Wednesday, July 2, 2014

COMEVACAS Y TIZNAOS: PARTIDAS SEDICIOSAS EN EL PEPINO DE 1898 / CAPITULO 4 / CARLOS LOPEZ DZUR


 
Capítulo Cuatro

LA GUERRA HISPANOAMERICANA DE 1898

 

               «Manuel Rodríguez Cabrero no sabe nada, anda loco, no sabe qué hacer el    pobre. Quiere regresar a Madrid. No quiere vivir bajo la tutela de otro  amo… Esto es un desorden y un caos, por no decir una palabra vulgar. En  el Cibao, barrio colindante con Lares, estas turbas irrumpieron en la  hacienda de D. José Delgado, un propietario de edad y paralítico. Le dispararon un tiro de escopeta en el estómago, luego le asestaron golpes  de machete hasta que murió desangrado. Fueron al molino y mataron al  mayordomo de un machetazo, separándole la cabeza del tronco»: Cecilio    Rafael Font-Ríos, Bibliografía de Razón de Cambio (monografía inédita)

            Después de culparse a España del hundimiento de USS Maine en la Bahía de La Habana y hacerse una declaración de guerra por parte de los EE.UU., en reunión celebrada en Madrid, se discutió sobre la situación y la capacidad española para vencer o salir vencida, si se materializara de facto la confrontación armada. Ese 23 de abril de 1898, el Comandante Pascual Cervera predijo la destrucción de su escuadra naval, ya que «no hay comparación entre los recursos con que cuenta España y los que EE.UU. tiene». Y el vaticinio se cumplió el 3 de julio de ese año.

            La flota de Cervera entró a batalla con los buques de guerra estadounidense. Fue un desastre para España. Unos 350 marinos españoles murieron en el combate. Otras 160 tropas fueron heridas y 1,600 soldados españoles, con sus 70 oficiales, fueron tomados presos por las tropas norteamericanas, que sólo sufrieron una baja y seis heridos.

            El 11 de agosto de 1898, el Consejo de Ministros de España aceptó las condiciones de paz, bosquejadas por los EE.UU., casi unilateralmente. En resumen, España debía renunciar a la soberanía ejercida sobre Cuba, Puerto Rico y otras islas de la Indias Occidentales, traspasándolas a los EE.UU., y evacuar a los funcionarios de su régimen en cualquiera de sus colonias perdidas.

            El mismo Blanco Erenas, quien había ordenado al Almirante Cervera su salida de la Bahía de Santiago y pelear, se sentiría insatisfecho; pero, como dijera, sería mejor para España «perder honorablemente en batalla que rendirse».

            Al Duque de Almodóvar del Río, Juan M. Sánchez y Gutiérrez de Castro, a la sazón Ministro de Relaciones Exteriores de Sagasta, desde mayo de 1898, tocó la triste tarea de enmendar el golpe al orgullo y prestigio español que fue su exterminio como potencia colonial hegemónica en el Caribe. El fue uno de los pleni-potenciarios que, en París, negociaría la paz con los EE.UU. y buscaría mejorar la posición diplomática de España.

            Militarmente, se tuvo muy poco espacio para defender los intereses españoles, sean cual fueren, porque ninguna colonia quiso seguir a la sombra de España, contrario al mito de la fidelidad puertorriqueña, antilla que en el discurso político colonial se refería como el epítome de fidelidad por la despedida que se les ofreció al último Gobernador español.

            De hecho, si vemos a las Partidas Sediciosas como un ejemplo de ánimo y de autolegislación armada de los criollos (no  de los españoles en la huída, o de otros planes autonomistas ante la Invasión Norteamericano), tenemos que concluir que este fue lo que 13 de agosto de 1898 se materializó en Ciales: Una partida de cerca de 600 ampesinos toman el Ayuntamiento de Ciales, al comando de Virgilio Ramos Casellas y Ramón Montes González. Y, como dicen los profesores  Francisco Berroa, Fernado Picó y  Delgado Colón (1982) en un trabajo de tesis, en 1898, paralela a la invasi ón yankee.

            Para fines de la propaganda oficial, el dirigente e ideador de la Revolución de Ciales quedaría y debería quedar como un bandolero. Nunca como un patriota, aunque se sepa que fue muy desacreditado por el aparato colonial español. Tiene esto que ver con nociones de menosprecio de clase. José Maldonado (Águila Blanca), barbero de profesión y descrito con amplios antecedentes penales, no es un héroe. Mas descrito desde la nueva sensibilidad de la corriente anarquista lo es. Cumple los criterios. Es valiente, organizador y dejó un testimonio real: apoyó desde Toro Negro, «con 500 ó 600 hombres, el denominado Grito de Ciales, 13 de agosto de 1898, en donde presuntamente se proclamó la independencia de Puerto Rico». Obviamente,  él no dejaría discursos escritos para una bibliografía. Era un hombre de acción y lo carcaron las circunstancias del deber. Basta esto para qie se explique porque en su tesis de 1987 Delgado «no presenta evidencias documentales, ni testimonios» (F. Berroa).

            ¿De quién pudo esperarse (por el profesor) un canto de loas para Águila Blanca si el sector autonomista, tan tácitamente 'vendepatria' como los republicanos, no habría permitido que un barbero, alguna vez acusado de robo, sea acreditardo como patriota o valor positivo, tal como Juan Diez de Andino corriera a bautizar a Robert H. Todd, anexionista, de padre inglés y madre santomeña?

En términos generales, el fue la más importante figura organizadora de la rebelión social y campesina de Puerto Rico en 1898. Un momento de gloria de la Furia del Anarquismo y el sector de los hambrientos en 1898. Lo fue aunque el mismo estudioso Fernando Picó le viese con desconcierto, enfatizando en que fue un ladrón convicto. Sin embargo, José Maldonado (Águila Blanca) es también mucho más que un colaborador voluntario de los oficiales militares de Estados Unidos. Maldonado no ocultaba  y lo confirma una carta  que se publicara en un periódico en Mayagüez por el periodista dominicano Eugenio Deschamps que por haber combatido a los españoles y colaborado con los norteamericanos, se hizo acreedor en enero de 1899 de un indulto de las autoridades de Estados Unidos. «Se sabe que luego del indulto perdió un ojo en una balacera, enfrentando la policía de Ponce» (F. Picó: op. cit. 1987, ps. 155 y siguientes).

            Si buscáramos un equivalente del proceso reunidor de masas y explicitación de la causa anarquista campesina que vincula en San Sebastián del Pepino a líderes de la categoría de Maldonado, Virgilio Ramos Casellas y Ramón Montes, los cialeños, mencionaría a Cabán Rosa, Avelino Méndez, su hijo Andrés y los hermanos Ramón y José Padró Quiles.

            El 21 de noviembre de 1898, los negociadores esta-dounidenses presentaron el ultimátum (de una semana) para que se decidiera sobre la compra de las Filipinas por $20 millones de dólares. Al mismo tiempo se hicieron, otros reclamos sobre Cuba, Puerto Rico, Guam y la anexión de la isla de Kusaie, en las Carolinas, así como sobre derechos de cables telegráficos y puertos en otras tierras, y de no haber respuesta, el riesgo sería el de encarar el reinicio de hostilidades.

            El Duque de Almodóvar recomendó la firma del tratado porque España no resistiría otra confrontación militar y arriesgaba mucho más en no hacerlo; pero, por igual, acusó la presión alemana por comprar las islas del Pacífico. «Del árbol caído, todos cortan leñas», dijo.

            En Puerto Rico, muy pocos entre los hombres críticos e insatisfechos del colonialismo español, creyeron que España perdía honorablemente [1] en las batallas. Cada pueblo de la isla tuvo una experiencia particular de informarse sobre los hechos militares, especialmente, en los que se perdían vidas puer-torriqueñas y una experiencia también única, pero sicoló-gicamente determinada, sobre cómo educarse en cuanto a la situación que se avenía con el enfrentamiento de las potencias.

            Juzgar las relaciones de poder, en cuanto estructurales, no fue fácil. Tampoco lo fue evaluar el trato humano, entre contendientes, no ya de los personeros de España como metrópolis, sino también el comportamiento de sus civiles en los distintos estamentos de la sociedad.

            Los parámetros a la mano funcionarían como ideologías e ideologemas (según el término, del teórico Fredric Jameson), quien sigue el lineamiento básico del filósofo social Antonio Gramsci al decir que los hombres toman consciencia de su posición social en el terreno de las ideologías y toda iniciativa histórica o reto ante la realidad cambiante, u opresiva, tiene un cometido que se formula ideológicamente y que consiste en cambiar las fases precedentes, hacer homogénea la cultura en un nivel superior al precedente.
            Todo, para la guerra de los EE.UU. contra España, se produjo expeditamente.
* 20 y 21 de abril: Declaración de Guerra
* 25 de abril, España reconoce la formalidad de la declaración.
* 1 de mayo: Misión de reconocimiento del Teniente Henry H. Whitney.

* 12 de mayo, el Almirante William T. Sampson bombardea San Juan.
* 31 de julio: Entrada a Guánica por el Mayor Theodore Schwan.
* El grupo The Puerto Rican Commission desembarca en Ponce y se adscribe a los Cuarteles Generales del General Nelson Miles.
* 5 de agosto: Toma de Guayama por el General Brooke.
* 10 de agosto: Derrota española en Hormigueros por las fuerzas del General Schwan
* 5 de agosto: Toma de Guayama por el General Brooke.
* 10 de agosto: Derrota española en Hormigueros por las fuerzas del General Schwan.
* 11 de agosto: Theodor Schawn ocupa la Ciudad de Mayagüez
* 13 de agosto: General Brook detiene el ataque a Aibonito. Mensaje de Armisticio.
* General Guy V. Henry sigue hasta Utuado.
* 13 de agosto: General Brook detiene el ataque a Aibonito. Mensaje de Armisticio.
            Aunque es breve, me satisfac el recuento que, para fines de este libro, hace Mendez Liciaga, en 1898: Entrada de las Tropas Americana al Pepino (en: Boceto histórico, ed. del Ateneo Pepiniano, ps. 140-141] y lo que llamara, refiriéndolo como Las Partidas Sediciosas,  ‘una pagina de sangre en la consciencia de la comunidad’.
           
*
BROTES DE PARTIDAS SEDICIOSAS
* El barrio Pozas de Pepino se convierte en madriguera de guerrilleros llamados los comevacas. La finca del hacendado Juan Francisco Arvelo [3] es respetada como refugio de familias despavoridas en busca de protección. Hato Arriba es el centro de organización y operación de las Partidas Sediciosas.
* 13 de agosto: Una partida de cerca de 600 ampesinos toman el Ayuntamiento de Ciales, al comando de Virgilio Ramos Casellas y Ramón Montes González.  [4]
* Ataques de los comevacas y tiznaos a las familias de Pedro Jaunarena Azcue (Guajataca), Bernardino López (Altosano), Ramón López Linares (de Perchas #2), destrucción de almacén de la Hacienda Cabrero, ataque a Pedro Arocena y Cía (donde ocurre el asesinato de su mayordomo José Ordoñez, en Mirabales), ataque e incendios a residencias de Guillermo y Manuela Cardé (Guacio), los Orfila (Juan y sus padres Lorenzo y D. María Agueda Pons), Victorino Bernal Toledo, saqueo a propiedades de Manuel y Arcadio Estrada (Perchas), ataques a fincas de Pedro Rico, Flor Lugo (en La Corcovada), asesinato de José Delgado y su mayordomo José Orlando (Cibao), robos de propiedades al hacendado Juan Antonio Ríos Borrero (Aibonito), Cheo Font Feliú, la familia Mantilla, Teresa Sagardía, Juan Bautista Ballester González (Eneas, el 11 de noviembre), quema de tres establecimientos de Joaquín Oronoz Perochena (Perchas), Baldomero Brignoni, quema de almacenes de Pedro A. Echeandía (Cidral y Magos), asalto a la tienda de Baldomero Brignoni y saqueos de propiedades de Manuel y Arcadio Estrada en el barrio Perchas.
* Juan T. Cabán Rosa, comerciante y miembro del Cabildo Municipal, es el autodidacto que, al escuchar el clamor del hambre y la desesperación campesina en Pepino, se alía a Lino Guzmán, con un ideario anarco-sindicalista y un programa para el reparto de la tierra. El jornal promedio para el 1898 (época de los españoles) era de $0.37 al día. Después de la invasión era de $0.35 al día con los niveles de supervisión a $0.50 al día. El horario de trabajo en la mayoría de los casos comenzaba a las 6:00 a.m. y terminaban al ponerse el sol. En tiempo de zafra se les exigía comenzar a las 2:00 a.m.  [5]
* Los niños eran utilizados para trabajar en las fincas a $0.10 diarios.
* El 19 de septiembre, con el Capitán Brackford del Ejército estadounidense, como peticionario, se oficializa el cambio de mando ante la autoridad española. Manuel Rodríguez Cabrero rehúsa quedarse como Alcalde, Avelino Méndez Martínez rechazó el cargo edilicio y viene de Lares, el primer Alcalde nombrado bajo el régimen americano, José González Hernández. (H. Santiago, loc cit., nota 2).  
* Diez personas son acusadas de robo y sentenciadas a casi 7 años de prisión. El robo a Juan Antonio Río ocurrió el 27 de septiembre.
* 29 de octubre: Joaquín Moreno y Segundo Esteves, involucrados en las Partidas, presos en Mayagüez.
* Los 14 acusados por el ataque y robo a Pedro J. Jaunarena y Azcue, en el barrio Guajataca el 19 de septiembre, reciben sentencias a condena penitenciaria de un mínimo de 8 años y un máximo de diez.
* 1899: Acusaciones de corrupción y venta de protección en la administración del primer Alcalde del Pepino, González Hernández.  Acusado de integrar una de  las Partidas Sediciosas.
 

Bibliografia

 [1] Entrevista con Pablo Arvelo Latorre, hijo del hacendado Juan Francisco Arvelo, del barrio Pozas, quien refugiaba a los que huyeron de las tropas invasoras y las Partidas Sediciosas en 1898.  Explica cómo el barrio Pozas de Pepino se convierte en madriguera de guerrilleros llamados los comevacas. La finca del hacendado Juan Francisco Arvelo es respetada como refugio de familias despavoridas en busca de protección. Hato Arriba es el centro de organización y operación de las Partidas Sediciosas. También durante la entrevista realizada nos comenta sobre cómo [para el 29 de octubre de 1898] Joaquín Moreno y Segundo Esteves, involucrados en las Partidas, estaban presos en Mayagüez.  Y cómo los 14 acusados por el ataque y robo a Pedro J. Jaunarena y Azcue, en el barrio Guajataca el 19 de septiembre, reciben sentencias a condena penitenciaria de un mínimo de 8 años y un máximo de diez.
 

[2] La información sobre acciones y protocolos militares utilizados en este trabajo y que explicarán la cronología del proceso revolucionario en las Antillas y la represión española, así como las ofertas reformistas españolas, ha sido extraída de las siguientes monografías y libros: Graham A. Cosmas, An Arny for Empire: The United States Army in the Spanish American War (Shippensburg, PA: White Mane Publishing Co., Inc., 1994); Louis A. Pérez, Jr., Cuba between Empires: 1878-1902 (University of Pittsburg Press, 1983); Carlos Serrano, Final de Imperio. España 1895-1898 (Madrid, 1984); Sebastián Balfour, The End of Spanish Empire, 1898-1923 (London, 1997); Joseph Smith, The Spanish-American War. Conflict in the Caribbean and the Pacific, 1895-1902 (London, 1996); Albert A. Nofi, The Spanish American War, 1898 (Conshohocken, PA: Combined Books, Inc., 1996); Carmelo Rosario Natal, Puerto Rico y la crisis de la Guerra Hispano Americana (1989), Angel Rivero Méndez, Crónica de la Guerra Hispano Americana en Puerto Rico, cuya primera edición data de 1922.  Es importante sentimentalmente es libro porque el capitán Rivero Méndez fue el primer oficial del Ejército Español que ordenó abrir fuego contra el invasor estadounidense durante la guerra de 1898, lo que se hizo contra el crucero USS Yale, el 10 de mayo de 1898; Lidio Cruz Monclova, Historia de Puerto Rico. Siglo XIX (Editorial UPR, Río Piedras, 1969), quien al referirse al año 1898 dice: «Este es el último año de deshonra colonial y el primero de lo mismo». De Marisabel Bras, Ph. D, el ensayo colocado en la internet: The Changing of the Guard: Puerto Rico in 1898 y Pratts, Edgardo, La resistencia a la invasión norteamericana de 1898 (Parte 11), en: Claridad, 31 de julio al 6 de agosto de 1998, p. 27. Mariano Negrón Portillo, ofrece su ensayo Puerto Rico ante la invasión americana, en: La Toga, Septiembre 19; Cedó Alzamora, Federico, «Juancho Bascarán: Un héroe mayagüezano de la Guerra de 1898», en: Anuario de las Fiestas Patronales de Mayagüez, 1998, ps. 71-97.

               Sobre incidencias de la Guerra Hispano Americana en Pepino, específicamente, véase: Antonio González Orona, Dios Aprieta, Pero No Ahoga, en Puerto Rico Ilustrado (San Juan), 5 de marzo de 1949, ps. 14-25; Dr. Angel Franco Soto, Juan recuerda su pasado (San Juan, 1949), donde explica la rendición del Coronel Osés por las cercanías de la cuesta de La Maravilla, ps. 76, 208-209; José Padró Quiles, Luchas Obreras (1950), ps. 83, 86-87.  Ver, por igual, Richard F. Weingroff, Portrait of a General: General Roy Stone, estudio que se encuentra en la internet en:


Dr. Angel Franco Soto, Dr. Franco relata su misión en 1898, en el diario El Mundo (San Juan, Puerto Rico), 18 de enero de 1952, ps. 17 y 24; Javier Torres,  La invasión norteamericana y su impacto en la tenencia de terrenos en Pepino, en; Maguey (Año 4, Núm. 4, Mayo-Junio, 1995, p. 4 y Helen Santiago, La politica en vísperas de la ocupación americana, en Maguey (Año 5, Núm. 4,  Julio-Agosto 1995) ps. 2-3

 

 [3] En su libro Boceto histórico del Pepino, Andrés Méndez Liciaga, el mismo hijo de Avelino, líder de las Partidas Sediciosas y residente de Hoya Mala, condenó a las mismas por sus excesos de sangre y quemas; sin mencionar que su padre estuvo involucrado en ella. Obviamente, despachó este tópico con unos breves y discretísimos párrafos. El sabía que, no todos los componentes de las Partidas, estaban motivados por un bandolerismo criminal, sino que muchos de estos insurrectos se sentían los catalizadores de un nuevo proceso político y, con el tiempo, se educarían para ser parte de la nueva sociedad. Adolfo Babilonia se convertiría en un educador destacado del pueblo de Moca. Miguel A. Babilonia sería Alcalde de 1902 al 1910.  

               Por informes obtenidos, el líder guerrillero Adolfo Babilonia Quiñones provenía del cercano pueblo de Moca, hijo de Francisco Babilonia Acevedo, ex-Alcalde de Moca en 1841 y los (Flores) Cachaco, o también Casaco, de Añasco. Cf. véase Rubén Sánchez Babilonia, Moca. Notas para su historia (1986) y mensaje del genealogista Ernesto N. Chiesa en Puerto Rico Query Forum, publicado el 23 de julio de 1999.

[4} José Manuel Delgado, Las Partidas Sediciosas, en: Claridad, «En Rojo», 17 al 23 de marzo de 1978), p. 6.; La Conspiración Cialeña de 1870, loc. cit., En Rojo, 12 al 18 de mayo de 1978, p. 3.
 
[5] Juan T. Cabán Rosa, comerciante y miembro del Cabildo Municipal, es el autodidacto que, al escuchar el clamor del hambre y la desesperación campesina en Pepino, se alía a Lino Guzmán, con un ideario anarco-sindicalista y un programa para el reparto de la tierra. El jornal promedio para el 1898 (época de los españoles) era de $0.37 al día. Después de la invasión era de $0.35 al día con los niveles de supervisión a $0.50 al día. El horario de trabajo en la mayoría de los casos comenzaba a las 6:00 a.m. y terminaban al ponerse el sol. En tiempo de zafra se les exigía comenzar a las 2:00 am.  Mendez Liciaga, en su Boceto (ed. cit., ps. 125-6 y 150),  le dedicó  elogios.
 
               Sobre Cabán Rosa que fue nieto de una negra liberta, se escribió: «Sus quehaceres, sus ocupaciones, por muchas que fueran, jamás le impidieron la lectura de libros y periódicos… Y al taller donde ponía a pruebas sus energias, el temple de su espíritu, su inteligencia y su laboriosidad, iban diriamente aquellos valientes voceros de derechos patrios, aquellos pregoneros de nuestras ansias libertarias… La lectura asidua fue para las amibiciones de su alam fuerte, fecunda, de grandes y provechosas enseñanzas… Y se hizo un político de significación. Y fue un líder a quienes las masas seguían y en quien tenían absoluta confianza. Era un batallador, um combatiente formidable», fue uno al que agrego sus amistades que incluyeron a Baldorioyu de Castro, del periódico El Derecho, Salvador Brau, Juan B. Angulo Liciaga, quien se casó con una hija de Cabán Rosa y se hizo socio en los negocios de este. Amigo fue también de  Manuel J. Cabrero Echeandia y uno de ls responsables de que se honre con el nombre de ‘Calle M. J. Cabrero’ al distinguido pepiniano, fallecido en Galicia (Esapana) en 1897.

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