Capítulo Cuatro
LA GUERRA HISPANOAMERICANA DE 1898
«Manuel Rodríguez
Cabrero no sabe nada, anda loco, no sabe qué hacer el pobre. Quiere regresar a Madrid. No quiere vivir bajo la tutela de
otro amo… Esto es un desorden y un
caos, por no decir una palabra vulgar. En el
Cibao, barrio colindante con Lares, estas turbas irrumpieron en la hacienda de D. José Delgado, un
propietario de edad y paralítico. Le dispararon
un tiro de escopeta en el estómago, luego le asestaron golpes de machete hasta que murió
desangrado. Fueron al molino y mataron al mayordomo
de un machetazo, separándole la cabeza del tronco»: Cecilio Rafael Font-Ríos,
Bibliografía de Razón de Cambio (monografía
inédita)
Después de culparse a España del hundimiento de USS Maine en la
Bahía de La Habana y hacerse una declaración de guerra por parte de los EE.UU.,
en reunión celebrada en Madrid, se discutió sobre la situación y la capacidad española
para vencer o salir vencida, si se materializara de facto la confrontación
armada. Ese 23 de abril de 1898, el Comandante Pascual Cervera predijo la
destrucción de su escuadra naval, ya que «no hay comparación entre los
recursos con que cuenta España y los que EE.UU. tiene». Y el vaticinio se
cumplió el 3 de julio de ese año.
La flota de Cervera entró a batalla con
los buques de guerra estadounidense. Fue un desastre para España. Unos 350
marinos españoles murieron en el combate. Otras 160 tropas fueron heridas y
1,600 soldados españoles, con sus 70 oficiales, fueron tomados presos por las
tropas norteamericanas, que sólo sufrieron una baja y seis heridos.
El 11 de agosto de 1898, el Consejo
de Ministros de España aceptó las condiciones de paz, bosquejadas por los
EE.UU., casi unilateralmente. En resumen, España debía renunciar a la soberanía
ejercida sobre Cuba, Puerto Rico y otras islas de la Indias Occidentales,
traspasándolas a los EE.UU., y evacuar a los funcionarios de su régimen en
cualquiera de sus colonias perdidas.
El mismo Blanco Erenas, quien había
ordenado al Almirante Cervera su salida de la Bahía de Santiago y pelear, se
sentiría insatisfecho; pero, como dijera, sería mejor para España «perder
honorablemente en batalla que rendirse».
Al Duque de Almodóvar del Río, Juan
M. Sánchez y Gutiérrez de Castro, a la sazón Ministro de Relaciones Exteriores
de Sagasta, desde mayo de 1898, tocó la triste tarea de enmendar el golpe al
orgullo y prestigio español que fue su exterminio como potencia colonial
hegemónica en el Caribe. El fue uno de los pleni-potenciarios que, en París,
negociaría la paz con los EE.UU. y buscaría mejorar la posición diplomática de
España.
Militarmente, se tuvo muy poco
espacio para defender los intereses españoles, sean cual fueren, porque ninguna
colonia quiso seguir a la sombra de España, contrario al mito de la fidelidad
puertorriqueña, antilla que en el discurso político colonial se refería como el
epítome de fidelidad por la despedida que se les ofreció al último
Gobernador español.
De hecho, si vemos a las Partidas
Sediciosas como un ejemplo de ánimo y de autolegislación armada de los criollos
(no de los españoles en la huída, o de
otros planes autonomistas ante la Invasión Norteamericano), tenemos que
concluir que este fue lo que 13 de agosto de 1898 se materializó en Ciales: Una
partida de cerca de 600 ampesinos toman el Ayuntamiento de Ciales, al comando
de Virgilio Ramos Casellas y Ramón Montes González. Y, como dicen los
profesores Francisco Berroa, Fernado Picó
y Delgado Colón (1982) en un trabajo de
tesis, en 1898, paralela a la invasi ón yankee.
Para fines de la propaganda oficial,
el dirigente e ideador de la Revolución de Ciales quedaría y debería quedar
como un bandolero. Nunca como un patriota, aunque se sepa que fue muy
desacreditado por el aparato colonial español. Tiene esto que ver con nociones
de menosprecio de clase. José Maldonado (Águila Blanca), barbero de profesión y
descrito con amplios antecedentes penales, no es un héroe. Mas descrito desde
la nueva sensibilidad de la corriente anarquista lo es. Cumple los criterios.
Es valiente, organizador y dejó un testimonio real: apoyó desde Toro Negro, «con 500 ó 600 hombres, el denominado Grito
de Ciales, 13 de agosto de 1898, en donde presuntamente se proclamó la independencia
de Puerto Rico». Obviamente, él no
dejaría discursos escritos para una bibliografía. Era un hombre de acción y lo
carcaron las circunstancias del deber. Basta esto para qie se explique porque
en su tesis de 1987 Delgado «no presenta evidencias documentales, ni
testimonios» (F. Berroa).
¿De quién pudo esperarse (por el
profesor) un canto de loas para Águila Blanca si el sector autonomista, tan
tácitamente 'vendepatria' como los republicanos, no habría permitido que un
barbero, alguna vez acusado de robo, sea acreditardo como patriota o valor
positivo, tal como Juan Diez de Andino corriera a bautizar a Robert H. Todd,
anexionista, de padre inglés y madre santomeña?
En
términos generales, el fue la más importante figura organizadora de la rebelión
social y campesina de Puerto Rico en 1898. Un momento de gloria de la Furia del
Anarquismo y el sector de los hambrientos en 1898. Lo fue aunque el mismo
estudioso Fernando Picó le viese con desconcierto, enfatizando en que fue un
ladrón convicto. Sin embargo, José Maldonado (Águila Blanca) es también mucho
más que un colaborador voluntario de los oficiales militares de Estados Unidos.
Maldonado no ocultaba y lo confirma una
carta que se publicara en un periódico
en Mayagüez por el periodista dominicano Eugenio Deschamps que por haber
combatido a los españoles y colaborado con los norteamericanos, se hizo
acreedor en enero de 1899 de un indulto de las autoridades de Estados Unidos.
«Se sabe que luego del indulto perdió un ojo en una balacera, enfrentando la
policía de Ponce» (F. Picó: op. cit. 1987, ps. 155 y siguientes).
Si buscáramos un equivalente del
proceso reunidor de masas y explicitación de la causa anarquista campesina que vincula
en San Sebastián del Pepino a líderes de la categoría de Maldonado, Virgilio
Ramos Casellas y Ramón Montes, los cialeños, mencionaría a Cabán Rosa, Avelino
Méndez, su hijo Andrés y los hermanos Ramón y José Padró Quiles.
El 21 de noviembre de 1898, los
negociadores esta-dounidenses presentaron el ultimátum (de una semana)
para que se decidiera sobre la compra de las Filipinas por $20 millones de
dólares. Al mismo tiempo se hicieron, otros reclamos sobre Cuba, Puerto Rico,
Guam y la anexión de la isla de Kusaie, en las Carolinas, así como sobre
derechos de cables telegráficos y puertos en otras tierras, y de no haber
respuesta, el riesgo sería el de encarar el reinicio de hostilidades.
El Duque de Almodóvar recomendó la
firma del tratado porque España no resistiría otra confrontación militar y
arriesgaba mucho más en no hacerlo; pero, por igual, acusó la presión alemana
por comprar las islas del Pacífico. «Del árbol caído, todos cortan leñas», dijo.
En Puerto Rico, muy pocos entre los
hombres críticos e insatisfechos del colonialismo español, creyeron que España
perdía honorablemente [1] en las batallas. Cada pueblo de la isla tuvo una
experiencia particular de informarse sobre los hechos militares, especialmente,
en los que se perdían vidas puer-torriqueñas y una experiencia también única,
pero sicoló-gicamente determinada, sobre cómo educarse en cuanto a la situación
que se avenía con el enfrentamiento de las potencias.
Juzgar las relaciones de poder, en
cuanto estructurales, no fue fácil. Tampoco lo fue evaluar el trato humano,
entre contendientes, no ya de los personeros de España como metrópolis, sino
también el comportamiento de sus civiles en los distintos estamentos de la
sociedad.
Los parámetros a la mano
funcionarían como ideologías e ideologemas
(según el término, del teórico Fredric Jameson), quien sigue el lineamiento
básico del filósofo social Antonio Gramsci al decir que los hombres toman consciencia
de su posición social en el terreno de las ideologías y toda iniciativa
histórica o reto ante la realidad cambiante, u opresiva, tiene un cometido que
se formula ideológicamente y que consiste en cambiar las fases precedentes,
hacer homogénea la cultura en un nivel superior al precedente.
Todo, para la guerra de los EE.UU. contra España,
se produjo expeditamente.
* 20 y 21 de abril: Declaración de Guerra
* 25 de abril, España reconoce la formalidad de
la declaración.
* 1 de mayo: Misión de reconocimiento del
Teniente Henry H. Whitney.
* 12 de mayo, el Almirante William T. Sampson
bombardea San Juan.
* 31 de julio: Entrada a Guánica por el Mayor
Theodore Schwan.
* El grupo The Puerto Rican Commission
desembarca en Ponce y se adscribe a los Cuarteles Generales del General Nelson
Miles.
* 5 de agosto: Toma de Guayama por el General
Brooke.
* 10 de agosto: Derrota española en Hormigueros
por las fuerzas del General Schwan
* 5 de agosto: Toma de Guayama por el General
Brooke.
* 10 de agosto: Derrota española en Hormigueros
por las fuerzas del General Schwan.
* 11 de agosto: Theodor Schawn ocupa la Ciudad
de Mayagüez
* 13 de agosto: General Brook detiene el ataque
a Aibonito. Mensaje de Armisticio.
* General Guy V. Henry sigue hasta Utuado.
* 13 de agosto: General Brook detiene el ataque
a Aibonito. Mensaje de Armisticio.
Aunque
es breve, me satisfac el recuento que, para fines de este libro, hace Mendez
Liciaga, en 1898: Entrada de las Tropas
Americana al Pepino (en: Boceto
histórico, ed. del Ateneo Pepiniano, ps. 140-141] y lo que llamara,
refiriéndolo como Las Partidas Sediciosas,
‘una pagina de sangre en la consciencia de la comunidad’.
*
BROTES DE
PARTIDAS SEDICIOSAS
* El barrio Pozas de Pepino se convierte en
madriguera de guerrilleros llamados los comevacas. La finca del hacendado Juan
Francisco Arvelo [3] es respetada como refugio de familias despavoridas en
busca de protección. Hato Arriba es el centro de organización y operación de
las Partidas Sediciosas.
* 13 de agosto: Una partida de cerca de 600
ampesinos toman el Ayuntamiento de Ciales, al comando de Virgilio Ramos
Casellas y Ramón Montes González. [4]
* Ataques de los comevacas y tiznaos a las
familias de Pedro Jaunarena Azcue (Guajataca), Bernardino López (Altosano),
Ramón López Linares (de Perchas #2), destrucción de almacén de la Hacienda
Cabrero, ataque a Pedro Arocena y Cía (donde ocurre el asesinato de su
mayordomo José Ordoñez, en Mirabales), ataque e incendios a residencias de
Guillermo y Manuela Cardé (Guacio), los Orfila (Juan y sus padres Lorenzo y D.
María Agueda Pons), Victorino Bernal Toledo, saqueo a propiedades de Manuel y
Arcadio Estrada (Perchas), ataques a fincas de Pedro Rico, Flor Lugo (en La
Corcovada), asesinato de José Delgado y su mayordomo José Orlando (Cibao),
robos de propiedades al hacendado Juan Antonio Ríos Borrero (Aibonito), Cheo
Font Feliú, la familia Mantilla, Teresa Sagardía, Juan Bautista Ballester
González (Eneas, el 11 de noviembre), quema de tres establecimientos de Joaquín
Oronoz Perochena (Perchas), Baldomero Brignoni, quema de almacenes de Pedro A.
Echeandía (Cidral y Magos), asalto a la tienda de Baldomero Brignoni y saqueos
de propiedades de Manuel y Arcadio Estrada en el barrio Perchas.
* Juan T. Cabán Rosa, comerciante y miembro del
Cabildo Municipal, es el autodidacto que, al escuchar el clamor del hambre y la
desesperación campesina en Pepino, se alía a Lino Guzmán, con un ideario
anarco-sindicalista y un programa para el reparto de la tierra. El jornal
promedio para el 1898 (época de los españoles) era de $0.37 al día. Después de
la invasión era de $0.35 al día con los niveles de supervisión a $0.50 al día.
El horario de trabajo en la mayoría de los casos comenzaba a las 6:00 a.m. y
terminaban al ponerse el sol. En tiempo de zafra se les exigía comenzar a las
2:00 a.m. [5]
* Los niños eran utilizados para trabajar en las
fincas a $0.10 diarios.
* El 19 de septiembre, con el Capitán Brackford
del Ejército estadounidense, como peticionario, se oficializa el cambio de
mando ante la autoridad española. Manuel Rodríguez Cabrero rehúsa quedarse como
Alcalde, Avelino Méndez Martínez rechazó el cargo edilicio y viene de Lares, el
primer Alcalde nombrado bajo el régimen americano, José González Hernández. (H.
Santiago, loc cit., nota 2).
* Diez personas son acusadas de robo y
sentenciadas a casi 7 años de prisión. El robo a Juan Antonio Río ocurrió el 27
de septiembre.
* 29 de octubre: Joaquín Moreno y Segundo
Esteves, involucrados en las Partidas, presos en Mayagüez.
* Los 14 acusados por el ataque y robo a Pedro
J. Jaunarena y Azcue, en el barrio Guajataca el 19 de septiembre, reciben
sentencias a condena penitenciaria de un mínimo de 8 años y un máximo de diez.
* 1899: Acusaciones de corrupción y venta de
protección en la administración del primer Alcalde del Pepino, González
Hernández. Acusado de integrar una de las Partidas Sediciosas.
Bibliografia
[1] Entrevista con Pablo Arvelo Latorre, hijo del hacendado Juan Francisco Arvelo, del barrio Pozas, quien
refugiaba a los que huyeron de las tropas invasoras y las Partidas Sediciosas
en 1898. Explica cómo el barrio Pozas de
Pepino se convierte en madriguera de guerrilleros llamados los comevacas. La finca del hacendado Juan
Francisco Arvelo es respetada como refugio de familias despavoridas en busca de
protección. Hato Arriba es el centro de organización y operación de las
Partidas Sediciosas. También durante la entrevista realizada nos comenta sobre cómo
[para el 29 de octubre de 1898] Joaquín Moreno y Segundo Esteves, involucrados
en las Partidas, estaban presos en Mayagüez. Y cómo los 14 acusados por el ataque y robo a
Pedro J. Jaunarena y Azcue, en el barrio Guajataca el 19 de septiembre, reciben
sentencias a condena penitenciaria de un mínimo de 8 años y un máximo de diez.
[2] La información sobre
acciones y protocolos militares utilizados en este trabajo y que explicarán la
cronología del proceso revolucionario en las Antillas y la represión española,
así como las ofertas reformistas españolas, ha sido extraída de las siguientes
monografías y libros: Graham A. Cosmas, An
Arny for Empire: The United States Army in the Spanish American War (Shippensburg,
PA: White Mane Publishing Co., Inc., 1994); Louis A. Pérez, Jr., Cuba between Empires: 1878-1902
(University of Pittsburg Press, 1983); Carlos Serrano, Final de Imperio. España 1895-1898 (Madrid, 1984); Sebastián Balfour, The End of Spanish Empire, 1898-1923
(London, 1997); Joseph Smith, The
Spanish-American War. Conflict in the Caribbean
and the Pacific, 1895-1902 (London, 1996); Albert A. Nofi, The Spanish American War, 1898
(Conshohocken, PA: Combined Books, Inc., 1996); Carmelo Rosario Natal, Puerto Rico y la crisis de la Guerra
Hispano Americana (1989), Angel Rivero Méndez, Crónica de la Guerra Hispano Americana en Puerto Rico, cuya primera
edición data de 1922. Es importante
sentimentalmente es libro porque el capitán Rivero Méndez fue el primer oficial
del Ejército Español que ordenó abrir fuego contra el invasor estadounidense
durante la guerra de 1898, lo que se hizo contra el crucero USS Yale, el
10 de mayo de 1898; Lidio Cruz Monclova, Historia
de Puerto Rico. Siglo XIX (Editorial UPR, Río Piedras, 1969), quien al
referirse al año 1898 dice: «Este es el último año de deshonra colonial y el
primero de lo mismo». De Marisabel Bras, Ph. D, el ensayo colocado en la
internet: The Changing of the Guard:
Puerto Rico in 1898 y Pratts,
Edgardo, La resistencia a la invasión
norteamericana de 1898 (Parte 11), en: Claridad,
31 de julio al 6 de agosto de 1998, p. 27. Mariano Negrón Portillo, ofrece su
ensayo Puerto Rico ante la invasión
americana, en: La Toga, Septiembre
19; Cedó Alzamora, Federico, «Juancho
Bascarán: Un héroe mayagüezano de la Guerra de 1898», en: Anuario de las Fiestas Patronales de
Mayagüez, 1998, ps. 71-97.
Sobre incidencias de la Guerra Hispano Americana en
Pepino, específicamente, véase: Antonio González Orona, Dios Aprieta, Pero No Ahoga, en Puerto Rico Ilustrado (San Juan), 5 de marzo de 1949, ps. 14-25;
Dr. Angel Franco Soto, Juan recuerda su
pasado (San Juan, 1949), donde explica la rendición del Coronel Osés por
las cercanías de la cuesta de La Maravilla, ps. 76, 208-209; José Padró Quiles,
Luchas Obreras (1950), ps. 83, 86-87.
Ver, por igual, Richard F. Weingroff, Portrait of a General: General Roy Stone, estudio
que se encuentra en la internet en:
Dr. Angel Franco Soto, Dr. Franco relata su misión en 1898, en el diario El Mundo (San Juan, Puerto Rico), 18 de
enero de 1952, ps. 17 y 24; Javier Torres,
La invasión norteamericana y su
impacto en la tenencia de terrenos en Pepino, en; Maguey (Año 4, Núm. 4, Mayo-Junio, 1995, p. 4 y Helen Santiago, La politica en vísperas de la ocupación
americana, en Maguey (Año 5, Núm.
4, Julio-Agosto 1995) ps. 2-3
[3] En su libro Boceto
histórico del Pepino, Andrés Méndez Liciaga, el mismo hijo de Avelino,
líder de las Partidas Sediciosas y residente de Hoya Mala, condenó a las mismas
por sus excesos de sangre y quemas; sin mencionar que su padre estuvo
involucrado en ella. Obviamente, despachó este tópico con unos breves y
discretísimos párrafos. El sabía que, no todos los componentes de las Partidas,
estaban motivados por un bandolerismo criminal, sino que muchos de estos
insurrectos se sentían los catalizadores de un nuevo proceso político y, con el
tiempo, se educarían para ser parte de la nueva sociedad. Adolfo Babilonia se
convertiría en un educador destacado del pueblo de Moca. Miguel A. Babilonia
sería Alcalde de 1902 al 1910.
Por informes obtenidos, el líder guerrillero Adolfo
Babilonia Quiñones provenía del cercano pueblo de Moca, hijo de Francisco
Babilonia Acevedo, ex-Alcalde de Moca en 1841 y los (Flores) Cachaco, o también
Casaco, de Añasco. Cf. véase Rubén Sánchez Babilonia, Moca. Notas para su historia (1986) y mensaje del genealogista
Ernesto N. Chiesa en Puerto Rico Query Forum, publicado
el 23 de julio de 1999.
[4} José Manuel Delgado, Las
Partidas Sediciosas, en: Claridad,
«En Rojo», 17 al 23 de marzo de 1978), p. 6.; La Conspiración Cialeña de 1870, loc. cit., En Rojo, 12 al 18 de mayo de 1978, p. 3.
[5] Juan T. Cabán Rosa, comerciante y miembro del Cabildo Municipal, es el
autodidacto que, al escuchar el clamor del hambre y la desesperación campesina
en Pepino, se alía a Lino Guzmán, con un ideario anarco-sindicalista y un
programa para el reparto de la tierra. El jornal promedio para el 1898 (época
de los españoles) era de $0.37 al día. Después de la invasión era de $0.35 al
día con los niveles de supervisión a $0.50 al día. El horario de trabajo en la
mayoría de los casos comenzaba a las 6:00 a.m. y terminaban al ponerse el sol.
En tiempo de zafra se les exigía comenzar a las 2:00 am. Mendez Liciaga, en su Boceto (ed. cit., ps. 125-6 y 150), le dedicó elogios.
Sobre Cabán Rosa que
fue nieto de una negra liberta, se escribió: «Sus quehaceres, sus ocupaciones,
por muchas que fueran, jamás le impidieron la lectura de libros y periódicos… Y
al taller donde ponía a pruebas sus energias, el temple de su espíritu, su
inteligencia y su laboriosidad, iban diriamente aquellos valientes voceros de
derechos patrios, aquellos pregoneros de nuestras ansias libertarias… La
lectura asidua fue para las amibiciones de su alam fuerte, fecunda, de grandes
y provechosas enseñanzas… Y se hizo un político de significación. Y fue un líder
a quienes las masas seguían y en quien tenían absoluta confianza. Era un
batallador, um combatiente formidable», fue uno al que agrego sus amistades que
incluyeron a Baldorioyu de Castro, del periódico El Derecho, Salvador Brau, Juan B. Angulo Liciaga, quien se casó
con una hija de Cabán Rosa y se hizo socio en los negocios de este. Amigo fue
también de Manuel J. Cabrero Echeandia y
uno de ls responsables de que se honre con el nombre de ‘Calle M. J. Cabrero’
al distinguido pepiniano, fallecido en Galicia (Esapana) en 1897.
No comments:
Post a Comment