me perdura
y que me duele, como si tratara
de alguna enamorada, musa de mis versos.

[Ante el mural de homenaje a Antonia Martínez,
pintado en el Edificio de Humanidades de la UPR,
Marzo 2007]

CARLOS LOPEZ DZUR

Carlos López Dzur es un narrador, poeta y filósofo, nacido el 1 de septiembre y residente en Puerto Rico, Vivió en California por más de 30 años. antes de su reciente regreso. Caribeño,  tiene una visión hostosiana y bolivariana, que se refleja en sus libros.

Obtuvo un doctorado en Filosofía Contemporánea en la Universidad de California, Irvine. Cursó sus estudios de B.A. en Literatura Comparada e Historia Latinoamericana en la Universidad de Puerto Rico; obtuvo dos M. A. 'Summa Cum Laude' en Montana State y San Diego State University. Fue discípulo de los filósofos Dr. Alfred Stern y la Dra. Martha Nussbaum.

López Dzur ha publicado las novelas: Las juderías, Simposio de Tlacuillos, Berkeley y yo, Las hienas y El pueblo en sombras, entre otras y los libros de cuentos: Sarnas de la ira parda, Cuentos sediciosos y bolivarianos, Rayos por celo de tu cuerpo, El corazón del monstruo, etc.

De su libro El hombre extendido, que le valiera un premio del Certamen Literario Chicano de la Universidad de California, el poeta Juan Manuel Pérez Álvarez ha dicho: «Tengo que decirle, pues faltaría a la verdad si así no lo hiciese, que siempre me ha gustado su poesía, esencialmente simbolista y moralizante pues todas las obras de arte lo son... como el mensaje sublimado de la cultura de la 'globalización'... Si Ezra Pound fue confuso muchas veces, usted logra una lucidez más nítida y menos politizada. El Hombre Extendido es uno de sus libros que más aprecio porque me parece un resumen de la mayor parte de su producción. Solo el título ya me parece muy sugerente».



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